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FuTuRiSMo
Publicada 15/11/09

Sin embargo este planteamiento que hoy nos resulta natural, hace años no tenía cabida, y en un mundo en el que el conocimiento era un bien escaso, cuando alguien lo alcanzaba raras veces lo compartía. Es en este contexto en el que vive su máximo esplendor la innovación en el siglo XX, cuando ésta era un concepto casi exclusivo de grandes compañías con decenas de departamentos que podían invertir suficiente dinero en captar el mejor talento y los expertos mas reconocidos para sus departamentos de investigación y desarrollo, y posicionarse así como lideres en el mercado gracias a los avances tecnológicos que hacían mejorar sus productos.
Pero el entorno comenzó a cambiar; el conocimiento dejó de estar sólo en manos de expertos, profesionales, científicos y de las grandes compañías que podían pagar por obtenerlo, y comenzó a distribuirse y a ser accesible para personas y entidades autónomas que lo utilizaban en investigar y que posteriormente lo compartían, como universidades, centros de investigación o emprendedores, llegando así a todo el mundo.
Las empresas ?cerradas?, comenzaban a quedarse fuera del ?nuevo mercado? que se estaba abriendo en torno a ellas, y pese a que seguían manteniendo éxito en el suyo propio, no llegaban a dónde otros si lo hacían. Estaban perdiendo liderazgo, aún invirtiendo millones en I+D en sus empresas?¿qué estaba pasando?
Había llegado la revolución social, la colaboración y distribución a través de la red, y tras esto llegó una nueva actitud, una nueva mentalidad, un nuevo concepto: la innovación abierta, que abría las puertas de los laboratorios de I+D transformando por completo el proceso de innovación hasta ahora utilizado. Se entendió, que con los expertos encerrados bajo llave, era muy difícil escuchar las demandas del mercado, pilar básico para la producción de cualquier empresa, y comenzó a dejarse participar de la innovación a trabajadores de otros departamentos que sí estaban en relación con el mercado, como a los expertos en marketing, promoción, distribución, etc.
Una vez entendido esto, el siguiente paso es darse cuenta de que un sector es competitivo por la competitividad de las empresas que lo conforman, y en un momento de máxima exigencia de la demanda, la mejor forma de permanecer en su punto de mira, es abrir todas las ventanas de nuestra empresas y dejar que entren aires nuevos en el proceso innovador.
El objetivo de la innovación abierta, es construir una red en la que todas las empresas trabajen de forma conjunta para aumentar la competitividad, generando unas dinámicas de colaboración entre todos los actores que permitan la mejora integral de todos los procesos y de la rentabilidad.
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Aplicaciones en Turismo:
El proceso de innovación abierta, parece diseñado especialmente para el sector turístico. Nuestro entorno de competitividad son los destinos, y el objetivo de éstos debería ser presentarse ante la demanda como una red fluida, en la que todas sus empresas estén igual de capacitadas y sean igual de competentes a la hora de enfrentarse a los consumidores y satisfacer sus necesidades.
Esto solo puede conseguirse con la actuación conjunta de todos los actores que conforman un destino, partiendo tanto de la iniciativa pública, como de la privada. Debemos trabajar en nuestro patrimonio; debemos crear una política innovadora que nos permita fluir hacia nuevos mercados.
La innovación abierta nos hará crecer, nos dará seguridad ante el mercado, y transformará a la competencia en palanca de beneficio. Solo con la actuación y colaboración de todos, podemos competir en el mercado actual. Escuchémonos, aprendamos unos de otros, y compitamos, pero no uno contra otro, sino juntos.
Paula Martinez
El blog personal del autor
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