Los brotes verdes de FITUR

FITUR, la mayor feria de turismo de España, y también una de las más destacadas a nivel internacional, anuncia que se celebrará en 2021… pero en mayo. Algunos vamos a echar de menos el frío helado de enero al transitar entre pabellones, e incluso la esporádica nevada que nos ha sorprendido en alguna ocasión, pero lo cierto es que en un momento de incerteza y de necesidad de recuperación de un sector económico clave como es el turismo, esta noticia sólo puede ser calificada de buena. Posponer la fecha habitual permitirá lidiar con la pandemia en otras condiciones, quizá incluso con algún tipo de vacuna disponible, y se antoja en todo caso como una buena jugada. El despertar de la primavera seguro que actúa como buen augurio para el certamen.

¿Dormir hasta entonces?

Pero toda moneda tiene dos caras, y la del cambio de fecha no va a ser la excepción. Porque una cosa es alegrarse de que se mantenga la expectativa de poder celebrar y asistir a esta gran fiesta del turismo, pero otra es pensar que la promoción turística de destinos y servicios asociados deba quedar en barbecho casi medio año más. Cuando llegan las crisis, el clásico error que se comete para querer abaratar costes – aunque todos los manuales de márketing y comunicación digan lo contrario –, es recortar la partida que se dedicaba a promoción, a visibilidad exterior y a innovación. Si alguna lección nos ha dejado la pandemia en el ámbito turístico es que no hay que esperar al último instante para poner en marcha una política de digitalización, trazar un plan estratégico que permita decidir quién y cómo queremos que venga a visitarnos o realizar una campaña de imagen y divulgación sobre el destino, aunque sea a través de canales virtuales. Entrar en estado de hibernación durante meses puede que en mayo acabe por convertirnos en una flor que brota en el desierto.