Descubre esta Semana Santa otros Caminos de Peregrinación en El Bierzo
28 marzo, 2018 (13:05:10)Hay lugares donde el paisaje y la historia parecen destinados al goce personal, enclaves en lo que todo conserva la referencia a otro tiempo y donde las sensaciones se mezclan con la tierra para proporcionarle su verdadera identidad. Son lugares especiales, únicos, diferentes… Sin lugar a dudas la comarca berciana es uno de esos rincones y pone a tus pies una encrucijada de caminos de peregrinación y un mestizaje cultural aglutinando paisaje, legado histórico, arte, costumbres y folklore para hacer de su conjunto un universo de posibilidades.
El Bierzo es tierra hospitalaria y generosa de naturaleza exuberante que, con facilidad, atrapa los sentidos delvisitante. Territorio de ermitaños, monjes, castillos, caballeros templarios, monasterios, leyendas y suculentas viandas, es también cruce de caminos surcados desde hace siglos por quienes persiguen el sueño de llegar a Santiago de Compostela en impenitente peregrinación.
La comarca berciana desprende aires jacobeos por los cuatro costados y cuatro son las rutas que, con un único fin, confluyen en el vergel más occidental de la provincia leonesa. Aunque cada uno con un origen propio y con itinerarios que compiten en belleza y personalidad, todos son custodios de buena parte de la esencia cultural berciana y legua a legua regalan hermosas estampas en rincones que se suceden como si de un ejercicio de realismo mágico se tratase.
El Camino Olvidado
Posiblemente ésta sea una de las rutas más antiguas de cuantas discurren por nuestra geografía y, pese a caer en desuso, nunca fue olvidado del todo.
Su nacimiento hay que buscarlo en el País Vasco, fundiéndose en la berciana localidad de Villafranca del Bierzo con el Camino Francés, después de compartir en su recorrido la magia de unos paisajes únicos.
Esta legendaria ruta entra en El Bierzo desde la también comarca leonesa de Omaña, sorteando la imponente silueta del monte Catoute, por la Campa de Santiago, allí donde nace el río Boeza.
A medida que se avanza el aire se torna brisa serena hasta llegar a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, el pueblo con el nombre más largo de España. Declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Conjunto Histórico, es un magistral catálogo de arquitectura tradicional y recorrer sus calles es un permanente estímulo para los sentidos, pues conserva magníficas muestras de valor etnográfico incalculable.
Dejando atrás este museo al aire libre, la ruta se encamina por un escenario natural cambiante en cada época del año, pues su generosidad hace que aquí encuentren su hábitat perfecto cientos de especies vegetales, hasta llegar a las inmediaciones del pantano de Barcena, después de atravesar las localidades
de Igúeña, Quintana de Fuseros, Cabanillas de San Justo, San Justo de Cabanillas, Labaniego, Arlanza, Losada, Rodanillo, Cobrana y Congosto. Desde aquí se hace necesario bordear el embalse, renunciando a la visita de las aldeas que quedaron sumergidas a mediados del siglo pasado.
Pocos kilómetros quedan ya para alcanzar el Camino Francés, pero la belleza de lo recorrido, el calor de las gentes que nos hemos encontrado y la sensación de serenidad vivida nos dejarán una profunda huella en el corazón al sentirnos protagonistas del renacer de un camino genuino.
El Camino de invierno
Como su nombre indica, se trata de la ruta seguida e iniciada por los peregrinos medievales para evitar el sufrimiento de la crudeza invernal que significaba llegar a O Cebreiro por el Camino Francés.
Partiendo desde Ponferrada y siguiendo la margen izquierda del río Sil, lo que garantizaba un clima más benigno, la senda discurre entre bosques de castaños, cerezos y bosques de ribera que tapizan la tierra con generosidad sobrecogedora. Y de pronto, después de dejar atrás localidades como Toral de Merayo, Priaranza o Santalla del Bierzo en las que siempre es bien recibido el peregrino o el viajero, por encina de las copas de los árboles, sobre una atalaya natural y con aspecto de estar colgado de una potente barranco, la silueta del castillo de Cornatel nos recuerda que ésta siempre fue tierra de paso y que él siempre ha estado ahí vigilante. La que fuera la segunda fortaleza templaría en orden de importancia, detrás de la de Ponferrada, posiblemente deba su origen a una anterior cuya misión fue la de proteger la cercana explotación minera de oro en tiempos de los romanos: Las Médulas.
Actualmente sigue conservando ese misterioso magnetismo por el que jamás pasa desapercibido, además de levantarse en medio de un paisaje de belleza extrema.
Continuamos el camino a través de la localidad de Borrenes con el “punto de fuga” ya puesto en Las Médulas, sin duda alguna un hito de la historiografía minera.
“...Y el monte fragmentado cae por sí mismo con más estruendo del que la mente humana puede concebir”. Así describió Plinio el Viejo en su “Naturalis Hispaniae” una de las fases del proceso de extracción del oro en la época romana de los albores de nuestra era. Esta técnica, empleada en Las Médulas, el más colosal reto de explotación aurífera imperial y definida como “ruina montium”, consistía en la acción depredadora del hombre para destruir la montaña en busca del preciado metal.
El espectáculo que hoy podemos contemplar, dos mil años después, es un paisaje sorprendente y cautivador que roza la irrealidad con grandes barrancos arcillosos, largas y oscuras galerías y agujas de tierra erosionadas que emergen del verdor exuberante de las copas de los castaños, robles y genistas.
Desde el mirador de Orellán la panorámica es sobrecogedora. Extrañas sensaciones asaltan nuestros corazones, mientras despiertan los sentidos disparando la imaginación hacia otros tiempos. Resulta muy difícil desviar la mirada cuando los ojos se nos quedan clavados en cada rojizo picacho o en cada vaguada tapizada de un manto verde de castaños centenarios que resalta más aún la grandiosidad de un paraje que, con todo merecimiento, es Patrimonio de la Humanidad.
Así son Las Médulas, unas ruinas de la propia naturaleza formadas por el hombre que con cada amanecer despiertan aún más bellas y sugerentes, con el embrujo y la magia capaz de hechizar el corazón y la memoria de todo aquel que tenga la osadía de descubrir sus secretos.
Poco a poco nuestros pasos se encaminan a la última localidad leonesa, Puente Domingo Florez, después de contemplar el lago de Carucedo a la vez que nuestra imaginación rememora alguna de sus leyendas.
Camino del Manzanal
Esta ruta, variante del Camino Francés entre Astorga y Ponferrada, ofrece un recorrido algo más largo, pero con menores cotas de altitud, por lo que resulta interesante, además de por su riqueza histórica y paisajística.
Una vez alcanzada la localidad de Manzanal del Puerto aguarda la primera sorpresa. El monasterio de San Juan de Montealegre, fundado en el año 945 junto a la calzada romana Vía Nova. Tras la Desamortización de Mendizábal el cenobio entra en un paulatino e inexorable deterioro, a pesar del cual conserva su personalidad. Afortunadamente se han iniciado algunas labores de consolidación con el fin de evitar su total desaparición.
A partir de aquí el camino hacia las localidades de Torre del Bierzo y Folgoso de la Ribera se convierte en un recorrido intimista, silencioso y placentero por un escenario natural rico en matices, formas y colores que aún hoy dejan ver algunos restos de la ya desaparecida actividad minera.
Bembibre y su rico patrimonio histórico es punto de referencia de esta ruta y un buen lugar para reponer fuerzas, antes de continuar hacia San Miguel de las Dueñas y su monasterio cisterciense del s. X, que bien se merecen una pausada visita. Entre sus muros atesora mil años de historia y un magnífico patrimonio artístico.
Alguien dijo una vez que si es importante llegar, no lo es menos las vivencias del camino. Y para todo caminante, viajero o peregrino siempre hay un antes y un después de haber recorrido, vivido, sentido y palpado El Bierzo, una tierra única como pocas, genuina hasta sus entrañas que invita y seduce para ser recorrida. Buen Camino!!!