Ayudándonos a nosotros mismos

EL TURISMO ESPAÑOL Y EL “PROCÈS” DE SECESIÓN

El turismo catalán está pasando por un período de turbulencia, como consecuencia del proceso de secesión del Gobierno de Cataluña. Las imágenes de manifestaciones y algaradas, continuamente repetidas en los medios de comunicación, son el instrumento más eficaz para alejar a los turistas, para los que la seguridad es una condición primordial. Los “avisos e viaje” de los Ministerios de Asuntos Exteriores de nuestros mercados emisores y las advertencias de las propias compañías que traen turistas a Cataluña, como la de alguna compañía de cruceros que advierten a sus pasajeros de “de disturbios civiles”, reflejan las causas de una realidad muy preocupante, que se manifiestan en la caída presente del número de viajeros y, lo que es más grave, de reservas para el futuro.

A diferencia de los atentados terroristas, que suelen tener un efecto inmediato pero no duradero, a no ser que se repitan, las situaciones de inestabilidad política tienen unos componentes que agravan sus efectos en el turismo: su duración indefinida y la incertidumbre de su resolución.

Esta situación de incertidumbre que ha generado el “procés” afecta negativamente no sólo al turismo sino a toda la economía y también a la sociedad catalana, que ha modificado sus comportamientos. Es muy significativo que las caídas más relevantes de los movimientos turísticos sean los relativos al turismo nacional y al de proximidad. Las plazas del IMSERSO asignadas a destinos catalanes no se cubren, y en cuanto al ocio, tan ligado al turismo, los restaurantes, los bares, los teatros y los cines, incluso algunos tan emblemáticos como el Liceu y el Palau de la Musica, ven como sus clientes se retraen, al mismo tiempo que las ventas disminuyen en tiendas y centros comerciales. Todos ellos son síntomas claros de una situación de incertidumbre de la sociedad catalana, que se traslada a nuestros visitantes actuales y potenciales.

La grave amenaza para el turismo catalán lo es también para el conjunto del turismo español. Por dos razones, tal como recogía el comunicado de la Mesa del Turismo del pasado 5 de octubre (“La Mesa del Turismo alerta de las graves consecuencias para la actividad turística del proceso de secesión en Cataluña”). La primera, de orden cuantitativo, porque el turismo internacional que llega a Cataluña representa el 24% del turismo internacional hacia España. La segunda, de tipo cualitativo, porque el turismo de destinos lejanos, de motivación cultural, desestacionalizado, de gran capacidad de gasto, que Barcelona ha sabido desarrollar con tanto éxito, visita también Granada, Sevilla, Madrid y otros destinos españoles.

Si la amenaza al turismo catalán en una amenaza al turismo español, las medidas para hacer frente a esa amenaza han de reflejar un profundo sentimiento de solidaridad del conjunto del sector turístico español. En una reciente reunión de la Mesa del Turismo con la Secretaria de Estado de Turismo se analizó la conveniencia de lanzar una campaña de comunicación dirigida a los mercados emisores de turismo hacia Cataluña que se están resintiendo, tanto los internacionales próximos como lejanos, y también al mercado español. Aunque la situación es distinta, el antecedente de la campaña de TURESPAÑA con motivo de los vertidos del “Prestige”, autorizada por el Gobierno español para el mercado nacional, y basada en el mensaje de la solidaridad hacia Galicia, demostró su efectividad. En el caso presente, el afecto espontáneo y entrañable hacia Cataluña, que ha sido el rasgo más esperanzador mostrado en las recientes manifestaciones celebradas tanto en Barcelona, Madrid y otras muchas ciudades españolas e incluso por las colonias de españoles en el extranjero, constituye una base sólida como garantía de éxito para lanzar esta muestra de solidaridad del turismo español hacia el turismo catalán, que forma parte esencial del mismo. Ayudando al turismo catalán se ayuda al turismo español.