A vueltas con el alquiler vacacional

Hace unos días el Parlament de les Illes Balears aprobó una modificación de la Ley del Turismo de les Illes Balears, entre cuyas principales novedades destaca la regulación –altamente confusa, dicho sea de paso- del alquiler vacacional.

Tras varios años de negociaciones, el texto finalmente aprobado no hace sino incrementar la confusa regulación que existe sobre una figura que está cogiendo cada día más peso y que está dando lugar a numerosas reacciones, manifiestos, concentraciones y discursos varios, a favor unos y en contra otros.

Porque a día de hoy, el alquiler vacacional se ha convertido en mucho más que una modalidad turística. EL debate surgido en torno a la posibilidad de rentabilizar la vivienda habitual, comercializándola a través de agentes típicamente turísticos, para que terceras personas puedan utilizarla mientras sus propietarios disfrutan de unas vacaciones fuera de ella, va mucho más allá de una simple discusión sectorial.

No cabe duda de que el debate está calando en la sociedad. Y aunque es cierto que el alquiler vacacional está afectando a la fisonomía de muchas zonas - los comercios tradicionales desaparecen y los bares donde los lugareños solían tomar su café se han sustituido por locales con encanto donde ofrecen un saludable smoothy de plátano y papaya con leche de soja y semillas de chía-, no podemos olvidar que el turismo supone uno de los principales motores de la economía de nuestro país.

Por eso resulta esencial encontrar una fórmula que resulte satisfactoria para la mayor parte de la población, tanto para los afectados como para los beneficiados por este negocio. Y desde luego, esa fórmula dista mucho de las últimas reformas legislativas que lejos de contribuir a aclarar la situación, la hacen cada vez más confusa.

Monica Julve

Abogada