Pilotos y controladores, alta capacidad ante una gran responsabilidad
Publicada 15/10/15
Análisis/ Seguridad, es la palabra que más repiten pilotos y controladores cuando hablan de su profesión porque es el objetivo que guía sus pasos en posiciones de tanta responsabilidad en la que no es oro todo lo que reluce pero para la que sólo un pequeño porcentaje de la población contaría con aptitudes.
La Unión Sindical de Controladores Aéreos (USCA) organizó recientemente en Sevilla con la colaboración del sindicato de pilotos Sepla, una jornada formativa en la que tuvimos ocasión de participar un grupo de periodistas y conocer de cerca su día a día.
Si algo nos pudo quedar claro es la fuerte presión a la que están sometidos estos profesionales para que no quede ningún resquicio en el que se pueda colar el riesgo, y que la vocación es sin duda imprescindible.
Según remarcó Rafael Teijo, vocal técnico y de seguridad de vuelo de Sepla, “no se hace nada al libre albedrío y no se puede dejar absolutamente nada al azar” porque hay unos procedimientos fijados para cada tipo de aeronave que se han de cumplir estrictamente, pero además se establece “una relación estrecha y confiada entre pilotos y controladores”, un aspecto que refleja la fuerte responsabilidad que recae en unos y otros.
Carlos Caspueñas, secretario de Asuntos Profesionales de USCA, insistió a su vez “seguridad, orden y rapidez, este es el orden de prioridades”. La tarea esencial del controlador es prevenir colisiones entre aeronaves pero queda claro que “cuando da una autorización es responsable legal”, mientras que ante la información que se le proporciona es el piloto quien decide y, por tanto, quien tiene que asumir la responsabilidad. Matices que pueden llegar a ser muy importantes en caso de accidente.
En el día a día todo se basa en procedimientos estandarizados y en el trabajo en equipo, sostenido sobre una cultura de seguridad y reporte no punitivo, en el sentido de que en caso de error lo esencial no es establecer responsabilidades sino el origen del fallo para que éste no pueda repetirse.
No todos valdríamos
Sin embargo, optar por estas profesiones no es una cuestión de dinero, sino de capacidades. No todos contaríamos con las aptitudes que hacen falta para desempeñarlas. La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) exige para un piloto “madurez educativa, mental y física”, demostrando siempre conocimientos que tiene que mantener y demostrar.
Mientras, para los controladores son imprescindibles una óptima orientación espacial y abstracción, fuerte resistencia a la frustración, resistencia a la fatiga, buena gestión del estrés, capacidad de empatía y trabajo en equipo así como un perfil adecuado de aversión al riesgo (en definitiva, que no sea de los que se la juegan). Sólo entre un 10% y un 15% de la población reúne estas condiciones.
El coste y la larga espera
Una parte bastante menos conocida de estas profesiones es el coste que suponen para los trabajadores y sus familias. A menudo se les considera socialmente como unos privilegiados por sus altos sueldos pero pocos conocen el precio que han pagado y siguen pagando para seguir siendo competitivo.
Según explicó Teijo, la formación básica de piloto suele costar del orden de 100.000 euros, a lo que hay que sumar las distintas habilitaciones para el tipo de aeronave o para tipo de vuelo, que añaden unos 40.000 euros en cada caso. Un alto precio que tienen que han de asumir en un principio pero que no tiene fin ya que deben someterse a reevaluaciones periódicas que tampoco son gratuitas precisamente.
En el caso de los controladores la situación ha cambiado mucho desde 2010, cuando se estableció la privatización de la formación. Ahora se ha convertido en una inversión que muchos no saben si podrán recuperar alguna vez. La última convocatoria de Enaire para cubrir plazas fue hace casi diez años, en 2006, y mientras la edad media de los controladores en España es muy elevada, de 48 años, indica Caspueñas.
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