Por Joaquin José Martínez Gomá, en Economía

Seguridad en el sector turístico

13 noviembre, 2017 (23:10:26)

Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha sentido la necesidad de escapar de su entorno habitual por diferentes estímulos, y una de las principales maneras era viajar como forma de obtener descanso y desconexión de la vida cotidiana. Hoy en día, esa motivación se ha convertido casi en una necesidad básica.

El psicólogo Abraham Maslow formuló una teoría sobre las necesidades humanas basada en un modelo piramidal, según la cual dichas necesidades se dividen en cinco niveles de jerarquía -comenzando desde la base: necesidades fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización-. Según Maslow, conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan necesidades y deseos más elevados.

La seguridad física y psíquica las encontramos en el segundo nivel de la pirámide, ya que el ser humano necesita sentirse seguro y protegido para poder satisfacer las necesidades de los escalones superiores y, así, poder vivir el día a día con normalidad.

Tomando como base esta teoría, Pearce propuso una adaptación en el campo de estudio de la motivación turística, quedando la pirámide de la siguiente manera:

  • Necesidad de relajación (descanso/actividad)
  • Necesidad de estimulación (seguridad/emociones fuertes)
  • Necesidades sociales (de familia/relaciones íntimas de amistad)
  • Necesidades de autoestima (desarrollo personal/cultural/histórico…)
  • Necesidades de autorrealización (búsqueda de la felicidad)

La seguridad forma parte de nuestras vidas y se ha convertido en uno de los factores más importantes a la hora de elegir un destino turístico. Según un estudio de Tourspain, la seguridad es una de las razones principales por las que los viajeros eligen España como destino, por detrás del clima y de la relación calidad-precio.

El sector del turismo está aumentando a pasos agigantados, tal y como reflejan los datos recogidos por los principales organismos nacionales e internacionales de este ámbito. Según el Informe sobre turismo internacional 2016 elaborado por la Organización Mundial del Turismo, el número de turistas en el mundo alcanzó casi los 1200 millones en el año 2015. Si a todo esto se añade la facilidad de transmisión de la información, vía redes sociales, que permite a cada usuario mostrar en tiempo real fotografías u opiniones, se obtiene el coctel perfecto para convertir un destino turístico en “la gallina de los huevos de oro” o en una completa ruina.

Extrapolando los datos recogidos en dicho informe al sector económico de España, queda constancia de que el turismo es uno de los principales motores del país, alcanzando el 12% de su PIB y 110.000 millones de euros.

En cuanto a la sensación de seguridad, se mide de manera individual, según la percepción de cada persona en cada momento de su vida y en función de diversos parámetros, como el lugar de residencia, el tipo de trabajo, las experiencias vitales, etc.

Es sabido por todos que hay hechos determinantes a la hora de elegir un destino u otro, tales como desastres naturales, problemas políticos en el país receptor, inseguridad ciudadana o acaecimiento de atentados terroristas que, hoy en día, se han convertido en el peor enemigo del sector turístico.

En este sentido, vemos casi mensualmente cómo los actos terroristas ya no sólo se realizan en esos países donde el turismo dejó de llegar hace tiempo o donde nunca ha llegado a existir. Hoy, vemos cómo esos atentados son cometidos en ciudades como Barcelona, Nueva York, Berlín, París o Londres, principales destinos mundiales. Estos sucesos hacen que el turista pueda ver a las víctimas con otros ojos, con la mirada de un compatriota, un vecino, un conocido o un familiar, y le aporta una sensación de empatía que le arrastra a pronunciar frases como “ese podría haber sido yo”, “mi hermano estuvo hace una semana en ese lugar y le podía haber tocado”, “tengo billetes para ir a la ciudad donde ha sido el atentado, ¿me pasará algo?”.

Por lo tanto, el nivel de afluencia turística se ve mermado como consecuencia de la falta de seguridad. A modo de ejemplo, a raíz de los múltiples atentados cometidos en Francia en los últimos años, el Comité Regional de Turismo de París estimó una pérdida de 1300 millones de euros para el país. Asimismo, Túnez tuvo unas pérdidas de casi un 70% del turismo en el 2015 con respecto al año 2010. Si bien es cierto que el turismo se ve afectado por el acontecimiento de hechos de esta naturaleza, los turistas, desgraciadamente, ya ven con normalidad este tipo de actos y los destinos se recuperan en menos tiempo.

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