Casos de éxito en la primera edición de SUTUS, celebrada en Les Roches Marbella

Tecnología para aprovechar las oportunidades turísticas del mundo submarino

El mar es el museo más grande del mundo según la Unesco

Publicada 08/10/19 -Actualizada 05/11/19 02:00h
Tecnología para aprovechar las oportunidades turísticas del mundo submarino
  • Los microdestinos bajo el mar tienen un potencial enorme por su atractivo y su capacidad de despertar emociones en los visitantes
  • España dispone de un museo de más de 3.000 años de antigüedad a lo largo de sus más de 3.000 km de costa, que la ley obliga a poner en valor
  • Las rutas turísticas de buceo de Villajoyosa y el Golfo de Nápoles permiten viajar al pasado y a los arqueólogos conocer mejor aquella época

El mundo marino se revela como el gran desconocido pero con un gran potencial de desarrollo turístico, como constató Javier Noriega, presidente del Clúster Marítimo Marino de Andalucía, en la primera edición de SUTUS (Space & Underwater Tourism Universal Summit) celebrada en Les Roches Marbella. No en vano abre todo un mundo de oportunidades turísticas, según sus propias palabras, “con nuevos segmentos, nuevos destinos y nuevos ojos, por ejemplo los de las personas con movilidad reducida”.

Afortunadamente, según incidió Javier Noriega, “ya se está trabajando desde las Administraciones involucradas para poner en valor ese activo tan desconocido - sólo conocemos el 5% de la superficie marina-, siempre con la sostenibilidad y la tecnología como bandera, por ejemplo con el uso de robots para explorar las grandes profundidades”.

Pero es sólo un ejemplo, al que Noriega añadió muchos más, como “la Pompeya submarina, naufragios como el que se puede visitar en Villajoyosa, yacimientos arqueológicos submarinos, con Marsella como punta de lanza del conocimiento marítimo; las expediciones en submarinos tripulados, la visita a barcos clásicos y a museos marítimos, etc.”.

Todo ello forma parte de la cultura de cada pueblo, que en el caso de Andalucía atrae cada año a uno de cada tres turistas. De ahí su relevancia, como destacó el presidente del Clúster. Por ello subrayó las “grandes expectativas de futuro” que presenta este segmento turístico “si las Administraciones trabajan en pro de la sostenibilidad de los fondos marinos, porque no deja de ser nuestra Historia sumergida, por lo que hay que ponerla en valor y disfrutarla”.

En este sentido recordó que la Diputación de Málaga va a poner en marcha la llamada Senda Azul para “conectar el patrimonio cultural submarino con el terrestre para que todos puedan disfrutarlo, también las familias”.

Javier Noriega, presidente del Clúster Marítimo Marino de Andalucía, en un momento de su presentación en SUTUS.

Y es que para José Antonio Moya, profesor de la Universidad de Alicante y uno de los responsables del proyecto Bou Ferrer, pecio romano de la época de Nerón hundido frente a las costas de Villajoyosa que se ha convertido en todo un activo turístico para la zona, “los microdestinos bajo el mar tienen un potencial enorme por su atractivo y su capacidad de despertar emociones en los visitantes”.

No en vano, añadió, “la Unesco ha definido el mar como el museo más grande del mundo, vínculo entre culturas, y fomenta las visitas turísticas en este ámbito para ayudar a preservar ese patrimonio y producir importantes actividades económicas”. Prueba de ello es la fragata del Ejército británico Scylla, hundida en 2004 frente a Cornwall para crear el primer arrecife artificial en Europa, que en estos años ha recibido 30.000 visitantes que han generado 5,5 millones de euros en ingresos, según los datos facilitados por Moya.

Por ello recordó que “España dispone entonces de un museo de más de 3.000 años de antigüedad a lo largo de sus más de 3.000 kilómetros de costa, que las leyes de nuestro país obligan a poner en valor”.

Casos de éxito: Villajoyosa

Es lo que han hecho en Villajoyosa con el proyecto Bou Ferrer con el que, tras 15 años de investigación, crearon hace cinco la ruta turística de buceo que “permite viajar al pasado y conocer este gran barco de comercio hundido hace 2.000 años a 1.000 metros de la costa y sólo 25 metros de profundidad. Se descubrió en el año 2000, está declarado como Bien de Interés Cultural desde 2014 y dos años después se inscribió en el Registro de Buenas Prácticas del Patrimonio Subacuático”.

Actualmente, según explicó Moya, “sólo está excavado un 10% del yacimiento y cada año se abren nuevas zonas a medida que vamos avanzando, también para sorprender a los visitantes repetidores. Ante todo es un proyecto sostenible, por lo que se excavará hasta que tengamos toda la información necesaria, no se extraerá todo, lo que prevemos que ocurra en dos o cuatro años. Este pecio nos permite a los arqueólogos investigar las rutas comerciales que existían en época de Nerón -el barco cuando se hundió iba de Cádiz a Roma- y detalles de la arquitectura naval. Es como una cápsula del tiempo”.

De izq. a dcha, José Antonio Moya, de la Universidad de Alicante; Javier Noriega, del Clúster Marítimo Marino de Andalucía; Michele Stefanile, de la Universidad de Nápoles; y Luis Carlos Zambrano, de la Universidad de Cádiz.

Pero aún queda mucho por hacer, como implantar una mayor protección del recinto, mejorar la iluminación para instalar una cámara para ofrecer imagen en directo en las redes sociales del trabajo de los arqueólogos, mejorar la combinación de las visitas y la labor de los científicos, etc. De momento las inmersiones, de 20 minutos y en grupos reducidos, se complementan con la visita al Museo Arqueológico local donde hay réplicas en tres dimensiones que los viajeros pueden tocar para “obtener una experiencia sensorial que también está adaptada a las personas con discapacidad”.

Casos de éxito: Bahía de Nápoles

En otros países también se ha puesto en valor este patrimonio. Es el caso de Baia, el Parque Arqueológico Subacuático de la Bahía de Nápoles, donde se puede contemplar lo que en su día fue un complejo de lujo para los antiguos romanos, convertido ahora en “un modelo de gestión turística sostenible”, según lo definió Michele Stefanile, arqueólogo submarino de la Universidad de Nápoles L’Orientale.

Un modelo en el que la tecnología tiene mucho que decir porque, como subrayó Stefanile, “el futuro es tecnológico y nosotros estamos poniendo las nuevas tecnologías al servicio del turismo cultural, por ejemplo escaneando los monumentos sumergidos para posteriormente reproducirlos en 3D y que la gente que no puede bucear también los conozca de primera mano con realidad virtual y aumentada en una visita virtual. También con tablets que pueden utilizarse bajo el agua, geolocalizables con beacons para poder informar a los visitantes en tiempo real, así como vía Whatsapp para los buzos”.

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