El número de pasajeros que se comportan durante un vuelo de manera alborotadora, subversiva o agresiva, también llamados "pasajeros alborotadores", o que sufren el denominado "síndrome de la rabia aérea", ha aumentado en los últimos años, según señaló a Europa Press el experto en Medicina Aeroespacial y miembro de los Servicios Médicos de Iberia, Jose María Pérez Sastre.
El número de pasajeros que se comportan durante un vuelo de manera alborotadora, subversiva o agresiva, también llamados "pasajeros alborotadores", o que sufren el denominado "síndrome de la rabia aérea", ha aumentado en los últimos años, según señaló a Europa Press el experto en Medicina Aeroespacial y miembro de los Servicios Médicos de Iberia, Jose María Pérez Sastre. Estos casos, "si bien son infrecuentes", se están tomando en consideración por parte de las compañías aéreas "debido a los graves problemas que pueden ocasionar a bordo de un avión", informaron a Europa Press fuentes de la compañía Iberia. Concretamente, esta compañía registró 13 casos de incidentes graves en sus vuelos en el periodo comprendido de agosto a diciembre de 2000. En otras compañías los datos muestran un incremento elevado de los casos del "síndrome de la rabia aérea". American Airlines registró 296 casos en 1994 y 882 casos un año después; United Airlines registró 226 casos en 1995, cifra que se incrementó hasta 404 en 1996. Por otro lado, según explica el propio doctor Pérez Sastre en un artículo publicado en la revista OPS, la falta de espacio en la cabina, las diferencias entre lo prometido y la realidad del vuelo, la prohibición de fumar, las restricciones en el equipaje de mano y el consumo de alcohol y drogas podrían ser las causas principales que desencadenan desde la irritación a la ira de los pasajeros. Otras causas reseñadas son la ligera deshidratación de los pasajeros por la baja humedad, la exposición a bajos niveles de hipoxia en la cabina presurizada o el espacio reducido de los asientos, entre otros. Por su parte, el cirujano de vuelo Donato J. Gordillo sostiene que la ansiedad combinada con el alcohol puede convertir a un viajero normal en uno conflictivo.
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