Estrellas en los hoteles: qué significan, cómo se otorgan y diferencias

Guía para entender el sistema de clasificación de las estrellas en los hoteles

Publicada 15/06/25

Estrellas en los hoteles: qué significan, cómo se otorgan y diferencias

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La clasificación por estrellas sigue siendo una referencia central en la industria hotelera para indicar el nivel de calidad, servicios y confort que ofrece un establecimiento. Sin embargo, detrás de cada estrella hay criterios técnicos, regulaciones que varían según el país o región y, en ocasiones, percepciones de lujo que superan los estándares oficiales. En esta guía informativa, abordamos en detalle qué significa cada nivel de estrellas, cómo se otorgan, quién las regula, por qué no existe una estandarización global y qué implicaciones tiene para la estrategia comercial de un hotel.

En un sector tan competitivo como el hotelero, las estrellas siguen siendo uno de los elementos más reconocibles y determinantes a la hora de evaluar la categoría de un establecimiento. Aunque han evolucionado con el tiempo y su interpretación varía entre países y regiones, siguen ofreciendo una referencia útil sobre el nivel de servicios, instalaciones y atención al cliente que puede esperar un huésped.

Para los profesionales del sector, comprender el sistema de clasificación por estrellas no solo es esencial para posicionar su oferta, sino también para gestionar adecuadamente las expectativas de los viajeros.

Un sistema no unificado

A pesar de su uso generalizado en todo el mundo, el sistema de clasificación hotelera por estrellas no se rige por una normativa universal. No existe un estándar global que determine de forma homogénea los criterios para otorgar estrellas a un establecimiento, lo que puede dificultar la comparación entre hoteles con la misma calificación en diferentes países.

A nivel internacional, también existen entidades privadas que emiten sus propias valoraciones, con sus propios criterios y escalas de valoración, como la Guía Michelin, la Guía Forbes o la clasificación Diamond de la AAA (American Automobile Association). En Estados Unidos, por ejemplo los sistemas más reconocidos son los de la AAA y la Guía Forbes.

Si bien estas calificaciones tienen un alto prestigio y visibilidad, no siempre coinciden con las clasificaciones oficiales, lo que añade un elemento más de complejidad al comparar alojamientos entre distintos destinos o cadenas hoteleras.

En Francia, por ejemplo, las organizaciones privadas pueden encargarse de otorgar las estrellas, siempre que estén acreditadas por el Comité de Acreditación de Francia. En otros 17 países europeos, el sistema empleado es el de HotelStars Union, una asociación internacional que agrupa a hoteles y restaurantes y que utiliza una metodología común para evaluar y clasificar los alojamientos.

Por su parte, en Italia, España y Grecia, la responsabilidad de asignar estrellas recae en las administraciones regionales.

En el caso de España, esta competencia está completamente descentralizada: cada comunidad autónoma establece sus propios requisitos, aunque suelen basarse en principios generales similares

Esta diversidad normativa ha dado lugar a notables diferencias en la interpretación y aplicación del sistema de estrellas, tanto por parte de los profesionales del sector como de los propios viajeros. En España, la categoría máxima que puede alcanzar un hotel es de cinco estrellas, aunque algunas comunidades reconocen distinciones adicionales como la categoría “gran lujo”.

La clasificación se determina en función de criterios objetivos como el tamaño mínimo de las habitaciones, los servicios ofrecidos, la calidad de la atención al cliente, las condiciones de accesibilidad, la limpieza o las características técnicas del edificio.

De una a cinco estrellas: ¿qué diferencias existen?

La clasificación por estrellas sigue siendo una guía clave para entender qué tipo de alojamiento le espera al cliente al hacer una reserva. Cada categoría implica un salto en calidad, servicios e instalaciones. A continuación, desglosamos las principales diferencias entre los hoteles de una a cinco estrellas.

Algunos de los criterios utilizados para conceder las estrellas son la calidad de las instalaciones, el nivel del servicio y el tipo de opciones y servicios que ofrecen a los huéspedes

Estrellas en un hotel
En términos generales, los hoteles suelen clasificarse entre una y cinco estrellas, siendo una estrella indicativa de los servicios más básicos y cinco estrellas sinónimo de excelencia y prestaciones de alto nivel Fuente: Adobe Stock

Hoteles de una estrella (1*)

Los alojamientos de una estrella ofrecen lo esencial para una estancia funcional. Se trata de opciones económicas y sencillas, enfocadas en cubrir únicamente las necesidades básicas del viajero: una cama, un baño privado y, en algunos casos, limpieza periódica. Es posible que carezcan de televisión, aire acondicionado, recepción 24 horas u otros servicios.

En esta categoría se engloban también muchos albergues y moteles dirigidos a mochileros, donde el precio y la ubicación suelen ser los principales atractivos.

Las habitaciones individuales deben medir 7 m² y las dobles 12 m² con una altura de al menos de 2,50 metros. Su baño debe tener como mínimo 3 m² y como servicios mínimos deben tener calefacción y al menos 1 ascensor.

Hoteles con dos estrellas (2*)

En el segundo nivel se da un paso adelante en comodidad, a medida que se asciende en la escala, se incorporan elementos que enriquecen la experiencia del cliente: mayor amplitud en las habitaciones individuales que deben medir 7 m² y las dobles 14 m².

Su baño debe tener como mínimo 3,5 m² y como servicios mínimos debe contar con los servicios de los hoteles de 1 estrella más teléfono en las habitaciones y caja de seguridad a disposición de los huéspedes.

Los hoteles de dos estrellas suelen ofrecer habitaciones con teléfono, televisión y baño completo, además de servicios como limpieza diaria y recepción continua. Algunas instalaciones incluyen un desayuno continental o un pequeño comedor.

Pese a mantener tarifas económicas, el huésped encuentra ya una estructura más organizada y una atención más regular, con un enfoque algo más orientado al confort.

Hoteles con tres estrellas (3*)

Los establecimientos de tres estrellas combinan precios competitivos con un estándar de comodidad elevado. Las habitaciones son más espaciosas y están bien equipadas: ropa de cama de calidad, escritorio, armario, televisión de pantalla plana y cafetera, entre otros.

Las habitaciones individuales deben medir 8 m² y las dobles 15 m². Su baño debe tener como mínimo 4 m² y a los servicios de las categorías inferiores debemos añadirle aire acondicionado en las zonas comunes y bar-restaurante a disposición de los huéspedes. Además, pueden incluir servicios como piscina, gimnasio y salas de reuniones o conferencias.

Por lo general, los hoteles de 3 estrellas suelen estar mejor ubicados que los hoteles con menos estrellas, siendo habitual encontrar estos hoteles en zonas urbanas, cerca de las principales atracciones turísticas y restaurantes.

La diferencia principal respecto a los hoteles de dos estrellas reside en la oferta de servicios complementarios y en una mayor atención al diseño y mantenimiento.

Hoteles con cuatro estrellas (4*)

En los hoteles de cuatro estrellas, el concepto de lujo comienza a materializarse de forma evidente, las habitaciones presentan más amplitud y elegancia, las individuales miden mínimo 9 m² y las dobles 16 m², y están equipadas con colchones de alta gama, albornoces, zapatillas, minibar, artículos de baño premium y, en muchos casos, cocinas equipadas. Su baño debe tener como mínimo 4,5 m².

El abanico de servicios que encontramos en esta categoría es amplio: conserjería, servicio de habitaciones las 24 horas, aparcacoches, spa, gimnasio completo, piscinas y restaurantes de cocina cuidada

A su vez, en ellos se puede observar que todo se mantiene de manera impecable, desde la decoración hasta el más mínimo detalle. El vestíbulo de estos hoteles es espacioso y la Wifi es de alta velocidad.

Suelen estar ubicados en zonas prime de grandes ciudades, cerca de playas o en destinos turísticos consolidados. La diferencia respecto a un hotel de tres estrellas está en la calidad global del servicio, el nivel de personalización y la sofisticación de las instalaciones.

La mayor diferencia entre los hoteles de 3 y 4 estrellas es que los establecimientos de 3 estrellas están más enfocados a la comodidad, mientras que los hoteles de 4 estrellas procuran ofrecer una experiencia de lujo. Es habitual pues que la mayoría de los hoteles de 3 estrellas no tengan un spa exclusivo, clases personalizadas en los gimnasios o varias piscinas, a diferencia de los hoteles de 4 estrellas. También entre las diferencias se encuentra que el personal suele ofrecer un servicio más personalizado en un hotel de 4 estrellas.

En los hoteles de 4 y 5 estrellas, el lujo deja de ser una promesa para convertirse en un estándar. El diseño interior, el nivel de personalización del servicio, la gastronomía o el equipamiento tecnológico se sitúan en un nivel superior. Estos establecimientos suelen ubicarse en enclaves estratégicos, como zonas de alta demanda en grandes ciudades, áreas turísticas de alto valor o edificios históricos rehabilitados.

Hoteles con cinco estrellas (5*)

La máxima categoría hotelera está reservada a los establecimientos que ofrecen una experiencia de excelencia cinco estrellas. Aquí, cada detalle cuenta. Desde la arquitectura y decoración -a menudo en edificios históricos o vanguardistas- hasta la oferta de servicios, todo apunta a la exclusividad.

Las habitaciones individuales deben medir 10 m² y las dobles 17 m². Su baño debe tener como mínimo 5 m² y todos los requisitos referentes a las categorías anteriores.

En cuanto a estos requisitos, no hay muchas diferencias entre un hotel de 4 y uno de 5 estrellas, la diferencia está en la calidad y variedad de sus servicios. La mayor diferencia entre los hoteles de 5 y 4 estrellas es que los establecimientos de 5 estrellas están orientados a la clientela más adinerada o que buscan una experiencia superior.

Las camas son verdaderamente cómodas y los servicios disponibles en la habitación suelen incluir ropa de cama de diseño, mobiliario de alta gama, carta de almohadas, jacuzzi, caja fuerte electrónica, amenities premium y cocina americana.

El personal está altamente cualificado para anticiparse a las necesidades del huésped y ofrecer un trato exquisito y personalizado.

Los servicios abarcan desde spa con entrenador personal y restaurantes gourmet, hasta entretenimiento en vivo y experiencias a medida. La diferencia clave con los hoteles de cuatro estrellas no es tanto lo tangible como el nivel de atención al cliente, que en esta categoría alcanza su punto máximo.

La atención al detalle es clave: desde el tipo de colchón y la carta de almohadas, hasta la disponibilidad de amenities de lujo, entretenimiento bajo demanda o servicio de habitaciones durante todo el día

No obstante, más allá de los metros cuadrados o los servicios tangibles, lo que distingue a un cinco estrellas es, sobre todo, el nivel de atención al cliente. La capacidad del personal para anticiparse a las necesidades del huésped y ofrecer soluciones personalizadas marca la diferencia en esta categoría.

En esta categoría, encontramos también los hotel de gran lujo, también conocido como hotel de 5 estrellas y gran lujo (GL), que se refiere a aquellos hoteles que, además de cumplir con los criterios de una clasificación de 5 estrellas, superan estos estándares con servicios y comodidades excepcionales que se pueden considerar de lujo.

¿Existen los hoteles de siete estrellas?

Aunque popularizado por algunos establecimientos icónicos, como el Burj Al Arab en Dubái, considerado el único hotel de 7 estrellas del mundo, la denominación de hotel de siete estrellas no tiene reconocimiento oficial. Se trata de una estrategia de marketing que algunos complejos utilizan para destacar su nivel de lujo y exclusividad, pero que no forma parte de ningún sistema reglado.

Burj Al Arab en Dubái
Burj Al Arab en Dubái Fuente: Adobe Stock

En la práctica, estos hoteles operan bajo la categoría de cinco estrellas, aunque ofrezcan servicios tan singulares como mayordomos privados, flotas de vehículos de alta gama, terrazas con piscinas privadas o experiencias gastronómicas diseñadas por chefs con estrellas Michelin.

Este fenómeno refleja una tendencia creciente en el sector: la búsqueda de diferenciación no tanto por el número de estrellas, sino por el concepto de experiencia.

Es también una llamada de atención sobre las limitaciones del sistema tradicional de clasificación, que no siempre refleja aspectos intangibles como el carácter del establecimiento, la sostenibilidad de su modelo o el nivel de innovación tecnológica.

¿Qué se entiende por servicios de un hotel?

Los servicios de un hotel abarcan todos aquellos elementos adicionales que se ofrecen tanto en las habitaciones como en las instalaciones comunes del establecimiento. A medida que aumenta la categoría del hotel -reflejada en el número de estrellas-, también lo hace la variedad y calidad de estos servicios.

Aunque cada hotel puede ofrecer prestaciones distintas, muchos comparten características similares, por ejemplo, los alojamientos de 1 y 2 estrellas suelen brindar comodidades básicas como aire acondicionado, televisión y conexión Wifi.

En cambio, los hoteles de 4 y 5 estrellas disponen de servicios más exclusivos en sus habitaciones, como café de alta gama, productos de aseo de lujo y televisores de última generación con plataformas de streaming incluidas. Además, estos hoteles de mayor categoría también cuentan con instalaciones destacadas dentro del recinto, como servicio de aparcacoches, gimnasios modernos, piscinas (interiores o exteriores), restaurantes de calidad y spas.

¿Qué significan las estrellas de los hoteles? Guía para no perderse
Amenities en un hotel Fuente: Archivo Hosteltur

Requisitos técnicos y responsabilidades

En el caso español, la obtención de estrellas implica cumplir con una serie de criterios técnicos definidos por cada comunidad autónoma. Estos incluyen desde las dimensiones mínimas de habitaciones y baños, hasta la presencia de servicios como ascensor, calefacción, climatización o instalaciones comunes.

Un hotel debe solicitar su clasificación oficial antes de la apertura y exhibir visiblemente su categoría, habitualmente en la fachada. Una vez obtenida, debe mantener los requisitos a lo largo del tiempo, bajo riesgo de perder la certificación si deja de cumplirlos.

A ello se suman los controles de calidad que aplican algunas asociaciones o grupos hoteleros, así como las auditorías internas que muchas cadenas implementan para asegurar estándares homogéneos en sus distintos establecimientos.

La reputación online y las valoraciones en plataformas digitales se han convertido en una extensión no oficial pero determinante del prestigio de una categoría.

Valor estratégico

Más allá del aspecto normativo, la clasificación por estrellas tiene un valor estratégico para los operadores turísticos y los gestores hoteleros. Una mayor categoría no solo permite acceder a segmentos de cliente con mayor poder adquisitivo, sino que puede justificar tarifas más elevadas, influir en la negociación con turoperadores y reforzar el posicionamiento de marca. Sin embargo, también implica mayores inversiones en infraestructuras, mantenimiento y personal.

Al mismo tiempo, es importante considerar que el mercado está en transformación. La irrupción de modelos alternativos de alojamiento, como los apartamentos turísticos o los hoteles boutique sin clasificación oficial, ha diversificado la oferta y ha modificado las expectativas del cliente.

En este contexto, las estrellas siguen siendo una herramienta útil, pero no suficiente. Para competir en la nueva era del turismo, la experiencia del huésped y la personalización del servicio cobran un peso creciente.


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