Entrevista a Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la UPF y ex consejero independiente del Banco de España

¿Es posible ser competitivo por bajos salarios y no por productividad?

Considera que sí es posible, pero que "no tiene lógica ni futuro"

Publicada 31/03/19 -Actualizada 25/04/19 02:01h
¿Es posible ser competitivo por bajos salarios y no por productividad?
  • "Los riesgos coyunturales del año en curso son tres: la guerra comercial EEUU/China, el Brexit y el descontrol migratorio"
  • "El riesgo "tres en uno", éste ya estructural: el aumento del populismo resultante de cómo se resuelvan los otros tres problemas"
  • Sobre el Brexit: "La UE no tiene músculo para mantener el pulso de castigo contra la salida británica si los intereses de la City rugen"

Algunos dicen que 2019 será el año de la “tormenta perfecta” en la economía mundial. Incertidumbre, inestabilidad política, tensiones comerciales, populismos, desaceleración de la zona euro, desigualdades en alza... ni en Davos fueron capaces de apuntar recetas o una posible salida a la inacción. Guillem López Casasnovas, catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) desde 1992, ha sido consejero independiente del Consejo de Gobierno del Banco de España y es experto en la economía del sector público en general, y de la salud en particular. Con él hablamos, para la revista HOSTELTUR de marzo, del momento tan extraño e incierto que se está viviendo en el mundo, en lo político y en lo económico.

¿Cuáles son los tres principales riesgos para la economía global en 2019?

Coyunturales del año en curso: la guerra comercial EEUU/China, el Brexit y el descontrol migratorio. Y los tres en uno, éste ya estructural: el aumento del populismo resultante de cómo se resuelvan estos tres problemas.

El FMI descarta la recesión pero advierte de riesgos importantes para la economía global, aunque parece que tampoco ofrece recetas concretas. Para Europa en concreto, ¿cuáles son los riesgos?

El FMI revisa continuamente predicciones. Hoy no debería ya descartar nada. The Economist apunta a los peligros derivados de la falta de respuesta en la presente coyuntura, vista la gobernanza de la Unión Europea, por inacción.

Que China “solo” vaya a crecer el 6,5%, lejos de los dos dígitos y con la tasa más baja desde la crisis de 2008, ¿es bueno o malo para Europa?

En general es malo para el crecimiento, pero quizás bueno para la sostenibilidad planetaria.

¿Y qué me dice del Brexit?

Que tiene efectos colaterales graves pero los directos no serán tan grandes como se dice. La UE no tiene músculo para mantener el pulso de castigo contra la salida británica si los intereses de la City rugen.

López Casasnovas se sitúa entre el "buenismo optimista" y el "catastrofismo pesimista".

España en 2019

¿Cómo está situada España en esta economía global llena de retos? ¿Cuáles son sus desafíos concretos?

Está a rebufo. Es convidada de piedra de muchas decisiones para las que ni pincha ni corta. Estamos mejor que con la fragilidad exhibida al inicio de la gran crisis, pero no hemos refundado la economía ni hemos acometido las reformas estructurales que deberíamos de haber realizado para que se pueda invitar al optimismo.

¿Cómo se comportará la economía española en 2019?

En desaceleración. Con las incógnitas de quien trata aún de ser competitivo por costes laborales unitarios (bajos salarios) y no por costes unitarios por output (mayor productividad).

En algunos círculos se habla de que es necesario repensar la globalización (en el sentido de hacerla más inclusiva) y también el capitalismo. ¿Es eso posible? ¿Hacia qué objetivos?

La competitividad basada en pobres salarios de unos y en excedentes desiguales de otros no tiene futuro. La política económica se ha quedado sin arsenal de medidas. La monetaria ha tocado suelo. La fiscal no es europea. Además engrasar como Trump el crecimiento empresarial reduciendo la fiscalidad de las corporaciones es algo que muchos estados no están dispuestos a hacer ya que con ello sacrifican su modelo de bienestar y ahondan en desigualdades. Y quien lo haga pone en peligro al capitalismo mismo y a la convivencia social.

A veces da la sensación de que la economía se ha convertido en algo tan global que no se ve afectada por las personas, por sus necesidades, su situación… ¿es así? ¿puede la economía dejar fuera a las personas? ¿esto empeorará con el impacto de la automatización y la robotización?

Pues sí. Pero no debiera. A mí me interesa la economía por su capacidad de incidir en la mejora del bienestar de las personas. La automatización y la robótica no son para ello sus principales enemigos. Sí lo es la codicia desmesurada, la visión cortoplacista y la falta de moral para con nuestros conciudadanos y con los recursos naturales.

¿Es el envejecimiento de la población uno de esos retos globales?

El reto es que los gastos sociales se ajusten a las nuevas necesidades. Pero el alargamiento de la esperanza de vida, si se vive con buenas capacidades funcionales, es parte del bienestar que el progreso hasta hoy ha permitido.

¿Cómo podemos salvar el Estado del bienestar?

Luchando contra sus entusiastas que por estupidez o desconocimiento se lo van a cargar sobre la base de ‘más de lo mismo y dos huevos duros’, privándolo de flexibilidad, con la prevalencia corporativa y la inercia del status quo. Y por supuesto, confundiendo el estado del bienestar de los trabajadores con el bienestar de los trabajadores del estado.

¿Piensa usted que las democracias pueden estar en peligro a causa de las desigualdades internas que amenazan la cohesión social y la confianza del ciudadano?

Sin duda, aunque strictu sensu para la pérdida de la cohesión social debe preocupar más la polarización (los extremos) que la misma desigualdad. De ahí que inquiete la dilución de la clase media.

¿Hasta dónde esa confianza es necesaria?

Hasta que entendamos que nuestra felicidad no es independiente de la de los demás.

En Davos se intentó sacar lustre al estado del mundo, pero por lo visto hay mucho polvo acumulado y los expertos no dieron con ninguna solución.

Lo que aprendimos de la crisis

¿Qué hemos aprendido de la última crisis?

Que ante un tsunami mundial no hay vela que aguante. Si además los marineros son camuflados aprovechados más que trabajadores esforzados y competentes, la nave ’no va’.

Parece que actualmente la deuda global es del 225% del PIB, un nivel similar a justo antes de la última crisis… ¿eso qué significa?

Que lo que ha saneado el sector privado lo ha deteriorado el público. Aunque vale la pena dejar constancia de que fue el sector público el que resolvió parte de la deuda del sistema financiero. Una gran piedra en el zapato hoy para afrontar una subida futura de tipos de interés.

¿Cómo se resolverá el conflicto iniciado por la concentración y las plataformas (Airbnb, Uber, Cabify)…?

Técnicamente la solución pasa por un sector público que recupere las licencias de taxi que en su día otorgó generando el problema de competencia imperfecta y cuasi monopolio actual. Y ello con licencias a precio medio descontado el tiempo que le restaba de vigencia al taxista. Igualado el terreno de juego a partir de ahí, con impuestos a todos ellos, recuperar el gasto efectuado.

¿Es correcto hablar de la 4ª Revolución Industrial para referirnos a este momento? ¿cuáles serían sus características básicas?

No es un problema de términos. De ‘industrial’, lo actual tiene poco. Pero sí. Es un nuevo paradigma para desarrollar lo que puede hacer la tecnología para el bienestar de la gente sin violentar la convivencia.

Después del foro de Davos se hablaba en muchos medios de la “incapacidad” demostrada por los grandes líderes para dar respuestas a los retos de la economía global. ¿Usted qué opina?

Que hay de todo en la viña del señor. Pero sin duda en liderazgo político vamos a la baja, aunque en liderazgo social y ciudadano se están produciendo iniciativas muy interesantes, fuera de los círculos de la mass media muy rendida ésta al poder o a la oposición política, y obsoleta por insensible a las preferencias de mucha gente.

¿Cuáles son sus propias conclusiones de Davos?

Que el buenismo, a ratos entre manteles y copas, y la autotranquilización de conciencias con grandes declaraciones que muestra el capitalismo parece no tener límites.

¿Todo iría mejor si decidieran las madres y abuelas, como dijo en la clausura del foro Kristalina Georgieva, consejera delegada del Banco Mundial?

Puede. Y es que Economía en su raíz griega significa normas para gestionar lo propio (oikos/ nomeia). Por tanto, esto no es física nuclear. Requiere dosis de sentido común y considerar el mundo como algo propio y no ajeno, y entender que la felicidad nunca se consigue sin altruismo.

Puede descargar esta entrevista en pdf de nuestra revista HOSTELTUR de marzo, desde este botón:

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