Un análisis de Carmen Porras

Venecia, un destino en jaque por el turismo de masas y la corrupción

Las corruptelas ensombrecen un enclave cada vez más poblado por turistas y menos por residentes

Publicada 12/06/14
Venecia, un destino en jaque por el turismo de masas y la corrupción

Análisis/ La idílica imagen de Venecia, con bellos edificios surcados por las aguas, ha dado paso a una estampa en la que sus calles aparecen abarratodas de turistas, de todas las nacionalidades, y con escasa presencia de ciudadanos locales. Cada año unos 22 millones de viajeros visitan la ciudad italiana, mientras su población apenas llega a los 57.000 habitantes. Una masificación que amenaza la sostenibilidad de un sector clave para su economía, mientras la corrupción ensombrece el encanto de este singular destino.

Numerosos grupos de turistas recorren las calles de Venecia, mientras gran parte de sus habitantes, sucumbiendo a la especulación inmobiliaria y debido al deterioro de algunos edificios por la humedad, abandonan sus casas para trasladarse fuera de la ciudad. Se calcula que en 2030 no quedará ningún residente en el centro histórico, mientras sus calles estarán invadidas por el turismo de masas, como refleja el documental "El síndrome de Venecia, que relata los efectos de la presión turística sobre la ciudad.

La llegada de grandes cruceros ha favorecido en gran medida la concentración de grupos de visitantes, que aprovechan la escala en la ciudad para realizar recorridos similares. A principios de año, el Gobierno italiano decidía limitar el tamaño y número de barcos como respuesta a las protestas de los ecologistas, que sostenían que los buques dañan los canales y que los más grandes no están en armonía con el entorno. Sólo tres meses después, el Ejecutivo suspendía dicha normativa y permitía de nuevo la entrada de grandes naves a la laguna, argumentando que no se había conseguido probar los riegos y porque no se acordaron rutas alternativas.

Los grandes cruceros pueden acceder hasta la laguna de Venecia. #shu#Los grandes cruceros pueden acceder hasta la laguna de Venecia. Imagen Shutterstock

La explotación masiva del turismo amenaza la sostenibilidad de un sector fundamental para esta ciudad. Pero sus responsables políticos, lejos de ordenar esta situación, están contribuyendo a ensombrecer la imagen de este preciado destino. La semana pasada la policía italiana detuvo a su alcalde, Giorgio Orsoni, y a otras 34 personas -políticos, magistrados y empresarios- bajo la acusación de corrupción, malversación de fondos y lavado de dinero en las obras de construcción del proyecto Moisés, un sistema de diques para frenar las inundaciones que causa el llamado “agua alta”.

El coste del proyecto se ha disparado año tras año. Los 10.000 millones de euros presupuestados en su inicio van ya por 56.000 millones. La construcción comenzó hace cerca de diez años y su apertura ha sufrido también varios aplazamientos. El plan contemplaba terminar las obras en 2011, luego se habló de 2013 y ahora ya se piensa en 2017.

Acqua alta

En Venecia se da con cierta frecuencia un fenómeno conocido como “acqua alta”, que inunda las zonas más bajas de la ciudad, entre ellas la Plaza de San Marcos, una de las áreas más turísticas y de las que con más asiduidad sufren las consecuencias del mismo. Cada vez que esto ocurre, se produce un deterioro de los edificios.

Con el fin de preservar la ciudad, en 2002 se aprobó el proyecto MOSE (por Moisés en italiano, pero también por las siglas Modulo Sperimentale Electromecánico). Una construcción faraónica que consiste en colocar una serie de diques móvles en las tres zonas por las que el agua del mar entra en la laguna de Venecia. Estarían sumergidos y se elevarían cuando se prevea marea alta, formando un muro que impediría que suba el nivel del agua en la laguna.

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