Burdeos es mucho más que vino: es una ciudad modelo en Francia de sostenibilidad urbana, innovación cultural y turismo responsable. Un destino francés que seduce por sus sabores, sus valores y su visión de futuro. Burdeos (en el suroeste de Francia) ha sabido reinventarse. P
asó de ser una ciudad portuaria tradicional a convertirse en una metrópolis vibrante, sostenible y culturalmente activa, sin renunciar a su legado histórico, que sigue muy presente en todo su centro.
Su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una joya urbana que conjuga arquitectura del siglo XVIII, calles peatonales, plazas vivas y un dinamismo comercial que ha sido revitalizado con criterios sostenibles. La Place de la Bourse, el Gran Teatro o la Rue Sainte-Catherine —una de las calles peatonales más largas de Europa— son puntos imprescindibles para el visitante que busca autenticidad, aunque lo cierto es que habría que incluir todo el centro de la ciudad que no tiene desperdicio alguno.
Durante décadas, Burdeos fue identificada por su arquitectura neoclásica y su riqueza vinícola, pero en los últimos años ha emergido como una de las ciudades más sostenibles de Europa. El cambio no ha sido casual: responde a una estrategia consciente impulsada por el Ayuntamiento (Agora du Tourisme Durable) y actores locales para reducir emisiones, fomentar la movilidad verde y preservar el entorno natural y cultural.
Desde principios del siglo XXI, Burdeos ha invertido fuertemente en transporte público limpio, como su red de tranvías eléctricos, que atraviesan la ciudad en silencio y eficiencia. Se ha ampliado la red de ciclovías, más de 200 km de carriles bici y la peatonalización del centro histórico ha transformado la experiencia urbana, permitiendo a visitantes y residentes disfrutar de sus calles sin el constante ruido del tráfico.
En 2017, Burdeos fue nombrada la “mejor ciudad para visitar en el mundo” por Lonely Planet, y gran parte de ese mérito radica en su equilibrio entre desarrollo y conservación.
Burdeos y el vino son inseparables, y esa relación se materializa de forma espectacular en La Cité du Vin, un edificio emblemático cuya arquitectura evoca el movimiento del vino en la copa y las curvas del Garona.
Más que un museo, es una experiencia sensorial e interactiva que conecta al visitante con la historia y la diversidad cultural del vino en el mundo.La Cité también pone el foco en el impacto ambiental de la industria vitivinícola. Desde su mirador panorámico se obtiene una vista única de Burdeos, ideal para culminar una visita con una copa de vino local en mano. Podría decirse que la visita a La Cité du Vin, un templo al vino y la cultura es casi imprescindible. Viñedos sostenibles y turismo responsable
La región de Burdeos, con más de 7.000 châteaux, es un paraíso para los amantes del vino.
Pero el enoturismo aquí ya no se limita a catas lujosas: ahora se enfoca en el respeto al medioambiente, la autenticidad y el contacto directo con los productores. Châteaux como Pontet-Canet o Guiraud lideran el cambio hacia prácticas biodinámicas y ecológicas. Iniciativas como Bordeaux Wine Trip ofrecen rutas sostenibles en bicicleta o vehículo eléctrico por viñedos que adoptan la transición verde.
Pero detrás de esta fama internacional, se está gestando una revolución silenciosa: la de los vinos más sostenibles.
Cada vez más bodegas en la región adoptan prácticas más ecológicas, como la agricultura biodinámica, el uso limitado de pesticidas o la gestión responsable del agua. Châteaux como Pontet-Canet y Guiraud se han convertido en referentes del vino orgánico en Burdeos, demostrando que la excelencia va de la mano con el respeto por la naturaleza.
Además, en Burdeos se celebra cada año el Agora du Tourisme Durable, un evento clave donde instituciones, empresas y ciudadanos reflexionan sobre el futuro del turismo sostenible. La ciudad se posiciona así como laboratorio vivo para un turismo más ético y equilibrado.
Es un ejemplo de Gobernanza Turística.
Merece la pena una visita a un centro reinventado que recibe más de un millón de visitantes anuales, “Darwin” que resumidamente es: innovación, ecología y cultura urbana
Uno de los proyectos más singulares de Burdeos es el Darwin Eco-Système, ubicado en la margen derecha del Garona, en un antiguo cuartel militar. Se ha transformado en un espacio híbrido donde conviven arte urbano, coworkings, skatepark, economía social, tiendas responsables y una de las cervecerías ecológicas más grandes de Europa. Darwin es hoy un símbolo de la Burdeos alternativa, creativa y comprometida.
Un lugar donde el turismo se cruza con la vida local, el arte y el activismo climático. Recorrer sus murales, sentarse a comer en su cantina bio o asistir a uno de sus eventos culturales es descubrir otra cara, vibrante y contemporánea, de la ciudad.
Gastronomía local: de la granja al plato La cocina de Burdeos es tan rica como su historia.
Aprovechando los productos del mar Atlántico, las carnes de las Landas y los vinos locales, los restaurantes locales ofrecen desde platos clásicos como el entrecôte à la bordelaise hasta propuestas creativas con ingredientes de proximidad.
Y un ejemplo es Le Brasserie 1925, en la que su propietario Pierre amante de la comida española además de la de Burdeos, hace de guía gastronómico y enológico, convirtiendo una comida en una experiencia mucho más que agradable, y muy recomendable.
Mercados como el Marché des Capucins permiten probar ostras frescas, quesos artesanales, panes de masa madre y charcutería local. Al mismo tiempo, jóvenes chefs están reinventando la tradición culinaria con un enfoque sostenible y de temporada. El maridaje es, por supuesto, protagonista.
Cada bistró tiene su carta de vinos cuidadosamente seleccionada, donde no faltan opciones orgánicas y naturales. Burdeos demuestra que sostenibilidad también puede significar sabor y sofisticación. Un modelo de ciudad para el viajero consciente Burdeos no es solo una postal perfecta de viñedos y arquitectura: es un ejemplo de ciudad que ha entendido los retos del presente y ha sabido adaptarse sin perder su identidad.
Desde su patrimonio histórico hasta sus espacios más disruptivos como Darwin, pasando por sus viñedos responsables y su cocina local, ofrece una experiencia rica, auténtica y alineada con los valores del viajero actual.
Aquí, el lujo es poder moverse a pie o en bicicleta, descubrir sabores de cercanía y dialogar con productores, chefs o artistas que están cambiando la forma en que viajamos y consumimos.
Es también un viaje a una historia que una buena guía (preguntar en la Oficina de Turismo) te hace vivirla y disfrutarla.
Para quienes buscan disfrutar con conciencia, Burdeos es más que un destino: es una inspiración.
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