40 aniversario de la FEHM: la importancia de la unión
7 junio, 2017 (07:17:16)Con motivo del 40 aniversario de la federación hotelera de Mallorca, nuestra actual presidenta Inma de Benito me pide que escriba un artículo de mi experiencia como ex presidente, y me vienen a la mente muchos recuerdos, y también muchos sentimientos.
Era julio de 2007 cuando comencé, eran momentos muy difíciles como es sabido por todos para la economía en general, pero también para nuestro sector. Las curvas de rentabilidad de las empresas hoteleras habían experimentado un descenso más que notorio, con picos preocupantes de caídas superiores al 25% de la facturación. Todo esto acompañado con unos precios en los hoteles tan ajustados que difícilmente conseguíamos firmar incrementos de IPC, mientras los costes seguían año tras año en curva ascendente.
Recuerdo cuanto necesitábamos, y no nos cansábamos de reclamar con urgencia, políticas incentivadoras que premiasen los esfuerzos que las empresas ya hacíamos, y que también estábamos dispuestas a realizar. Si no nos daban las herramientas al sector privado difícilmente podría darse el giro necesario para nuestra economía de monocultivo turístico.
Porque aunque esta realidad no guste a muchos, desde hace más de 70 años, en la economía balear vivimos casi de forma exclusiva del turismo, y gracias a él pasamos de una economía de precariedad y subsistencia a un nuevo estado de riqueza colectiva, y remarcaría lo de colectiva, y no riqueza de unos pocos como a muchos les gusta decir.
La mía fue una etapa que ya comenzó con dificultades, una de ellas fue la de coincidir con un nuevo gobierno de pacto de progreso. Digo que ello era comenzar con una dificultad porque el primer gobierno de pacto de progreso es sabido por todos como acabó, y supuso un enfrentamiento social entre hoteleros y gobernantes. En aquel momento a quien le tocó liderar el difícil enfrentamiento fue a mi antecesor, Pedro Cañellas. Muchas veces pienso que los hoteleros no hemos premiado suficientemente esa labor a Pedro, así como al resto de acompañantes que tuvo en esa dura tarea.
Sólo comenzar la legislatura, ambas partes, gobierno y hoteleros, tuvimos claro que estábamos obligados a aprender de nuestra historia, y que si no, corríamos el riesgo de cometer los mismos errores, y padecer por tanto las mismas consecuencias.
En aquella etapa me tocó recoger el máximo galardón que entrega el govern de nuestras islas, con La insignia de oro del Ramón LLull. Fue la primera vez que a nivel institucional se valoraba el trabajo de un colectivo estigmatizado, que no siempre ha tenido su merecido reconocimiento social. No vamos a culpar a nadie por ello, siempre dije que la culpa es fea y que nadie la quiere. Seguramente la culpa no es solamente de los políticos, quizás nosotros hemos forzado también nuestra propia caricatura, y hemos sido también algo culpables de nuestra imagen.
En este sentido me consta el buen trabajo que está realizando la actual federación, y los frutos que a mi modo de ver ya se están recogiendo.
Hasta se celebró en aquellos años en Palma un consejo de ministros monotemático en turismo, y me tocaba como presidente de la FEHM reunirme con el presidente del gobierno de España, Jose Luis Rodriguez Zapatero. Eran momentos de gestos políticos necesarios de nuestra federación, tratando de dejar atrás históricos enfrentamientos, y ya sabemos que los enfrentamientos nunca son buenos.
No olvido la peor de las noticias también en mi etapa, el ataque terrorista sufrido en Calviá que supuso la triste noticia de la muerte de dos guardias civiles. En aquellas fechas hasta la inquebrantable imagen de seguridad de nuestro destino parecía ponerse en riesgo.
Meses más tarde recibía en la FEHM una invitación de la casa real, en la que el mismo Rey de España solicitaba una reunión con el presidente la FEHM, así que montamos una reducida comitiva de hoteleros mallorquines. La misma casa real se puso a disposición para ayudarnos en lo que hiciera falta después de la fatal noticia terrorista. A esta reunión me acompañaron Gabriel Escarrer, Carmen Riu, Simón Pedro Barceló y Ferrán Porto.
Mucha gente no recordará ya que a mediados de abril de 2010 tuvimos hasta una nube de cenizas volcánicas que obligó al cierre de los 5 aeropuertos londinenses, y a los aeropuertos de hasta 21 países europeos. Sólo en España cientos de vuelos diarios eran cancelados.
En mi etapa tuve que “lidiar” hasta con 4 consellers de turismo. He de decir que cada uno de ellos con muy diferentes perfiles, pero lo suficientemente inteligentes en mi opinión, como para saber que para dar soluciones a un sector, lo que primero había que hacer era escucharle.
Para mí el mayor avance en nuestras reivindicaciones, fue el que en aquel momento llamamos Decreto Nadal, que fue el embrión y establecía las bases de la conocida por todos Ley general turística. Una ley que más tarde ha supuesto uno de los mayores logros por parte de una administración, no sólo por los puestos de trabajo que ha generado y que nos ha llevado a ser líderes en recuperación económica, sino de como ayudar también a colectivos aún más necesitados que el nuestro en aquel momento, especialmente el sector de la construcción.
Una ley que hoy sabemos por los datos generados que ha supuesto una recuperación económica sin precedentes, y que es ahora referencia para muchos, y que ha demostrado de lo que puede ser capaz una comunidad si al sector privado se le entregan las herramientas necesarias.
Quiero también recordar que nada de lo conseguido en mi etapa hubiera sido posible de no contar con un pequeño pero gran equipo, capitaneado por Alfonso Meaurio que siempre fue un ejemplo para todos de trabajo, de capacidad y de confianza.
La segunda de las dificultades con las que se inició mi mandato fue la de hacerlo a través de un proceso de votación interna, y que es la única vez que esto ha ocurrido en los 40 años de historia. Que si bien por un lado puede parecer la forma más democrática de hacer las cosas, la experiencia nos demostró por desgracia lo contrario.
Es una realidad que heredé una casa dividida, y con un proceso que lejos de unir, pareció dividirnos aún más entre vencedores y vencidos. Las consecuencias de ello me tocó también padecerlas en primera persona, y aceptó la parte que me pueda corresponder. Los años te hacen ver las cosas de otra manera. Han pasado de esto ya 10 años, y si hoy pudiera volver atrás, no haría las cosas de la misma manera.
En lo particular me siento orgulloso de haber sido presidente de la FEHM, durante los años en que lo fui lo hice lo mejor que supe, me entregué al máximo, como no puede ser de otra manera, y traté de dejar el listón de los hoteleros mallorquines donde corresponde. Otra cosa es que lo consiguiera.
En este sentido, siento que la actual patronal hotelera está hoy mucho más unida que nunca, y se trabaja de una forma mucho más efectiva que la federación que yo conocí. Me gustaría por tanto aprovechar esta oportunidad para felicitar a nuestra presidenta ejecutiva, Inma de Benito y a su equipo de trabajo, porque ha sido capaz de hacer de la federación hotelera no sólo la casa de todos, sino que la ha convertido en más vertebrada, más integradora e incluso más inteligente.
Hoy la patronal hotelera de Mallorca sabe que sólo se puede gobernar de abajo a arriba, escuchando siempre la opinión de todos, y que existen hoteleros grandes también en los hoteles más pequeños.
Quiero aprovechar también para decir que la FEHM estará siempre en deuda con personas como Miguel Codolá, al que muchos hemos llamado siempre “el general” por su gran personalidad, y Marilén Pol, quien siempre lo dio todo por el asociacionismo, y que fue un ejemplo de integridad y de fuerza.
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