LA SGAE O EL CUENTO DEL CAZADOR CAZADO

En el sector turístico, - especialmente hotelero y restauración-, la SGAE no ha sido nunca un organismo especialmente querido y apreciado. Las malas lenguas, y las no tan malas, hablan de ellos como de un organismo con un afán recaudador que roza lo políticamente incorrecto. Por decirlo de una forma suave. Pero la SGAE, siempre que le ponen un micrófono delante, aclara que ellos solo defienden a sus más de 90.000 socios haciendo que se cumpla la ley. Y con la "ley", llenándoles la boca, van presentando denuncias a diestro y siniestro, dándoles lo mismo que sea una gran empresa, que a un bar de carretera. La cuestión es que ellos hacen cumplir la ley, y no hay pequeño empresario que se la pueda saltar, jugándose el pan de los artistas, al no pagar los derechos de autor que, por ejemplo, deben abonar al poner música en una boda.

Pero la ley tiene muchas direcciones, y mira tu por donde que LA AGENCIA DE PROTECCION DE DATOS HA DENUNCIADO A LA SGAE POR GRABAR UNA BODA SIN CONSENTIMIENTO, Y HA SIDO CONDENADA A PAGAR 60.000 EUROS.l

Y es que al parecer, para hacer cumplir la ley, metieron de estrangis a un detective, con una cámara oculta, en una boda, y se dedicó a grabar como se ponía música en el establecimiento, sin que este cumpliera con la ley establecida. Por ello, el hostelero infractor hubiera sido condenado a algo así como unos 43.000 euros de nada. Que para eso está la ley, para que actue contra comportamientos criminales como estos.

El problema ha sido que un juez ha considerado que, como marca otra ley, -que tampoco se las pueden leer todas, hay que entenderlo-, para grabar un acto privado, hay que tener el consentimiento específico de las personas a quienes grabas. Y este no era el caso. Por lo que el juez ha anulado la multa de los 43.000 al establecimiento, y ha cambio les ha impuesto otra de 60.000 euros a la Sociedad General de Autores Españoles.

Desde la SGAE han dicho que ellos van a seguir haciéndolo. Faltaría más