¿Es inevitable que España llegue siempre tarde?
23 octubre, 2020 (02:24:23)Para intentar dar contestación a esta pregunta conviene repasar algunos puntos fundamentales de la situación que está viviendo nuestro turismo.
· La crisis del turismo español no se debe a ningún factor endógeno (pérdida de atractivo o competitividad, deterioro del sistema productivo-empresas y trabajadores-) sino que es el resultado de factores externos.
· El factor exógeno más relevante es la pandemia del coronavirus-19 que ha afectado de manera especial al sector de los servicios, basado en las relaciones personales, y que ha incido de manera brutal en todos los elementos del turismo: transporte, alojamiento, restauración, ocio.
· El turismo no ha sido un vector de difusión de la pandemia, salvo en los momentos iniciales, cuando se negaba la existencia de la misma. El viaje en avión es seguro como han puesto de manifiesto los estudios del Departamento de Defensa de EE.UU y de la IATA. En los destinos que han tenido alguna actividad, y que han contado con los procedimientos implantados por los proveedores de servicios, no se ha producido casos de contagio habiendo hecho inútiles las medidas precautorias de alojamientos para los posibles afectados. Por eso llama la atención que todavía tertulianos, expertos en todo, sigan insistiendo en los riesgos que implica recibir viajeros en nuestros destinos turísticos.
· El otro factor exógeno es la incompetente gestión de la pandemia, que ha sido crítica para agudizar y cronificar el impacto negativo de la misma en el turismo. Es llamativo que aún hoy, después de ocho meses de coronavirus, se esté hablando de definir un “Plan de Respuesta TEMPRANA”. Al menos se podría haber elegido otra terminología que no induzca al sarcasmo. Además, de la definición a la aplicación del Plan hay un largo trecho. Una vez más el Gobierno y la CC.AA. se han mostrado incapaces de acordar un procedimiento consensuado de actuación. Ante la abdicación del Gobierno de liderar una respuesta nacional, argumentando que la competencia sanitaria es de las CC.AA, y transfiriendo la responsabilidad a cada uno de los ciudadanos, cada Comunidad hace la guerra por su cuenta. La percepción es que priman las consideraciones políticas sobre las sanitarias.
· Este desgobierno (el concepto de co-gobernanza es otro sarcasmo) en la gestión de la pandemia incide en una sociedad cansada y desconcertada que ya no confía en sus gobernantes y que genera muy preocupantes episodios de anomía social que las autoridades no saben o, incluso, no pueden controlar. ¿Cuántas veces se han prohibido los botellones? Se cierran los establecimientos hosteleros y el consumo de bebidas se traslada, de forma incontrolada, a los espacios públicos y a los domicilios privados. Un ilustre miembro del Consejo de Ministros excusaba este descontrol argumentando que “no vamos a poner un policía detrás de cada universitario”. Como psicólogo social debería saber que la “auctoritas” se gana y no se impone.
· Sin embargo, no todo es negativo. Algunos indicadores han mostrado que el gran deseo de salir de esta pesadilla en cuanto se pueda se traduce en una explosión para realizar viajes. Por otro lado, y después de ocho meses de pandemia, los gobiernos empiezan a establecer medidas elementales que permitan hacer posibles los viajes en condiciones de seguridad sin acudir a métodos medievales como las cuarentenas.
· El avance científico y técnico experimentado por los test, que ha conseguido pruebas menos intrusivas, con resultados inmediatos y con costes bajos, hace incomprensible que todavía algunos gobiernos, como el nuestro, se resistan a su implantación generalizada. Sólo la presión insistente de destinos como Canarias y Baleares han hecho posible que se hayan abierto corredores con los principales mercados emisores, que permitan salvar parcialmente la temporada de invierno. ¿Seremos, una vez más, los últimos en aplicar los test cuando los países que son nuestros principales mercados emisores de turismo y también nuestros competidores, se han adelantado mientras perdemos nuestro bien ganado liderazgo turístico?
· La situación de nuestro turismo es muy grave: hay cadenas hoteleras que anuncian su cierre hasta 2022, otras están vendiendo activos para generar liquidez, varias compañías aéreas, vitales para alimentar nuestro turismo, están amenazadas de desaparición. El sector de la hostelería y de la intermediación, compuesto en su mayoría de empresas pequeñas difícilmente podrá resistir la inactividad a que las someten las cambiantes restricciones. ¿Han pensado los responsables políticos en lo que esto va a suponer en términos de empleo?
· La respuesta oficial a esta situación de grave crisis de la actividad turística se reduce a las manifiestamente insuficientes medidas de ERTE, facilidades crediticias a través del ICO, y el aplazamiento de pagos a la seguridad social. No hay un plan de conjunto que integre ayudas directas, estímulos al consumo, y reducciones de cargas impositivas como han aplicado otros países para los cuales el turismo no es un sector productivo tan importante para sus economías nacionales. Es otra paradoja que la Secretaria de Estado del Ministerio de Economía de Alemania, responsable de la Política Comunitaria, haya manifestado su extrañeza de que España, a diferencia de otros miembros de la UE, no haya presentado un Plan específico para el turismo a financiar con fondos europeos para la recuperación.
· El camino hacia el futuro pasa porque los destinos y el sector privado sean los protagonistas, a través de sus instituciones representativas, para consensuar unos planes realistas de recuperación del turismo encuadrados en el marco definido por la Unión Europea y los presenten a los responsables políticos del turismo de modo que los puedan defender con cierta posibilidad de éxito ante un Gobierno que sigue minusvalorando lo que representa el turismo para la economía nacional y el bienestar de la sociedad española. Por lo que se refiere a la promoción de cara a la demanda, afortunadamente Turespaña ha asumido que la recuperación de los mercados en cuanto sea posible ha de consistir en una inteligente labor de comunicación basada en el mensaje de la seguridad de nuestros destinos, en el claro entendimiento que ese mensaje, para ser creíble, ha de ser reflejo de la realidad.
· Es la única manera de no volver a llegar tarde. La Administración turística y el sector privado tienen una ingente y urgente tarea por delante.
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