La compra por apalancamiento generó más deudas que ingresos

Carlyle, culpable de la quiebra de Orizonia

Publicada 06/02/15 -Actualizada 21/08/18 14:54h
Carlyle, culpable de la quiebra de Orizonia

Los concursales de Orizonia han determinado que el concurso de acreedores es mayoritariamente culpable. Han descargado la responsabilidad en la propiedad. Los administradores reconocen que el origen de la quiebra de Orizonia está en el modo en que Carlyle compró a Iberostar mediante apalancamiento. Todos los detalles, en este reportaje de la Revista Hosteltur.

Poco a poco se va deshaciendo la madeja del concurso de Orizonia. La administración concursal ya ha calificado de culpable la quiebra de 11 de las 21 empresas del grupo y se apunta a los propietarios, el fondo Carlyle y sus socios minoritarios (Vista e ICG), como los responsables del naufragio. El origen está en el modo en que Carlyle compró, mediante apalancamiento, y en su negativa de aportar fondos.

Apalancamiento

Y es que el origen de la quiebra de Orizonia está en el principio de aquella operación de hace ocho años. Carlyle sólo pagó 157 millones de euros de los 847 millones que recibió Iberostar. El resto los aportó el fondo a base de créditos, con la intención de ir pagándolos con los flujos de la actividad del propio grupo turístico, lo que se conoce como apalancamiento financiero.

Orizonia pagaba a los bancos el doble de lo que ganaba

De hecho, a la vez que Orizonia iba consiguiendo buenos resultados de explotación año a año, tenía que satisfacer los intereses que debía a los bancos por los créditos de Carlyle en sus siete ejercicios (95 millones de euros el primero, y los sucesivos 84, 69,3; 64,8; 71; 19,6 y 71,6 millones), lo que hace un total de 475,7 millones. Es decir, Orizonia pagaba de intereses el doble de lo que ganaba.

Año a año, Orizonia acumuló un resultado de explotación de 234 millones de euros pero, paralelamente, tenía que pagar los intereses del apalancamiento: 476 millones en total. De hecho, Orizonia estuvo ganando dinero desde que nació en 2006 hasta un año antes de su quiebra, a primeros de 2013.

El grupo obtenía beneficios

De estos siete ejercicios económicos de vida, en seis obtuvo resultados positivos de explotación: 74,7 millones de euros; 65,3; 38,2; 36,4; 28,8 y 31,6 millones respectivamente, y sólo en 2012 registró pérdidas (71,6 millones). En total, el saldo acumulado da unos beneficios de explotación de más de 234 millones de euros, lo que supone una cifra aceptable que garantizaría la actividad del grupo si no fuera por el modo en que fue comprado por par-te de Carlyle y sus socios.

Ahora la Administración concursal ha dado la razón a los expertos juristas sobre el modo de comprar de Carlyle, que se ha demostrado nefasto. Varios de estos expertos han asegurado a HOSTELTUR que “la Ley prohíbe la asistencia financiera de la sociedad para la compra de sus propias acciones, según el artículo 81 de la Ley de Sociedades Anónimas vigente en el momento de la operación, y actualmente prohibido por el art. 150 de la Ley de Sociedades de Capital”.

El reportaje completo puede verse en este enlace a la Revista Hosteltur.

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