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Turismo generativo o cómo gestionar un lugar para convertirlo en un destino

Isabel Sánchez Tejado, especialista en turismo rural, formadora, conferenciante e impulsora de un modelo de desarrollo que ha denominado "turismo generativo"

Publicada 29/05/22 -Actualizada 25/06/22 02:01h
Turismo generativo o cómo gestionar un lugar para convertirlo en un destino
  • Ha desarrollado un modelo que "para trabajar con territorios que están en riesgo de despoblación y transformarlos en destinos sostenibles"
  • "No queremos masificar este lugar, sino desarrollar un territorio, creando riqueza, pero desde una perspectiva de sostenibilidad"
  • "A estas zonas no vienen las grandes fábricas ni los inversores, lo que tienen es lo que tienen y sobre eso hay que trabajar"

Tras más de 30 años trabajando en diferentes empresas, algunas de ellas multinacionales, en 2010, Isabel Sánchez Tejado decidió trasladarse al ámbito rural. Se estableció en un pequeño pueblo de Gredos (Ávila), un entorno en el que ha impulsado un nuevo modelo de desarrollo turístico, al que ha denominado "generativo" porque "con el trabajo que realizamos se generan cosas, no se regenera nada", indica. Un sistema que ha conseguido mejorar el empleo en la zona, aunque también sufre el problema de la falta de personal que afecta a todo al sector en general, sobre todo por la escasez de alojamiento para quienes se desplazan a trabajar a este destino.

Ha creado un modelo de desarrollo turístico al que ha llamado generativo. ¿En qué consiste?

Está muy extendido el concepto de regenerativo, pero yo he optado por el término generativo, porque con el trabajo que realizamos se generan cosas, no se regenera nada. Genera cambios sociales, ambientales y, sobre todo, cambios económicos. Una de las bases es la sostenibilidad, que está por encima de cualquier otro planteamiento; la otra es que se trabaja con todos los agentes del territorio, y la tercera es que se trabaja con los recursos que ya están en el territorio, no hay que invertir.

¿Cómo empezó con este proyecto?

Me vine a vivir a Gredos en 2010 y con la asociación de empresarios empezamos a valorar los recursos turísticos de la zona para construir producto e intentar paliar la despoblación. Si creas producto turístico, se supone que atraes gente, que demanda servicios y de esa manera puedes fijar población. Conseguimos la certificación de la Fundación Starlight y empezamos a promocionar el destino como un lugar idóneo para la observación del cielo.

Con el fin de desestacionalizar, y aprovechando el patrimonio del paisaje, siempre procurando que el proyecto fuera sostenible, creamos el Festival del Piorno

Todos los años, en los meses de mayo y junio, cuando se produce la floración de esta humilde retama, que es principalmente amarilla y da lugar a un paisaje espectacular, organizamos numerosas actividades para atraer a la gente. También tenemos el recurso de las aves, hemos desarrollado producto incluso para los turoperadores de Centroeuropa y ya hay negocios especializados. Trabajamos también con la gastronomía. En definitiva, una serie de productos turísticos sostenibles porque no queríamos masificar esto, sino desarrollar un territorio, creando riqueza, pero desde una perspectiva de sostenibilidad.

A partir de ahí empezó a trabajar en otros destinos...

Este trabajo fue visible y me llamaron de otros territorios para hacer lo mismo. En Gredos fue y sigue siendo de forma voluntaria, pero en otros territorios lo convertí en parte de mi trabajo. Me fui especializando en el desarrollo de turismo rural y en los otros territorios trabajé con patrimonios diferentes. Por ejemplo, en el municipio de Navas del Marqués (Ávila) hay mucho interés por el deporte, la literatura o el arte. Aplicaba siempre la misma metodología, lo que yo llamaba el sentido común, pero durante la pandemia, como estábamos paralizados, me apunté a un máster y me ayudaron a definir y desarrollar un modelo. Un sistema que implica trabajar con los responsables de los territorios que están en riesgo de despoblación para transformarlos en destinos sostenibles. Es una metodología basada en cinco pasos muy sencillos y es importante que otros la conozcan. Yo sola no abarco y me pareció que tenía sentido porque los sitios donde he trabajado y he aplicado el modelo, humildemente, van promoviendo una economía local a través del turismo rural.

A veces, la diferencia entre la vida y la muerte de muchos de estos territorios está en desarrollar un modelo de turismo sostenible, que les permita mover la economía porque no tienen otra cosa, allí no van las grandes fábricas ni los inversores. Lo que tienen es lo que tienen y sobre eso es sobre lo que hay trabajar

Isabel Sánchez Tejado fue una de las fundadoras de la entidad Repueblo -iniciativa sin ánimo de lucro para incentivar la repoblación de pueblos deshabitados-, aunque actualmente está desvinculada de la misma para centrarse en su propio proyecto. Además, hasta el pasado mes de marzo, y durante 11 años, presidió la Asociación de Empresarios de Gredos Norte (Asenorg).

Una vez que ha desarrollado este modelo, tiene una escuela para que otros lo puedan seguir.

Me pareció importante que cuanta más gente lo aprenda, mejor. Creé la Escuela de Turismo Generativo, que es online. Hay un curso que está empaquetado, en el que explico en qué consiste el modelo, recorro los cinco pasos y explico todo el proceso desde que se detecta una necesidad en un territorio.

Después de 30 años en multinacionales, ¿cómo surge la idea de hacer este cambio?

No surge, te obliga la vida. Trabajé en empresas como Trasmediterránea, IBM, en PwC o Meta 4, entre otras, y en un determinado momento decidí emprender y crear una empresa de tecnología, pero el proyecto no salió bien, porque estalló la crisis de 2008 y porque no valoré bien la ventana de oportunidad. Me salió mal, pero aprendí mucho. Entonces me vine a Gredos, donde tenía una casa de fin de semana, y decidí establecerme aquí y así empezó todo.

¿Han conseguido atraer a muchos visitantes?

No tenemos un observatorio turístico, pero los empresarios saben que antes mayo y junio eran meses valle, pero ahora no. La gente quiere venir en estos meses porque les encanta el paisaje. Además, con el certificado Starlight, hemos conseguido más pernoctaciones porque es una actividad nocturna. Era un turismo muy vinculado a la nieve o a épocas de buen tiempo y ahora es un destino de fin de semana todo el año.

¿Se ha logrado asentar más población creando puestos de trabajo?

Esta zona es un desierto demográfico, con una baja densidad de población. Hay incluso un pueblo que tiene un habitante, por eso la media sale tan mal, pero hay tres pueblos que tiran de la economía de la zona, que son el Barco de Ávila, Navarredonda de Gredos y Hoyos del Espino. Han crecido y tienen mucha más gente viviendo.

Ahora, y esto es general en el sector español, hay un problema tremendo de personal. Hay gente que quisiera tener más empleados, pero se encuentra con un problema añadido que es la falta de vivienda

En estas zonas, todo el mundo hace casas rurales o destina sus viviendas para el turismo, que son costosas para quienes vienen a trabajar como camareros o cocineros o en turismo activo, y no hay otras alternativas de alojamiento. Habría más posibilidades de fijar población y de tener más gente viviendo aquí si no hubiera ese problema. A pesar de ello, puedo decir que sí se generan puestos de trabajo y que hemos conseguido desestacionalizar.

¿En qué medida las tendencias como el teletrabajo pueden beneficiar a los destinos rurales?

Ha habido de todo. Algunos, con la excusa de la pandemia al final se han quedado, y siguen aquí. Otros vinieron, se empadronaron, luego se han vuelto a la ciudad por el tema de los niños, de los médicos... En los pueblos se vive muy bien, pero tienes que tener también tu planteamiento de vida.

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