Reflexiones en torno a la sociedad del conocimiento
Publicada 02/04/09
Sí podríamos hablar de una sociedad de la información, de un contexto en el que ha aumentado la facilidad para acceder a datos y opiniones y, por supuesto, la posibilidad de procesar ese material. De todos modos se suele utilizar esa expresión, Sociedad del Conocimiento, para nombrar el momento en el que nos encontramos. Y es un momento de luces y sombras, como todos los periodos de cambios.
La profusión de datos, opiniones e información está generando un estado de ansiedad que lleva en muchos casos a evitar los análisis profundos, quedándonos en observaciones superficiales. Esto es debido por un lado a que tratamos de obtener y acaparar un mayor volumen de información, información a la que accedemos por múltiples canales y que, es obvio, no podemos controlar en su totalidad. Pero por otro lado la cantidad de información que si captamos es tal que dificulta su tratamiento y proceso, de modo que no somos capaces de construir reflexiones teóricas que utilicen todos los datos a los que accedemos.
Estamos envueltos en muchos casos en un entorno de pensamiento y reflexión superficial, apoyadas en herramientas sofistas, y más cercanos a buscar el convencimiento (y autoconvencimiento) que la verdad.
Se aprecia además una serie de características propias de esta sociedad llamada de la información que la definen como una sociedad en la que las jerarquías han sido alteradas. Como dice Julen Iturbe, ?es líder y referente social quien sabe. Las personas con poder formal van a ser cuestionadas si no lo acompañan con demostraciones empíricas de que saben. El conocimiento, como interacción de pensamiento, emoción y acción, no sabe de distancias basadas en jerarquía y burocracia?.
Esto lo escribe Iturbe en su blog como parte de una reflexión sobre la sociedad del conocimiento. Para Iturbe la sociedad del conocimiento agobia, es lo que hemos llamado la ansiedad de la información, el estrés de la sobreexposición a los datos.
Pero es que además discrimina, ha introducido un nuevo baremo de segmentación social entre los que tienen información y los que no. Y es que los que tengan información pueden llegar al conocimiento, aunque luego no lo hagan.
Genera además este nuevo entorno una cierta variedad de inteligencias. A la académica se le unen la emocional y la social, como herramientas imprescindibles para circular por entornos sociales. Y se exigen para pertenecer a ese segmento elitista que es capaz de dirigir su comunidad.
El matiz no vive en la sociedad del conocimiento, aquél se refugia en entornos muy concretos (poesía, ficción) dejando que los datos desnudos triunfen en un entorno de acumulación y, por lo tanto, de rápida selección.
Estamos por tanto en un entorno difícil de dominar y comprender, a pesar de la cantidad de información de que disponemos, esa es la paradoja. Un entorno en el que las identidades se construyen y, por tanto, se falsean, los datos circulan sin límites, con lo que eso tiene de bueno y de malo. Un entorno, en suma, en el que hemos acoplado nuestra particularidad en un proyecto global que minimiza el poder de la diferencia y homogeniza no ya sólo al ser humano, sino a las sociedades que forma.
Pero es también un entorno en el que el conocimiento está más cerca, la socialización se ha multiplicado y el ser humano tiene un potencial de desarrollo intelectual mucho mayor.
En este entorno se crean los mercados y se desarrollan las sociedades, mercados y sociedades donde las empresas han de identificar su segmento, donde sus mensajes se diluyen entre el mucho ruido que genera y donde las necesidades cambian y la competencia aumenta.
Juan Sobejano (juan.sobejano@hosteltur.com)
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