Turismo y agua
27 enero, 2024 (12:58:53)Las reuniones profesionales que constituyen una de las mejores iniciativas de FITUR 2024 han puesto de manifiesto la sofisticación de la actividad empresarial turística: la innovación tecnológica puesta al servicio del análisis de la demanda, la prestación de los servicios turísticos al usuario, y la gestión empresarial. La apelación a la digitalización y a la inteligencia artificial ha sido el tema estrella de estos encuentros empresariales. Es de destacar que este énfasis en la innovación tecnológica no hace olvidar a los gestores de la actividad turística que el turismo es fundamentalmente una relación interpersonal, en la que presencia humana es absolutamente imprescindible. La innovación tecnológica es un instrumento que ha de ponerse al servicio de la relación personal entre el prestador del servicio turístico y el cliente con el fin de proporcionar a éste una experiencia de mayor valor añadido que satisfaga sus expectativas.
Otro tema abordado en la sesión de HOTUSA Explora 2024, la mejor de la serie de diez que se han realizado, fue el de la ausencia de un PERTE Para le sector turístico. Su negación fue hábilmente defendida desde el sector público basándose en dos argumentos. El primero es que ya se han concedido ayudas al sector turístico. El segundo es que los PERTES están diseñados para el sector industrial pero no para el sector servicios. Este segundo argumento parece bastante endeble, ya que significa excluir de estas ayudas europeas a sectores productivos no ya sólo el turismo, sino otros como el comercio o la comunicación, que están llamados a hacer un uso intensivo de las nuevas tecnologías de la digitalización y de la inteligencia artificial. Así mismo implica desconocer los proceso productivos del sector del transporte, del alojamiento y de la restauración, que son plenamente industriales.
En otras de estas reuniones sectoriales se ha vuelto a manifestar la decepción por la falta de asignación de las ayudas europeas a la ya permanente aspiración de la modernización de los destinos maduros de sol y playa, que tuvieron el gran mérito de iniciar el gran desarrollo del turismo internacional hacia los destinos españoles y que merecen su puesta al día porque son capaces, mediante una adecuada cooperación de la inversión privada, ya presente, y de la pública, de seguir atrayendo significativas corrientes turísticas.
En el marco de un optimismo generalizado sobre la buena marcha del turismo, después de la fulgurante recuperación de la crisis provocada por el coronavirus, que ha superado los condicionamiento económicos, y sólo matizado por las incertidumbres geopolíticas, también aparecieron en estas jornadas las amenazas que se ciernen sobre el turismo español: la superregulación del transporte aéreo, la presión fiscal, la inseguridad jurídica, la falta de un campo de juego equilibrado de las distintas formas de alojamiento turístico, la necesidad de nuevas inversiones en infraestructuras de transporte ante el crecimiento del viaje turístico y el retraso en la intermodalidad.
Sin embargo, entre estas amenazas no ha merecido una mínima reflexión un problema acuciante que no es exclusivo del turismo, pero que puede afectarle de manera muy negativa. La sequía y la consiguiente falta de suministro de agua a los destinos turísticos. Falta muy poco que los tabloides de los mercados emisores empiecen a vociferar la alarma sobre el riesgo que supondrá viajar a los destinos españoles, de sol y playa y de ciudades, que no tienen garantizado el suministro de agua.
Este tema solamente mereció una mención de pasada en la sesión de HOTUSA Explora y ni apareció en las otras reuniones como la de EXCELTUR y el TRAVEL INNOVATION SUMMIT, aunque en este último caso es comprensible dada la especialización de su enfoque.
Ante temas de la envergadura de los mencionados anteriormente, hacer una reflexión sobre el agua puede parecer irrelevante e incluso extravagante. Sin embargo no lo parecerá tanto en cuanto los medios sensacionalistas de los mercados emisores empiecen a publicar noticias alarmantes sobre las prohibiciones del llenado de las piscinas de los hoteles o las limitaciones en el uso del agua por parte de los turistas.
Ante esta eventualidad sería deseable que el organismo nacional encargado de crear y proteger la imagen del turismo español, TURESPAÑA, diseñara una plan de gestión de crisis, en cooperación con las Comunidades Autónomas, la Federación Española de Municipios y Provincias y la Alianza de Municipios Turísticos de Sol y Playa, recabando información de las perspectivas de disponibilidad de agua en los principales municipios turísticos y de las medidas adoptadas para hacer frente a esta situación.
La inexistencia de un Plan Nacional del Agua, que en su día fue propuesto y ante un cambio político fue posteriormente desechado, refleja la inacción de los poderes públicos para hacer frente a un problema anunciado hace mucho tiempo y que ahora puede verse agravado. Toda política medioambiental, para ser efectiva, no puede quedarse en grandes declaraciones, sino que ha de concretarse en actuaciones determinadas que resuelvan problemas específicos. Seguramente los ayuntamientos de los destinos se estarán ya planteando esta cuestión, pero no parece que el Gobierno esté contemplando este problema que es general y que afecta no sólo al turismo sino a la agricultura, a la ganadería y al conjunto de la sociedad.
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