Revitalizar los pueblos a través de complejos hoteleros: una tendencia para crear experiencias únicas

Ejemplo de ello es el complejo de lujo que TUI ha puesto en marcha en La Toscana, en Tenuta de Castelfalfi, municipio en el que en el año 2007, cuando adquirió el terreno, sólo residían dos personas. El proyecto, que contará con una inversión total de 250 millones de euros, incluye un hotel boutique (ubicado en una antigua fábrica de tabaco y que contará con 32 habitaciones), casas rurales y apartamentos, restaurantes y un campo de golf de 18 hoyos. Será construido bajo criterios de sostenibilidad y aprovechando los recursos del medio.

Si trasladamos este proyecto a España, podemos encontrar ejemplos similares como Aldea Roqueta (una antigua aldea en el término municipal de Culla, Castellón, que ha sido rehabitada gracias su explotación como alojamiento hotelero y en la que se encuentran repartidas 18 suite) o Couso Galán (una aldea dedicada íntegramente al turismo rural, convertida desde 2008 por sus propietarios, que la compraron en el año 2000, en un complejo hotelero con 20 habitaciones, un restaurante, una cafetería y un salón de celebraciones y eventos con capacidad para 300 personas), citados en el post De pueblo abandonado a resort de lujo, de la Comunidad Hosteltur.

Según explica M. Ángels Serra, socia-consultora de Chias Marketing, en su comentario al respecto, en Cataluña existe una oferta llamada Vilars Rurals que, también intenta compartir ese concepto de vivir unos días en un pueblo. Además también recurren a este tipo de enclave algunas escuelas de idiomas para realizar su formación.

Experiencia única o placebo

No obstante cabe cuestionarse si el alojarse en uno de estos establecimientos verdaderamente crearía “experiencias auténticas”, ya que como menciona Arturo Crosby, director de Forum Natura, en la Comunidad Hosteltur, “en un pueblo artificial lo que faltará es la vida o la ruralidad”. Con él coincide, Eduardo Serrano Martínez, director corporativo de Restauración de Zaragoza Urbana, que afirma: “no sé hasta qué punto este esfuerzo resultará real, pues un pueblo vacío de sus habitantes originales, por muy restaurado que esté, no es más que una casa que se construye en un paraje”.

También Chema Herrero, revenue & CRS manager en Zenit Hoteles, apunta a la dificultad de encontrar originalidad en este tipo de producto, ya que en lugar de dinamizar la zona, cuando llegan inversores procedentes de otros sectores al mundo rural, no siempre saben actuar de la manera acertada, y terminan por causar el efecto contrario.

Por su parte, Xavier Canalis, autor del post, opina: “Cuando nos vamos a grandes volúmenes y economías de escala, es imposible ser fiel al original. Este proyecto será al fin y al cabo un sucedáneo, o un placebo que hará vivir una ilusión al huésped. Debemos preguntarnos entonces si las experiencias auténticas al 100% encajarían en el mercado de masas”.