El sector ferroviario español cerró 2024 sumido en el caos: retrasos generalizados, averías recurrentes y la indignación de los usuarios marcaron un año negro. Con el inicio de 2025, la situación no ha venido acompañada de una mejora del servicio y ha demostrado que los problemas persisten.
Apenas iniciado el nuevo año, el 1 de enero, una grave avería informática paralizó por completo la operativa de los trenes Talgo Avril, afectando a más de 14.000 pasajeros en conexiones de alta velocidad (AVE) y bajo coste (Avlo) de los tres corredores que unen Madrid con Galicia-Asturias, Madrid-Zaragoza-Barcelona y Madrid-Levante
Aunque Renfe logró restablecer parcialmente el servicio el día 2, la tranquilidad duró poco: ese mismo día, una nueva incidencia en los sistemas de señalización del corredor Madrid-Barcelona provocó más interrupciones y miles de viajeros quedaron atrapados en estaciones.
El sistema ferroviario español encadena incidencias sin frenos. Fuente: Archivo Hosteltur
El panorama no mejoró con la llegada de la primavera. En abril se desató una nueva crisis ferroviaria, que fue provocada por el apagón eléctrico que afectó a gran parte del territorio nacional y colapsó el servicio de trenes. Numerosas líneas de Cercanías, Media y Larga Distancia quedaron interrumpidas y cientos de trenes permanecieron parados con miles de pasajeros a bordo.
Apenas unos días después, ya en mayo, un episodio de robo de cable de cobre en la línea de alta velocidad Madrid-Andalucía sumió el tráfico ferroviario en un auténtico caos. Unos 10.000 pasajeros quedaron varados a consecuencia de los retrasos acumulados.
El sabotaje, que afectó cinco puntos de la provincia de Toledo, con especial incidencia en zonas forestales de difícil acceso, obligó a suspender los servicios.
Imágenes del robo de cable. Fuente: Adif
Tampoco junio fue tranquilo. Al final del mes, el corredor norte experimentó alteraciones durante varias horas. Primero, retrasos por una incidencia en la vía atribuida a las altas temperaturas. Después, un incendio en la infraestructura de la provincia de Valladolid obligó a suspender circulaciones entre Segovia, Gijón y otras capitales del norte, prolongando demoras que se arrastraron durante días.
Y julio, que acaba de empezar, ya ha dejado dos episodios de pesadilla ferroviaria. El primero, una avería en la catenaria a la altura de Toledo paralizó durante 14 horas (empezó el 30 de junio) la línea de alta velocidad Madrid-Andalucía. Momentos antes de la incidencia, un tren de la compañía francesa Ouigo perdió contacto con los sistemas de señales y se quedó parado en la vía, lo que provocó que hasta cuatro trenes en un tramo de siete kilómetros tuvieran que detenerse a la cola de este.
Todo ello provocó que más de 25.000 viajeros de Renfe, Ouigo e Iryo sufrieran las consecuencias de la avería: trenes bloqueados, retrasos y pasajeros atrapados, algunos hasta más de 10 horas dentro de un convoy sin poder moverse.
Al día siguiente, la circulación de trenes de alta velocidad entre Madrid y Barcelona se interrumpió por un incendio cerca de la infraestructura en Lleida. La incidencia afectó a 23 trenes en total, 2 Ouigos, 2 Iryos y 19 Renfe, aunque la normalidad se recuperó poco después en todas las líneas.
Ante esta situación, el sistema ferroviario español, atraviesa uno de los peores momentos de su historia reciente, con Renfe y Adif bajo la presión constante de unos usuarios que reclaman, cada vez más, soluciones efectivas.
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