Para poder innovar, lo primero es reorganizar la estructura interna de la empresa.

Replantear nuestra organización interna: primer paso hacia la innovación

Abordamos el concepto de organización en el primer capítulo de nuestra Guía de Innovación.

Publicada 12/12/16 -Actualizada 03/07/18 22:58h
Replantear nuestra organización interna: primer paso hacia la innovación
  • Continuamos con la Guía de Innovación trabajando con vistas a dos objetivos claros: Diseñar la organización, de forma que se adapte perfectamente a la situación a la que quiere llegar y desarrollar competencias internas, de manera que a la competenci
  • Debemos hacer que el conocimiento global de cada persona salga a la luz y sea compartido con el resto de la organización.
  • A partir de ahí, vamos a comenzar a replantearnos varias cosas, siempre explorando y poniendo en funcionamiento las decisiones sin miedo al cambio y dejando de lado la aversión al riesgo.

En este primer capítulo de la Guía de Innovación, tenemos que hablar irremediablemente de la organización interna de la empresa. No podemos abordar la innovación y salir a vender nuestra imagen innovadora si no empezamos por los cimientos. Como primer planteamiento, debemos convencernos de que para innovar hace falta la participación de toda la organización. No sólo de la parte alta de la pirámide. Si esa idea clara, no podemos llegar a nada.

La clave de la innovación la tienen las personas.

Continuamos con la Guía de Innovación trabajando con vistas a dos objetivos claros: Diseñar la organización, de forma que se adapte perfectamente a la situación a la que quiere llegar y desarrollar competencias internas, de manera que a la competencia le resulte complicado imitarlas. Un pequeño ejemplo que ilustre esto, lo tenemos en nuestro artículo anterior en el que hablábamos de la Metodología Agile en las TI hoteleras.

Lo realmente importante son las personasLo realmente importante son las personas

¿Cómo hacemos esto?

Primeramente centraremos todos nuestros esfuerzos en incrementar de forma exponencial el conocimiento que circula en nuestra organización. Lo creamos o no, cada departamento, cada grupo, cada persona individual, posee un conocimiento determinado sobre cosas concretas que muchas veces permanece inerte en el interior de “su dueño”, lo que supone una pérdida de oportunidades para la empresa en su totalidad. Debemos hacer que ese conocimiento salga a la luz y sea compartido con el resto de la organización. Esto, apoyado por la certeza de que la inteligencia colectiva es enormemente más productiva que las inteligencias individuales por separado. Esto es indiscutible. Ahora, dejad de leer, cerrad los ojos y pensad bien en todo esto… Seguro que ya estáis pensando en alguien, o en varias personas sobre las que sospecháis que pueden aportar a la organización mucho más que el mero cumplimiento de su trabajo mecánico, repetitivo y aburrido.

Compartamos, pues, el conocimiento global utilizando los medios a nuestro alcance y contando con todas las personas con las que convivimos a diario en nuestra empresa. Busquemos la integración de departamentos en términos de ideas para hacer crecer el negocio y crear nuevos e innovadores productos y servicios. Desengañémonos; el directivo no tiene el poder y el conocimiento suficiente para poder crear algo nuevo él solo. Y más aún, que la o las personas responsables de los recursos humanos, busquemos trabajadores cualificados y generadores de conocimiento. Seleccionemos personal que tenga potencial creativo. A partir de ahí, vamos a comenzar a replantearnos varias cosas, siempre explorando y poniendo en funcionamiento las decisiones sin miedo al cambio y dejando de lado la aversión al riesgo:

  • Rediseño de puestos de trabajo. ¿Por qué tanta departamentalización? ¿Por qué tantos muros entre las diferentes áreas de trabajo? ¿Tenemos distribuidos los puestos de trabajo de forma que se facilite la comunicación y la transferencia de conocimiento entre unos y otros?
  • Revisión de la política de incentivos. ¿Es realmente el económico el incentivo más eficaz? Pensad que un incentivo económico provoca un estado de optimismo efímero, pues cuando se convierte en una costumbre, ese incentivo debe crecer o pierde su esencia. No digo que no se haga, pues es algo necesario, sí, pero vamos a complementarlo con otro tipo de motivación.
  • Evaluaciones de desempeño en las que participen todos y cada uno de los miembros de la organización, de forma que se evalúe desde la directiva y hacia la directiva. Evaluación en ambos sentidos.
  • Flexibilidad para facilitar los procesos. Vamos a dejar que los empleados tengan libertad de acción y decisión aún a riesgo de que estas decisiones no sean las correctas, pero que puedan centrarse en nuevos proyectos, además de en sus funciones diarias.
  • Que la información y las decisiones fluyan de forma horizontal. Dejemos que todos conozcan los planes estratégicos de la empresa a corto, medio y largo plazo, de forma sincronizada.

Y por último, algo que os sonará un poco, digamos, diferente…

… Debemos dar tiempo real para pensar. Hace poco estuve en un seminario que me abrió los ojos respecto a varios conceptos. Uno de ellos fue este. Si queremos generar conocimiento e ideas, debemos disponer de tiempo para pensar, sin hacer nada más que pensar. Aunque sean 10/15 minutos al día. No vale pensar mientras trabajamos en “lo nuestro”. Y si tenemos capacidad de habilitar un espacio físico que propicie este trabajo mental, mejor; un espacio dedicado sólo para pensar y abierto a todos y cada uno de los empleados de la organización. Conozco varias empresas que ya lo hacen y, creedme, el resultado es sorprendente.

Empecemos por aquí y os aseguro que habremos consolidado los cimientos para ir directos a convertirnos en una empresa innovadora.

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Comentarios 1
“la inteligencia del individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar” (Kant) - Es ese entorno de incertidumbre el que nos exige reinventarnos constantemente. Bajo estas circunstancias las empresas debemos innovar para transformar estructuras, procesos, negocios y modelos de liderazgo. Todo ello sin olvidar que también nosotros mismos debemos pasar el filtro y reinventarnos, porque fuimos educados para entornos más estables de los que nos está tocando descubrir hoy en día.