Que he encontrado en Escocia
6 diciembre, 2010 (21:46:18)Cuando fui a Edimburgo recientemente esperaba ver las tiendas en las calles principales vendiendo sus mercancías en grandes rebajas y signos de “everything must go”. Pero me sorprendí al ver que todo parecía igual y no veía ventanas tapiadas, perros callejeros, la basura que sopla por las calles o cualquier otro signo de que el capitalismo había fallado. Mi plan de comprar una chaqueta barata de un gigante comercio en colapso se frustró.
Lo que si encontré es un increíble espectáculo de luces en el cielo. La cualidad de la luz en Escocia, sobre todo en invierno, es diferente a todo lo que he visto en Europa continental.
A pesar de que pasé mi infancia y juventud en Escocia nunca he apreciado su luz, o la naturaleza impredecible de las condiciones meteorológicas. Yo odiaba el hecho de que era por lo general frío, ventoso y húmedo (a menudo los tres) y era un firme creyente del aforismo de Dr. Johnson, “La más noble perspectiva que un escocés nunca ve es el camino que lo lleva a Inglaterra”.
Hay un constante movimiento ya que el viento empuja las nubes con una prisa indecorosa. Las nubes vienen en cada forma y tamaño que se puede imaginar – de las bolas hinchables de algodón a los bancos de lluvia, oscuros e inquietantes que se ciernen amenazadoramente sobre el horizonte – y el sol, que permanece oculto a la vista la mayor parte del invierno, enciende estas nubes en una serie de breves destellos y en momentáneos estallidos de rayos de colores.
Edimburgo es una paradoja. Nunca cambia y sin embargo está siempre cambiando: su arquitectura ha quedado la misma durante siglos (pero nuevos edificios están apareciendo de forma constante); es conocida como la Atenas del Norte, así como el semillero de la adicción a la heroína (retratado en Trainspotting); y su Ciudad Nueva se construyó hace más de 200 años. Siempre he considerado Edimburgo como un buen lugar para visitar, pero no un lugar tan bueno para vivir ya que no hay suficiente gente (sólo 448.000 según Wikipedia) que le permita escapar de su condición de provincia.
Tal vez hay que ser un artista para apreciar realmente Escocia, o un senderista equipado con las últimas goretex y alegremente ajeno a los escupidos de las nubes y los aullidos de los vientos. En un momento, yo estaba bajo el fuego de una granizada repentina, impulsada por un viento feroz, y al mismo tiempo, el sol brillaba directamente sobre mí. Sentí como el tiempo era burlón y juguetón.
Edimburgo solía tener un antiguo complejo hospitalario justo en el centro de la ciudad. Se le llamó la Royal Infirmary y mi hija Lara nació allí. En 1999. Era una extendida institución victoriana con torrecillas, arquitectura gótica y una planta que confundía a todo el mundo. Hubiera sido un lugar adecuado para Hogwarts en las películas de Harry Potter (qué habría sido interesante teniendo en cuenta que JK Rowling vive a la vuelta de esquina).
Mi hermano Gavin me pasó por delante de la “nueva” Royal Infirmary y debo admitir que estoy impresionado con los cambios, siempre y cuando yo no pensaba en el hecho de que el hospital ha sido trasladado fuera de la ciudad. Los edificios victorianos se están transformando en apartamentos de lujo y oficinas y una bien diseñada nueva construcción de madera y vidrio ha reemplazado la fea habitación de emergencias que ha asolado el lugar desde 1960.
Desde que Escocia tiene una versión más suavizada de independencia de Inglaterra, han tenido lugar una serie de escándalos financieros. El más famoso de ellos es la construcción de un feo edificio del Parlamento, que se fue por encima del presupuesto por diez veces, a 400 millones de libras esterlinas.
El escándalo actual en Edimburgo es la nueva línea de tranvía desde el aeropuerto. Ese es un proyecto que nadie parece querer, es probable que cueste millones de libras esterlinas, ha tenido como resultado en el desentierro del centro de Edimburgo, y terminará en un campo cerca del aeropuerto (pero no en el aeropuerto).
Lo que me parece interesante de este proyecto es que las líneas de tranvía son una inversión costosa y complicada en Gran Bretaña, mientras que en Rumania, la renovación de líneas de tranvía es un trabajo de rutina que se hace con mayor velocidad y eficiencia que se hace en Escocia (a un coste mucho más bajo).
En Rumania, el tranvía es la clase más baja de transporte, en Escocia estoy seguro de que será un asunto de clase alta. Esto contrasta con el golf, un juego que se inventó en Escocia y sigue siendo un juego de la clase obrera, donde los campos de golf son comunes y el precio de la entrada sigue siendo bajo. En gran parte del mundo, los campos de golf son enormes inversiones privadas que sólo los súper ricos se pueden permitir.
Un amigo mío llegó a Edimburgo y preguntó al taxista ¿qué papel tiene el nuevo Parlamento de Escocia? ¿Qué responsabilidad tienen? El taxista respondió con ironía “nuestro Parlamento tiene autoridad sobre todas las cuestiones que no importan”.
Autor del artículo: Rupert Wolfe Murray (@wolfemurray)
Artículo publicado en inglés en el blog productive.ro
Traducido por: Vasilica Maria Margalina
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