Los nuevos riesgos de la industria turística

Los fenómenos climáticos extremos amenazan el turismo

Inundaciones, huracanes, turbulencias y veranos muy calurosos

Publicada 03/02/14
Los fenómenos climáticos extremos amenazan el turismo

Los fenómenos extremos suponen una amenaza cada vez más importante para el sector turístico, que ha pasado a ser una actividad global. Según la Organización Meteorológica Mundial, la Tierra registró situaciones climáticas extremas sin precedentes durante la década 2001-2010.

Así, en la década anterior se alcanzaron temperaturas récord y se produjo un incremento de muertes debido a oleadas de calor durante veranos extremadamente cálidos en Europa en 2003 y en Rusia durante 2010.

También fue la segunda década más humeda desde 1901, lo que produjo abundantes riadas e inundaciones. Otros fenómenos extremos fueron el huracán Katrina, las inundaciones en Pakistán así como sequías en el Amazonas, Australia y África del Este.

En la segunda década del siglo XXI parece continuar la tendencia de los fenómenos climáticos extremos, lo que tiene impactos directos sobre la industria turística. Sin embargo, la comunidad científica está dividida respecto a si los fenómenos extremos están causados o no por el cambio climático.

Ver también Aerolíneas y pasajeros pierden 1.000 M € en EEUU por la tormenta polar.

Inundaciones

El 18 de junio de 2013 se decretó la situación de emergencia en la comarca catalana de la Val d'Aran a raíz de la subida de los ríos que atraviesan el valle. Este importante destino turístico cuenta con 14.000 plazas hoteleras y 24.000 plazas de segunda residencia.

De los ocho cámpings existentes en la zona, tres de ellos quedaron inutilizados por las trombas de agua. Las inundaciones también causaron derrumbes de carreteras y puentes. Las autoridades locales y vecinos admitieron que la crecida de los ríos, causada por fuertes lluvias y el deshielo de grandes masas de nieve, fue un fenómeno meteorológico extremo, algo “nunca visto” en más de medio siglo.

En total, las inundaciones fluviales y costeras en España cuestan anualmente 800 millones de euros y cada 15 años se produce en nuestro país un evento extremo que provoca daños "singulares" en la costa.

Son datos aportados por el catedrático de la Universidad de Cantabria y director del Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas de la UC, Raúl Medina, quien reclama una adecuada gestión del riesgo de inundación por parte de todos los estamentos, desde el local al nacional.

Los daños más graves producidos por las inundaciones se sitúan en los puntos de mayor concentración de bienes, en las zonas costeras del Norte y en el arco de Valencia y Cataluña. Cabe recordar que en las costas españolas reside el 44% de la población del país, que llega al 120% en verano, sumando a los turistas.

Según sostiene este experto, "no existen desastres naturales, lo que existe es una gestión inadecuada de los fenómenos naturales". En cualquier caso, Medina recuerda que siempre existirá la "atracción" por la costa, cada vez más ocupada por viviendas, industrias, hoteles, servicios, etcétera. Y ha advertido que "poner muchas cosas en la costa" hace que aumente la vulnerabilidad.

En Europa, los costes de las inundaciones cuestan 10.000 millones de euros al año, incluyendo los gastos destinados a protección contra este tipo de fenómenos. La Directiva de la UE de Inundaciones de 2007 se centra en el planeamiento, en "no dejar que se construya donde no se debe", y en disponer de sistemas de prevención basados en una planificación previa. Con esta norma se corrige la tendencia anterior "equivocada" de tratar únicamente de mitigar los fenómenos naturales.

Por otra parte, y según datos de la compañía de seguros Munich Re, los daños causados por fenómenos climáticos a nivel global sumaron 2,8 billones de euros entre 1980 y 2012. El 74% de estas pérdidas estuvo relacionada con fenómenos meteorológicos extremos. Ver también la noticia del pasado noviembre Cerdeña declara el estado de emergencia.

Infraestructuras y edificios dañados en Nueva York tras el paso del huracán Sandy en noviembre de 2012. #shu#Infraestructuras y edificios dañados en Nueva York tras el paso del huracán Sandy en noviembre de 2012. Imagen Shutterstock

Huracanes

Según la agencia National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) de Estados Unidos, desde 1995 se viene registrando un ciclo de mayor actividad de huracanes en el Atlántico, debido entre otros motivos a un aumento de las temperatura de superfície del océano y mar Caribe.

De hecho, los científicos han observado que las temperaturas a nivel global han dejado de ascender, a pesar de que las emisiones de efecto invernadero han continuado creciendo. Lo que ha ocurrido, sugieren, es que el calor de la atmosfera ha sido absorbido por los océanos tropicales. Y el calor acumulado en los mares, que genera evaporaciones de agua masivas, es precisamente el principal “combustible” de huracanes y tifones.

Precisamente, el tifón más feroz de 2013 –de fuerza 5- asoló varias islas de Filipinas el pasado 8 de noviembre, causando más de 2.500 fallecidos. La ciudad de Tacloban quedó destruida en un 90%. Ver Video: turistas rescatados en un hotel de Filipinas inundado por el tifón.

Unos días después, durante la Cumbre del Clima que tuvo lugar en Varsovia, la delegada de Filipinas declaró: “Somos el segundo país más vulnerable por el calentamiento global, con 22 tifones anuales de media, algo insostenible que genera daños imposibles de sufragar”.

Otro huracán de gran impacto mediático afectó la ciudad de Nueva York en octubre de 2012. “No podemos seguir negando la realidad del cambio climático. Tenemos ‘inundaciones del siglo’ cada dos años”, dijo el gobernador del estado de Nueva York, Mario Cuomo, tras el paso del huracán Sandy.

De ahí que proponga diseñar de nuevo la infraestructura de la ciudad de los rascacielos “de forma inteligente”. Cabe recordar que en 2011 Nueva York también se vio afectada por el paso del huracán Irene.

Más turbulencias en los vuelos

Los vuelos a través del Atlántico Norte podrían volverse bastante más molestos para los pasajeros -con más baches- debido al cambio climático, según aseguran algunos científicos. Así lo apunta una investigación de Reading University, Reino Unido, que ha analizado las turbulencias que afectan a los aviones que realizan esta ruta.

El estudio indica que a mediados del siglo XXI las turbulencias aéreas serán más fuertes, entre un 10% y un 40% más intensas, lo que tendría a su vez consecuencias económicas. “Podemos suponer que si los vuelos son desviados para rodear las zonas de turbulencias ello significará un mayor consumo de combustible”, explican los autores del estudio.

Nuevas rutas marítimas

La posibilidad de que el cambio climático permita abrir nuevas rutas marítimas por el oceano Ártico estaría cada vez más próxima. En agosto de 2012, y aprovechando el verano boreal cuando las masas de hielo son más finas, un buque dedicado al transporte de gas fue la primera nave en inaugurar la ruta conocida como “Paso del Noreste”, desde Noruega, bordeando Rusia y llegando hasta Yokohama, en Japón.

Europa sin verano

El canal francés de meteorología Meteo revolucionó las redes sociales cuando en mayo de 2013 advirtió que Europa podría “quedarse sin verano” en 2013.

En este sentido, los meteorólogos señalaron que la posibilidad de tener un verano fresco y húmedo se situaba en un 70%. Es decir, en lugar de un junio, julio y agosto con temperaturas cálidas, los pronósticos apuntaban a una anomalía fría que se prolongaría durante tres meses, combinada con lluvias más intensas de lo habitual.

El pronóstico acertó a medias. La primera mitad de julio efectivamente fue muy lluviosa, pero posteriormente en países como Francia y Reino Unido los ciudadanos disfrutaron de sol y buenas temperaturas durante el resto del verano.

En cualquier caso, el sólo hecho de que los partes meteorológicos apuntaran la posibilidad de un verano frío y lluvioso en el centro y norte de Europa fue un elemento de promoción turística incalculable para España y otros destinos soleados.

Cabe recordar que la llegada de turistas extranjeros a España aumentó un 5,3% en junio; un 2,9% en julio, un 7,1% en agosto; y un 4,7% en septiembre. La recuperación económica de los mercados emisores europeos así como la relación calidad-precio y la seguridad que ofrece España como destino explican buena parte de este aumento de turistas, aunque el “factor climático” también pudo haber contribuido al repunte de la demanda.

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Sol y playa

Pero a medio y largo plazo, las oleadas de calor en los destinos del Mediterráneo son otro fenómeno climático extremo que podría ir a más, según se apunta en el informe “Evaluación de los efectos del cambio climático en la Eurorregión Pirineos para la mejora de la competitividad y eficiencia del sector turístico”.

Javier Martín-Vide, Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, y Elvira Carles, directora de la Fundación Empresa y Clima, explican que las precipitaciones se mantendrán al nivel actual hasta 2020, aunque puede ser que desciendan en 2050.

Los recursos hídricos (especialmente en Cataluña y Baleares) se reducirán, sobretodo en 2050. Y además “aumentará ligeramente el nivel del mar”.

Sin embargo, el cambio climático traerá también “un aumento considerable de las temperaturas”. Es decir, los destinos del Mediterráneo podrían alargar la temporada turística gracias al buen tiempo en primavera y otoño, pero en cambio sufrirán durante los meses julio y agosto más días “con una temperatura desagradable por el exceso de calor”. Es decir, con temperaturas medias iguales o superiores a los 30ºC.

De este modo, Barcelona y Palma de Mallorca podrán disfrutar de “inviernos más suaves progresivamente, pero con pérdida de confort climático en el centro del verano”, apuntan los autores del estudio.

Concretamente, en Barcelona hacia el año 2020, el exceso de calor sería aproximadamente de 10 días, del 24 de julio al 2 de agosto. Hacia el año 2050 se alargaría a 41 días, del 15 de julio al 24 de agosto.

“Cabe señalar que Palma de Mallorca ya cuenta en la actualidad con 37 días con temperaturas desagradables por exceso de calor y esta cifra pasará a ser de 45 días en 2020 y, según las previsiones del informe, de 73 días en 2050”.

Para los autores del informe, “la creciente concienciación y el compromiso del turista con la sostenibilidad y la preservación del medio, hará que, cada vez sean más valoradas las infraestructuras y los servicios con un impacto ambiental limitado y aquellos donde se ahorre agua y energía”.

Este reportaje ha sido publicado en la revista HOSTELTUR de enero.

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Comentarios 1
Un reportaje muy claro que debe hacernos pensar cual es la responsabilidad de todos los que formamos parte de este planeta. En el último lustro vienen sucediendo hechos que son como avisos de lo que puede suceder si no se toman medidas. A pesar de las múltiples reuniones, congresos, documentos, etc. sobre el cambio climático, los huracanes, tifones, lluvias torrenciales y mares que envían olas de 10 y 12 metros como está sucediendo en la Costa Cantábrica llevándose por delante todo lo que encuentran, da la impresión que seguimos mirando hacia otro lado, parece que gusta más un mundo insostenible, Quizá nostros o las próximas generaciones se darán cuenta que no todo es FITUR, hay que pensar que debe hacer la sociedad para que después no vengan las lamentaciones. Muy importante el reportaje de HOSTELTUR