La entrevista de Carmen Porras

"La historia del Brexit es una permanente negación de la realidad"

Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano, afirma que "el mercado único permite acceder a toda la oferta laboral disponible de la Unión inmediatamente"

Publicada 28/11/21 -Actualizada 25/12/21 02:00h
"La historia del Brexit es una permanente negación de la realidad"
  • "Abandonar el mercado único tiene implicaciones que van muchísimo más allá de los aranceles"
  • "La inmigración es una fuente de flexibilidad y no una fuente de amenaza para ningún empleo"
  • "Es improbable que el Reino Unido vuelva a la Unión Europea, lo que sí puede ocurrir es que a largo plazo cambie el tipo de acuerdo"

Cinco años después de la celebración del referéndum que el 26 de junio de 2016 dio el sí a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el camino que el país ha emprendido en solitario no está resultando fácil. Una de las principales consecuencias tiene que ver con el fin de la libre circulación de trabajadores procedentes de otros países europeos. Una circunstancia que está impactando en el mercado laboral, ya de por sí afectado por la pandemia de la COVID-19. Enrique Feás, investigador principal del Real Instituto Elcano, explica que las negociaciones con el club comunitario se centraron desde su comienzo en los aranceles, pero "ahora se están viendo las implicaciones desde el punto de vista de la prestación de servicios o de la flexibilidad de la economía para ajustar sus necesidades de mano de obra".

Reino Unido está sufriendo algunos problemas derivados de su decisión de abandonar la Unión Europea, como la falta de mano de obra en determinadas actividades, especialmente en el ámbito de los conductores de vehículos pesados o de los profesionales de la hostelería. ¿Era previsible que se pudieran registrar este tipo de contrariedades una vez consumado el Brexit?

Se podía prever desde junio de 2016. La historia del Brexit es la historia de una permanente negación de la realidad. Abandonar el mercado único tiene muchas implicaciones que van muchísimo más allá de los aranceles. Sin embargo, desde el comienzo, las negociaciones se centraron en los aranceles y ahora se están viendo las implicaciones desde el punto de vista de la prestación de servicios o de la flexibilidad de la economía para ajustar sus necesidades de mano de obra.

La insuficiencia de mano de obra en determinados sectores no es un factor exclusivo del Reino Unido, pasa en todos los países de la Unión Europea en determinados sectores, pero el mercado único permite acceder a toda la oferta laboral disponible de la Unión inmediatamente. Lo que ha hecho el Brexit, en el caso de los problemas de abastecimiento, es cerrar la posibilidad de contratar rápidamente mano de obra para ajustarla a las necesidades.

¿Qué salida puede encontrar esta situación?

El Brexit tiene varios efectos. Unos son temporales y se derivan de la necesidad de los agentes económicos de adaptarse a las nuevas circunstancias. Antes, las empresas simplemente llamaban a su transportista y exportaban a la Unión Europea, ahora tienen todo un papeleo en las aduanas, necesitan una serie de certificados y un agente aduanero. Ha cambiado mucho el escenario y adaptarse, sobre todo las medianas y pequeñas empresas, lleva tiempo. Hay otros elementos esenciales que no se van a solucionar porque tienen que ver con el tipo de acuerdo que han firmado, es un acuerdo de mínimos, que simplemente elimina los aranceles para los productos originarios del país. Para resolver la flexibilidad en los servicios, la contratación de mano de obra y la ausencia de papeleo se requeriría un cambio en el tipo de acuerdo.

Hay un tercer tipo de costes que se pueden negociar bilateralmente. Es lo que está sucediendo, por ejemplo, en Irlanda del Norte, cuestiones de reconocimiento mutuo en determinadas cosas que pueden simplificar el papeleo, pero una cosa es simplificar papeleo y otra hacerlo desaparecer.

Más de un millón de personas han abandonado el Reino Unido en el último año. Teniendo en cuenta que es también un importante destino turístico, ¿cómo puede encontrar la mano de obra necesaria para hoteles, restaurantes y demás establecimientos del sector?

Gran parte del éxodo se debe al COVID, que ha provocado una vuelta de muchos trabajadores a sus respectivos países de origen. Había gente que trabajaba de forma permanente y otra de manera ocasional, incluso muchos no estaban regularizados, y con el confinamiento muchos volvieron a sus países, pero con el Brexit activado ya no pueden volver. Muchos puestos se cubrían con una población flotante que no necesitaba visado o permiso de residencia porque podía fluir libremente por el mercado único, pero el COVID acentuó esa falta de trabajadores. Se necesitan soluciones, pero el problema es que el planteamiento que hizo el Reino Unido o el régimen por puntos de los visados funciona muy mal para demanda puntual de necesidades del mercado laboral. Una persona que está dispuesta a trabajar en cualquier lugar de la Unión Europea al último país al que va a ir es al que solo le ofrece tres meses de trabajo, aunque pague mejor.

Una vez más se van a tener que replantear muchas cosas, como se han replanteado desde el primer momento y van a tener que establecer mecanismos especiales de flexibilización de visados para larga duración, mínimo un par de años, y van a tener que aceptar a determinados trabajadores

Técnico comercial y economista del Estado en excedencia, Enrique Feás es investigador principal del Real Instituto Elcano, consultor independiente y profesor asociado en la IE University y la IE School of Global and Public Affairs.

El sector de la hostelería se nutría en gran medida con trabajadores llegados de otros países. ¿La mano de obra inmigrante, tan discutida en algunos países por considerarla una amenaza para el mercado laboral local, se echa en falta ahora?

El Brexit demuestra una vez más las mentiras respecto a la inmigración, la idea de que la inmigración es en todo momento negativa. En la mayor parte de los sectores, es un estímulo para la flexibilidad. Es imposible que haya un ajuste perfecto entre oferta y demanda de mano de obra en un país pequeño. Además, la pandemia ha cambiado un poco el mercado de trabajo. Debido a los riesgos o a la dureza de las condiciones, determinados profesionales han optado por trabajos en otro sector. Eso ha sido muy evidente en Estados Unidos, pero también en algunas zonas de Europa.

Una situación que todavía acentúa más la necesidad de tener mecanismos de flexibilidad, la inmigración es una fuente de flexibilidad y no una fuente de amenaza para ningún empleo

Reino Unido es el principal mercado emisor de turistas a España. ¿Qué podemos esperar a partir de ahora con los nuevos requisitos que deben seguir para acceder a los Estados de la Unión Europea?

Hay dos factores limitativos del aprovechamiento turístico. Uno es la pandemia y otro el Brexit, que es de carácter estructural. Antes, muchas personas pasaban largas temporadas, a lo mejor cinco meses, en una casa en la playa, pero desde el Brexit eso no es posible. Si no eres residente, como mucho tienes derecho a visado Schengen, que permite estar tres meses cada seis, ya no podrían ser cinco. Se puede estar tres meses, regresar al Reino Unido y esperar otros tres meses para volver, con lo cual el aprovechamiento de las segundas residencias es mucho menor. Además, tampoco se puede alquilar de la misma forma porque los impuestos que se pagan por parte de los no residentes en la Unión Europea son mayores.

Luego hay otras cuestiones. Antes un seguro en el Reino Unido cubría en España, o podía cubrir fácilmente, ahora ya no porque termina la libre prestación de servicios con lo cual se necesita un seguro español o al menos europeo. Lo mismo ocurre para el coche, se necesita el carné internacional, ya no vale el carné de conducir británico en España.

Es decir, son una serie de factores que yo suelo llamar el Brexit de las pequeñas cosas, que pueden dificultar las llegadas, como sucede también con el coste del roaming y de las tarjetas de pago, que será más elevado porque ya no son aplicables las directivas que limitan las comisiones de Visa y Matercard y las que establecen máximos para costes del roaming.

¿El mayor control en fronteras podría afectar a las llegadas de viajeros a nuestro país, en particular a las familias, que vienen a pasar unos días de vacaciones?

De nuevo el papeleo, al igual que se aplica en las pymes también en las familias. Sacar el pasaporte, renovarlo, sacar un seguro de viajes… Algunas cosas pueden facilitarse por vía bilateral, pero otras no. Lo que antes era normal pasa a ser un poco más complicado. En algunos casos les merecerá la pena y en otros no habrá mucha diferencia entre veranear en España y veranear en otro país. España pierde un poco de ventaja competitiva.

¿Podría volver el Reino Unido a la Unión Europea?

Es improbable, lo que sí puede ocurrir es que a largo plazo cambie el tipo de acuerdo, pero ahora es políticamente insostenible. Cabría la posibilidad de que en lugar de un acuerdo básico de libre comercio, se llegase a uno con mayor grado de integración, como el noruego o el suizo. Es decir, fuera de la Unión Europea, pero con acceso al mercado único. Eso sí es posible, pero creo que tiene que pasar por lo menos una década, hasta que haya cambios políticos en el Reino Unido y un cierto olvido de las tensiones políticas del Brexit.

Depende también de cómo funcione el acuerdo de Irlanda, ya que ahora hay muchas tensiones, y de hacia dónde vaya la propia Unión Europea, que tiene que solucionar problemas internos, avanzar en determinados procesos de integración, como el tema del euro.

Hay una gran responsabilidad para parte de la Unión de demostrar a los británicos que cometieron un error

¿Qué lecciones deben aprender los Estados europeos de lo que ha sucedido con Reino Unido?

Es importante que la Unión Europea levante la voz y no mantenga un perfil bajo en la defensa de las ventajas que supone la Unión. Ha adoptado una actitud muy relajada respecto a la tendencia de muchos Estados a acusar de todos los males a la Unión y de todo lo bueno a los gobiernos nacionales.

Además, los gobiernos deben integrar más el discurso europeo en la política nacional. No se puede plantear Europa como una cuestión de terceros, con mensajes como ‘Europa me obliga’, como si fuera un ente ajeno, cuando nosotros somos miembros de la propia Europa y decidimos con nuestros socios. Europa ya no es un debate de política internacional, es de política nacional.

Es importante que se superen determinadas brechas. El debate sobre los del sur, dilapidadores y los del norte, ahorradores, es una simplificación irreal e injusta. Además, los países del sur tienen que asumir que las transferencias no vayan siempre en el mismo sentido, tienen que hacer una serie de esfuerzos, y los del norte tienen que dejar de pensar que compartir el riesgo es algo intrínsicamente malo.

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