Un análisis de Ángeles Vargas

Desde mi ventana en La Habana

El difícil equilibrio entre el crecimiento y la conservación de la autenticidad

Publicada 28/06/18 -Actualizada 25/07/18 02:00h
Desde mi ventana en La Habana
  • En Cuba cada persona que comercializa habitaciones como vivienda turística obtiene un permiso específico y ostenta una placa
  • El sector hotelero español está comprometido con un crecimiento que quiere diversificar destinos y poner en valor el patrimonio
  • Pese a las restricciones para viajar al país, las navieras norteamericanas de cruceros siguen aumentando escalas y generando gasto turístico en el país

Análisis / La saturación que observamos en algunos destinos turísticos hace pensar con recelo respecto de los ambiciosos proyectos de crecimiento de aquellos que tratan de convertir al sector en una tabla de salvación para su economía y, como es el caso de Cuba, de una sociedad que lucha por sobrevivir con un capacidad admirable para sortear las dificultades.

Partimos de que el Grupo de Turismo Gaviota, propietario en la actualidad de 84 hoteles y villas con más de 29.000 habitaciones —un tercio de la capacidad de alojamiento de Cuba - tiene prevista la apertura en 2018 de 4.591 nuevas habitaciones en La Habana, Cayo Las Brujas, Cayo Santa María, Cayo Guillermo, Cayo Cruz y Holguín. El horizonte para 2020 se sitúa en 50.000 habitaciones, según recogió este diario en Gaviota sumará 4.600 habitaciones en 2018 y alcanzará 50.000 en 2021. Se trata de un incremento de la planta hotelera con el que se pretende responder a una fuerte demanda por el destino.

La falta de camas es especialmente patente en las pequeñas ciudades patrimoniales, con un gran atractivo cultural, y de ahí que Cuba construye 674 nuevas habitaciones en ciudades patrimoniales, vinculadas al impulso del turismo de circuitos. Mientras, los organismos oficiales están favoreciendo un crecimiento controlado del alojamiento privado. Y es que uno puede estar en desacuerdo con su régimen político pero hay que reconocer que en este sentido, como en algunos otros, en Cuba se están haciendo las cosas bien. Cada persona que comercializa un alojamiento obtiene un permiso especifico del Gobierno previamente y ostenta una placa que indica que hay habitaciones para turistas (existe un permiso distinto para alquilar a los propios cubanos).

Vista desde mi habitación en el Iberostar Parque Central en La Habana. Foto: Hosteltur.Vista desde mi habitación en el Iberostar Parque Central en La Habana. Foto: Hosteltur.

De hecho, durante su intervención en el Foro Hosteltur 2018, el vicepresidente ejecutivo y consejero delegado de Meliá Hotels International, Gabriel Escarrer, cuya compañía lleva varias décadas operando en el país y tiene un ambicioso programa de aperturas en destinos muy variados, comentó que "seguimos pensando que las cosas se están haciendo muy bien y que es el ejemplo de desarrollo y de crecimiento sostenible, cosa que en otros países no se está haciendo", agregó el directivo, según Escarrer: “Cuba va a ser el destino más competitivo del Caribe” .

Respecto a la forma de hacer negocios en Cuba, Escarrer defendió la seguridad jurídica del país. "La primera joint venture que hizo el Gobierno cubano fue con Meliá, hace 27 años, y todo lo que se nos prometió en temas fiscales, de repatriación de dividendos y en políticas de diversa índole se ha cumplido a rajatabla. Ojalá se llevase a cabo con este mismo rigor en otros países donde estamos".

También Iberostar Hotels & Resorts ha hecho una fuerte apuesta por este destino, según Iberostar refuerza su presencia en Cuba con hoteles únicos, sumándose al objetivo estatal de impulsar las ciudades patrimoniales y realizando grandes inversiones en la recuperación y puesta en valor de edificios históricos.

Esperemos que todo siga siendo así en este ámbito, que el crecimiento equilibrado permita que Cuba, por su boom de popularidad, no se acabe convirtiendo en parque temático, algo que precisamente se achaca en algunos destinos a la proliferación indiscriminada de viviendas turísticas y que produce una pérdida de la autenticidad con la huida de los residentes. Triste sería especialmente por su simpatía y su gran resiliencia, la especial cualidad del cubano para hacerse fuerte ante las dificultades.

Cruceristas en el centro de la capital cubana. Foto: Hosteltur.Cruceristas en el centro de la capital cubana. Foto: Hosteltur.

Por cierto, mientras esperamos que algún día las relaciones entre Estados Unidos y Cuba se normalicen de tal manera que los estadounidenses puedan visitar sin permisos especiales el país (restringido ahora a las 12 categorías), las compañías de cruceros están haciendo su agosto, duplicando escalas prevista para el próximo año, como en el caso de Carnival Cruise Line que tendrá 40 en 2019 frente a las 20 de este año desde puertos como Miami y Tampa.

Esos cruceristas no duermen en Cuba, señor Trump, pero están consumiendo, están haciendo gasto -aunque sea tomando una TuCola, o una cerveza Bucanero o quizá comprando una muñequita cubana-, y están contribuyendo en positivo a la economía del país.

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