La entrevista de Carmen Porras

Cambio climático: cómo afrontar un proceso lento que no frena su avance

Damià Gomis, catedrático de Física en la Universidad de las Islas Baleares (UIB), charla con Hosteltur en el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra cada 5 de junio

Publicada 05/06/22 -Actualizada 20/06/22 02:09h
Cambio climático: cómo afrontar un proceso lento que no frena su avance
  • "El problema del cambio climático es que es un proceso lento y, a veces, de difícil percepción"
  • "Hay que llegar a emisiones netas cero. Es decir, emitir solo las que los océanos, bosques y plantas puede absorber"
  • "La subida del mar reducirá las playas, pero no afectará a la seguridad, las costas no son tan bajas para que haya grandes inundaciones"

El calentamiento global es una de las principales amenazas para la humanidad, pero todavía falta mucha concienciación sobre su gravedad. "El problema del cambio climático es que es un proceso lento y, a veces, de difícil percepción. Por decirlo de alguna manera, el mar sube ahora tres milímetros cada año, y es difícil percibirlo, pero en dos o tres décadas nos encontraremos con playas mucho más reducidas", explica Damià Gomis, catedrático de Física en la Universidad de las Islas Baleares (UIB). Además, en su faceta de investigador, ha participado en varias expediciones a la Antártida.

El cambio climático es actualmente una de las principales preocupaciones, pero ¿estamos tomando las medidas suficientes para frenar el incremento de las temperaturas?

Distinguiría distintos ámbitos. Por un lado, están los acuerdos internacionales, como los de la Cumbre de París; por otro, los hay a nivel nacional y regional. Los acuerdos de París son muy voluntaristas, cada Estado dijo a qué se comprometía. Si sumamos todos esos esfuerzos, a día de hoy, no es suficiente porque el objetivo sería que la temperatura no pasara de un grado y medio de aumento, o como máximo de dos, en el futuro. En el siglo XX subió ya un grado. Con los acuerdos internacionales alcanzados a día de hoy, se estaría en incrementos de más de tres.

¿Y a nivel nacional?

España va en sintonía con Europa y, en este sentido, Europa es la punta de lanza, es quien está haciendo más a nivel mundial, y dentro de España, destaca Baleares. Los acuerdos son por estados. Es España quien lo tiene con la Unión Europea y con la comunidad internacional, pero es cierto que las autonomías se están comprometiendo de manera voluntaria y en este sentido, Baleares se ha comprometido a ir más allá de los promedios que nos obligan.

Además de los acuerdos en el ámbito público, ¿en qué medida se han de comprometer los ciudadanos? ¿Tenemos que cambiar nuestros hábitos de vida, de consumo...?

No es exclusivo de los gobernantes, la sociedad tiene que ir detrás apoyando esos acuerdos. Esos esfuerzos se basan en tres pilares: gastar menos energía, que la que gastemos sea más eficiente y que la que se gaste provenga de energías renovables. Los tres hacen falta y, unos sin los otros, no salen las cuentas. Seguramente tendremos que cambiar algunos de nuestros hábitos.

Damià Gomis dirige el Laboratorio de Investigación sobre Cambio Climático (LICC) de la UIB y es investigador en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), un centro mixto entre la UIB y el CSIC.

Y a estas alturas, son todos urgentes...

El problema es el siguiente, y esto es un concepto muy importante, la gente cree que el aumento de la temperatura depende de las emisiones y que si las disminuimos a la mitad, es suficiente, pero el aumento de la temperatura depende de lo que se va acumulando en la atmósfera.

Si reducimos las emisiones a la mitad, la temperatura subirá más lentamente, pero seguirá subiendo. La única manera de estabilizar el clima es llegar a lo que se llama emisiones netas cero. No significa que no se lance ninguna emisión, sino que se lancen solo aquellas que la naturaleza por sí misma pueda neutralizar

Los océanos, los bosques o las plantas absorben dióxido de carbono. Si emitimos una cantidad que la naturaleza es capaz de absorber, la concentración en la atmósfera se mantendría estable y eso significaría estabilizar la temperatura. Hay que llegar a emisiones netas cero, es a lo que se ha comprometido la Unión Europea para el año 2050.

¿Considera que en la sociedad existe suficiente concienciación sobre esta emergencia climática, sobre la necesidad de que todos contribuyamos?

No, en absoluto. El problema del cambio climático es que es un proceso lento y, a veces, de difícil percepción. Por decirlo de alguna manera, el mar sube ahora tres milímetros cada año, y es difícil percibirlo, pero en dos o tres décadas nos encontraremos con playas mucho más reducidas. Por otro lado, la gente percibe, según qué medidas, casi como un ataque a su calidad de vida y no tiene por qué ser así.

Hay conciencia de que tenemos un problema, pero no se está haciendo todo lo que se debería, incluso por parte de la sociedad. No somos suficientemente conscientes de lo que se nos viene encima

Mencionaba la subida del mar, una circunstancia que tendrá un impacto notable en el sector turístico, uno de los principales motores de la economía española.

No está muy claro cómo puede afectar al turismo. Por un lado, se dice que los veranos van a ser demasiado tórridos para que la gente se sienta a gusto aquí, pero, por otro, podría significar que se desestacionalice. Lo que sí pasará son dos cosas. Afectará a los recursos hídricos en un país que ya tiene unos recursos típicos de un clima mediterráneo, el agua justita. Y, en segundo lugar, la subida del mar supondrá una disminución de la superficie de las playas, aunque no afectará a nuestra seguridad porque nuestras costas no son tan bajas como para que haya grandes inundaciones.

Hace varios años, usted participó en un estudio sobre los efectos de la subida del agua en Venecia, que sufre el llamado fenómeno del acqua alta con cierta frecuencia. ¿Cree que se han tomado medidas?

Aquí, las medidas son de dos tipos. Uno es adaptarse a lo que viene, como puede ser aumentando los diques. La otra es mitigar las emisiones. Son complementarias. En el caso de Venecia se ha apostado más por la adaptación y hay en marcha medidas para proteger la costa, pero en cuanto a la mitigación de las emisiones el tema es global.

Podemos emitir cero, pero como no emita cero todo el mundo, el mar no va a dejar de subir

En este sentido participamos de las decisiones internacionales, pero a nivel de adaptación se están haciendo cosas porque la gente ve que va a haber problemas, no solo en Venecia, en cualquier costa que sea baja. Y debemos ser conscientes de que adaptarse va a costar bastante dinero.

¿Será necesario, por tanto, construir nuevas infraestructuras, nuevos diques…?

Se tendrá que ver en cada playa. Establecer un dique es algo que se sabe hacer y no hay mayor problema, más allá del económico, pero evitar que una playa se sumerja es mucho más complicado. Una playa con un sistema dunar detrás, más o menos en estado natural, seguramente pueda retroceder, pero en playas con un paseo marítimo construido, es más complicado. Las soluciones que se proponen a veces pasan por tirar la primera línea, pero eso supone un coste muy elevado.

Antes comentaba que la solución es global, usted ha viajado con frecuencia a la Antártida, que se suele considerar como el mayor sensor climático del planeta. ¿Cómo se aprecian estos cambios?

La vida de una persona, mi vida laboral, por ejemplo, es demasiado corta para apreciar cambios de una expedición a otra. El clima tiene sus fluctuaciones, aunque un año sea más frío o más caliente que el anterior, eso no es un síntoma de cambio climático, lo que hay que tener son series muy largas, de décadas, para poder asegurar científicamente que algo está cambiando.

En la Antártida las series son relativamente recientes, pero ya se ve. Los polos, especialmente el norte, son las dos regiones del planeta donde más se van a apreciar los cambios

Cando se habla de subidas de un grado y medio o dos, es un promedio global. Antes dije que la temperatura había subido un grado de media global, pero en el polo norte ha subido tres y, cuando indicamos que va a subir, por ejemplo, tres, en el polo norte van a ser nueve. Los polos son regiones extremadamente sensibles a estos cambios y, por tanto, son verdaderos sensores de los cambios climáticos y, por supuesto, que se están observando.

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