Más allá de la resiliencia turística a través de la gobernanza
5 junio, 2025 (08:55:20)Con la pandemia de la covid-19 el sector turismo demostró, una vez más, su elevada REsiliencia, entendida como la capacidad de superar circunstancias adversas o extremas, sean del tipo que sean (natural, biológico, terrorista, financiero), en plazos relativamente breves. Sin embargo, la sobredependencia de esta actividad económica en numerosos países (particularmente en economías insulares y en desarrollo, donde el turismo representa en algunos casos más del 60% del PIB) les expone a una alta vulnerabilidad ante crisis exógenas, como quedó evidenciado durante la referida pandemia, declarada por la OMS el 11 de marzo de 2020.
En síntesis, el turismo global recuperó los niveles de 2019 durante 2024, mientras que España superó dichos niveles ya en 2023, cuando se alcanzaron y superaron los indicadores de 2019 tanto en número de visitantes como en ingresos y gastos medios. Todo ello confirma la notable REsiliencia del sector ante un choque imprevisto de tal magnitud, con una caída sin precedentes a consecuencia de las restricciones a la movilidad y cierres de fronteras que trajeron consigo la incertidumbre sanitaria.
En todo caso, el concepto de REsiliencia tiene una connotación reactiva, o sea, de reacción ante esas circunstancias imprevisibles de muy alto impacto, en este caso mediante la implementación de políticas de apoyo y medidas de seguridad eficaces.
No obstante, algo que nos debió enseñar esta catástrofe reciente es la necesidad de tener a punto mecanismos de gobernanza que permitan una acción lo más temprana posible que minimice los daños, pasando de un enfoque reactivo a otro proactivo: es ahí donde nace el término PROsilencia: una gobernanza PROsiliente (Erdmenger, 2022).
El surgimiento abrupto de dicha pandemia y sus efectos devastadores desencadenó, especialmente en destinos urbanos con una proyección turística destacada, iniciativas para movilizar y organizar a la sociedad en su conjunto con la finalidad de combatir el desastre y preparar la recuperación. Ahora, una vez cerrado el paréntesis que se abrió en 2020, esa gobernanza participativa no debería abandonarse, sino consolidarse con una nueva misión: dotar al destino de la mayor PROsiliencia posible. No debería desaparecer al haber sido fruto de la excepcionalidad, sino consolidarse para garantizar un mejor funcionamiento del destino ante nuevos embates, que sin duda llegarán, aunque no sepamos cuándo.
En la actualidad, el sector no está exento de retos que reclaman una gobernanza inclusiva, con un enfoque público-privado-comunitario. Hasta Exceltur (2025), en su recientemente publicado “Atlas de contribución municipal del turismo en España - Año 2024”, defiende “una gobernanza participativa a través de órganos de cogestión público-privada, bajo fórmulas jurídicas ágiles y flexibles que permitan la involucración activa de todos los agentes del destino (incluyendo representantes de la sociedad civil), la incorporación del mejor talento profesional, y la generación de los recursos necesarios al servicio de una gestión del destino con una visión transversal, consensuada y de medio y largo plazo, que persiga el posicionamiento de modelo turístico deseado, a la vez que favorezca su engarce con los objetivos de la sociedad local.” (p. 20).
Siguen algunas claves para articular esa gobernanza PROsiliente:
1.-Poner en marcha la llamada quíntuple hélice (Carayannis et al, 2012), es decir, un órgano de gobernanza que dé cabida a los agentes del conocimiento (hélice educativa), a las empresas (hélice económica), a las administraciones públicas (hélice política), a la comunidad local (hélice social) y a las organizaciones vinculadas al medio natural (hélice ambiental).
2.-Sobre la hélice social del modelo de gobernanza, habitualmente la menos integrada de todas, algunas notas a tener en cuenta son las siguientes:
*Es importante cambiar el foco y asumir que no se trata de gestionar un destino turístico (que per se coloca en el centro el ejercicio del turismo), sino una comunidad con residentes permanentes y residentes temporales (turistas y excursionistas), con intereses, necesidades y ritmos de vida no siempre coincidentes que es preciso conciliar para lograr una coexistencia armoniosa (concepto al que se hará referencia más abajo). Por tanto, ese foco no puede estar sólo en los visitantes, sino también en quienes viven en el destino que fuere, a quienes, cuando menos, es preciso escuchar con atención a través de canales permanentes y eficaces de participación.
*La falta de apoyo de la comunidad de acogida es como un bumerán que, antes o después, se volverá en contra de cualquier modelo que le dé la espalda al capital social que aquella representa, sin tenerla en cuenta en los órganos de gobernanza del destino, sin empoderarla para poder contribuir a definir el interés general del mismo.
*Comprender, en cada destino, qué factores favorecen o debilitan la participación de las comunidades anfitrionas. Tales factores pueden ser internos (liderazgo social, redes de colaboración ciudadana, sentido de apego a la comunidad, etc.) o externos (contexto institucional, situación de vulnerabilidad -o no- de la misma, etc.).
*Una sociedad centrada en el turismo debe ser una sociedad educada para el turismo, para acoger, para aportar ideas y proyectos, etc., aspecto del que poco o nada se habla.
3.-Aplicar el concepto de Destino Turístico Armonioso, integrador de otros preexistentes (turismo ético, responsable, sostenible, regenerativo, …, inteligente) y presentado en posts anteriores:
https://www.hosteltur.com/comunidad/005851_presente-y-futuro-del-turismo-los-destinos-turisticos-armoniosos.html (11 octubre, 2024).
https://www.hosteltur.com/comunidad/005862_generando-turismofilia-el-destino-turistico-armonioso-dta.html (23 octubre, 2024).
https://www.hosteltur.com/comunidad/005884_gestion-de-destinos-cerca-o-lejos-de-la-armonia.html (3 diciembre, 2024).
Tan sólo recordar que su propósito es difundir el bienestar entre todos los actores del destino (incluidos el medio ambiente, las comunidades locales y las generaciones futuras), promoviendo la armonía dentro del mismo a través de la proporción y correspondencia entre todos ellos dentro del todo que forman, de manera que puedan definir conjuntamente el bien común al que desean aspirar. En no pocos casos se hace evidente la necesidad de trabajar para restaurarla, cuando problemas como la turismofobia, la insatisfacción laboral, la escasez de mano de obra cualificada, la degradación del medio ambiente y del patrimonio, etc. ponen de manifiesto la falta de armonía existente.
Entre sus características se encuentra el rol de la gobernanza turística, de forma que, en lugar de un enfoque jerárquico (de arriba a abajo, liderado por las Administraciones Públicas) o de colaboraciones exclusivamente público-privadas (político-empresariales), se apuesta por fórmulas de gobernanza más inclusivas (un enfoque integrador público-privado-comunitario) que den cabida a todos los actores, aunque esto las convierta en más complejas. Por tanto, se trata de establecer mecanismos de co-gobernanza donde participen los actores relevantes, según el tema en cuestión, priorizando siempre el bien común del destino. La innovación (tecnológica o de otro tipo), la sostenibilidad (ambiental y social) y la accesibilidad serán ejes transversales de esa co-gobernanza.
4.-Por último, pero no menos importante, la implementación de una gobernanza PROsiliente requerirá de un pensamiento sistémico, capaz de comprender las interconexiones y el contexto del ecosistema empresarial, social y ambiental del destino, así como de alcanzar entre sus actores una comprensión común de sus problemas. Esto exige la conformación de un sólido marco de confianza y colaboración entre las partes interesadas; un análisis honesto de las mismas, esto es, de sus intereses y dinámicas de poder; así como de mucha empatía y escucha activa. Sobre esa base, las soluciones serán co-creadas, con un enfoque iterativo y experimental.
No es pequeño el desafío que queda planteado. ¿Recogemos el guante?
Fuente de la imagen: ChatGPT.

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