Un post de Arturo Crosby

Competitividad y sostenibilidad para combatir la turismofobia

Odio al Turismo y los turistas

Publicada 29/08/11 -Actualizada 15/07/18 23:22h
Competitividad y sostenibilidad para combatir la turismofobia

El turismo puede ser un depredador de recursos, espacios y culturas, o puede ser una herramienta para el enriquecimiento económico, social y cultural. Arturo Crosby plantea en este post que está en las manos de todos y cada uno de los actores del turismo decidir a qué posibilidad se apuntan, como viajeros, empresarios, gestores de destinos, etc. HOSTELTUR publicó recientemente un reportaje sobre la turismofobia que puede consultar o bajarse en pdf. ¿Es comprensible, en algunos casos, que alguien pronuncie la frase "Odio al turismo y los turistas"?

Es una frase, impactante, explicita y que no genera dudas de su significado. No es mía, aunque a veces pueda comulgar con ella, sin vacilación alguna, pero es una frase que la formuló Jean Claude Bessudo, un actor colombiano, que es presidente de Aviatur, una de las más fuertes operadoras de turismo de Colombia (sino la más importante).

Turismo de lujo frente al low cost

Es curioso que alguien del sector, con una vida empresarial importante derivada precisamente del turismo y los turistas, afirme (en una entrevista) esta posible contradicción. La verdad, que he conocido más de una persona, porque nunca se me ha ocurrido contabilizarlas, que tiene este mismo pensamiento, incluso en organizaciones mundiales.

En esta entrevista que le hicieron recientemente, apostaba claramente por un turismo de lujo, elite, frente al turismo de masas, los charters, el low cost. Desde luego, como antes mencioné, no es el único con esta opinión.

Es cierto y puedo afirmarlo, que cuando uno viaja, por destinos saturados, los clásicos sol y playa, entornos ya caducos o en retroceso y sin perjuicio contra nadie, observa y experimenta lo que ocurre a su alrededor y se cuestiona. O si viaja a lugares todavía casi inéditos, de turismo cultural o de naturaleza y ve grupos de turistas, cada vez más numerosos y frecuentes, cuyo objetivo final, es llevarse la experiencia coleccionista de haber estado allí, haber visto cierto atractivo obligado, comprar lo que nunca usaran, y completar el álbum correspondiente…, se genera sentimientos encontrados.

A veces, una expresión comprensible

Todavía, recuerdo como algunos turistas “rurales”, protestaban porque en un alojamiento en plena naturaleza, había insectos, que molestaban o que en verano (promedio de 27-34ºC de máximas y 14-19ºC de mínimas), reclamaban aire acondicionado, que alguno intentaba eliminar con spray matainsectos, algún lagarto ocelado (especie autóctona de entre 15-30 cm), por temor a ser atacados, u otros que protestaban, por tener que transitar por pistas de tierra, no asfaltadas y así ensuciar o dañar sus coches, o incluso algunas familias eco-educadas, en busca de tranquilidad rural, que miraban a otro lado, cuando sus niños, jugaban a lanzar pelotas, en este caso naranjas de los arboles, como si fuesen lanzadores de baseball, hasta esquilmar la producción, o el caso de una pareja joven, bien avenida, que pasa unos días aislados en la naturaleza y les entraba la desesperación, porque había una mala conexión en la TV y podrían quedarse sin jugar con su play station. Y por tratar de finalizar los conocidos grupos de gente joven, que buscan lugares apartados de la civilización, en pleno campo para pasar un buen fin de semana, cuya realidad o motivación era tener una increíble juerga, en base a alcohol (borracheras colectivas), despedida de soltero/a y demás eco-fiestas.

Esto es lo que a muchos o algunos, les hace estar de acuerdo con esa visión, de amor/odio al turismo y a los turistas. Es fácil, después de esto, afirmar “Odio el turismo y a los turistas”.

Competitividad y sostenibilidad

También es cierto, que hay segmentos de la demanda turística, que viajan y no buscan macdonalds, burger kings, telepizzas, sushi bars, o que no precisan tener la colección de fotografías, donde el propio turista esta siempre en primer plano, y tienen unas motivaciones y expectativas, definidas, más allá del precio.

La verdad o lo cierto, es que de los millones de turistas que hay en el mundo, no me atrevería a definir qué porcentaje pertenece a una u otra orientación, pero sí estoy convencido de que actualmente hay una mayoría evidente, cuyo aporte a la conservación y gestión del patrimonio Natural, Cultural y Social es casi inexistente, generando un relativo crecimiento económico empresarial, que en muchos sitios, no conlleva una mejora de la calidad de vida, principal objetivo del turismo. (A nivel de política y más en zonas de desarrollo)

Sin duda y repitiéndome, se puede y debe enfocar el turismo hacia un modelo sostenible y competitivo, para comenzarlo a ver como algo deseado y amigable. Cosa no tan difícil ¿O sí?

Un cordial saludo

Es una frase, impactante, explicita y que no genera dudas de su significado. No es mía, aunque a veces pueda comulgar con ella, sin vacilación alguna, pero es una frase que la formuló Jean Claude Bessudo, un actor colombiano, que es presidente de Aviatur, una de las más fuertes operadoras de turismo de Colombia (sino la más importante).

Es curioso que alguien del sector, con una vida empresarial importante derivada precisamente del turismo y los turistas, afirme (en una entrevista) esta posible contradicción. La verdad, que he conocido más de una persona, porque nunca se me ha ocurrido contabilizarlas, que tiene este mismo pensamiento, incluso en organizaciones mundiales.

En esta entrevista que le hicieron recientemente, apostaba claramente por un turismo de lujo, elite, frente al turismo de masas, los charters, el low cost. Desde luego, como antes mencione, no es el único con esta opinión.

Es cierto y puedo afirmarlo, que cuando uno viaja, por destinos saturados, los clásicos sol y playa, entornos ya caducos o en retroceso y sin perjuicio contra nadie, observa y experimenta lo que ocurre a su alrededor y se cuestiona. O si viaja a lugares todavía casi inéditos, de turismo cultural o de naturaleza y ve grupos de turistas, cada vez más numerosos y frecuentes, cuyo objetivo final, es llevarse la experiencia coleccionista de haber estado allí, haber visto cierto atractivo obligado, comprar lo que nunca usaran, y completar el álbum correspondiente, …se genera sentimientos encontrados.

Todavía, recuerdo como algunos turistas “rurales”, protestaban porque en un alojamiento en plena naturaleza, había insectos, que molestaban o que en verano (promedio de 27-34ºC de máximas y 14-19ºC de mínimas), reclamaban aire acondicionado, que alguno intentaba eliminar con spray matainsectos, algún lagarto ocelado (especie autóctona de entre 15-30 cm), por temor a ser atacados, u otros que protestaban, por tener que transitar por pistas de tierra, no asfaltadas y así ensuciar o dañar sus coches, o incluso algunas familias eco-educadas, en busca de tranquilidad rural, que miraban a otro lado, cuando sus niños, jugaban a lanzar pelotas, en este caso naranjas de los arboles, como si fuesen lanzadores de baseball, hasta esquilmar la producción, o el caso de una pareja joven, bien avenida, que pasa unos días aislados en la naturaleza y les entraba la desesperación, porque había una mala conexión en la TV y podrían quedarse sin jugar con su play station. Y por tratar de finalizar los conocidos grupos de gente joven, que buscan lugares apartados de la civilización, en pleno campo para pasar un buen fin de semana, cuya realidad o motivación era tener una increíble juerga, en base a alcohol (borracheras colectivas), despedida de soltero/a y demás eco-fiestas.

Esto es lo que a muchos o algunos, les hace estar de acuerdo con esa visión, de amor/odio al turismo y a los turistas. Es fácil, después de esto, afirmar “Odio el turismo y a los turistas”

También es cierto, que hay segmentos de la demanda turística, que viajan y no buscan macdonalds, burger kings, telepizzas, sushi bars, o que no precisan tener la colección de fotografías, donde el propio turista esta siempre en primer plano, y tienen unas motivaciones y expectativas, definidas, más allá del precio.

La verdad o lo cierto, es que de los millones de turistas que hay en el mundo, no me atrevería a definir qué porcentaje pertenece a una u otra orientación, pero si estoy convencido, que actualmente hay una mayoría evidente, cuyo aporte a la conservación y gestión del patrimonio Natural, Cultural y Social es casi inexistente, generando un relativo crecimiento económico empresarial, que en muchos sitios, no conlleva una mejora de la calidad de vida, principal objetivo del turismo. (A nivel de política y más en zonas de desarrollo)

Sin duda y repitiéndome, se puede y debe enfocar el turismo hacia un modelo sostenible y competitivo, para comenzarlo a ver como algo deseado y amigable. Cosa no tan difícil ¿O sí?

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Comentarios 1
El ejercicio del turismo es reflejo de la sociedad: si en la sociedad el respeto es un valor en decadencia, el turismo sufrirá cada vez más el comportamiento de turistas con falta de respeto a los demás y a su entorno en general; si en la sociedad el concepto de ocio es el de la juerga indecente y la borrachera, el turismo de borrachera y de juerga a lo bestia irá ganando terreno en el turismo. Etc., etc. El turismo es un negocio que responde a las necesidades, deseos, peticiones del cliente. Si queremos ser proactivos, en lugar de meros agentes reactivos, la palanca más potente es la educación, sabiendo que esta es una apuesta a largo plazo y que la educación en nuestro país está muy mal, cada vez peor.