Frías, una pequeña diudad con grandes atractivos
20 mayo, 2020 (18:42:50)Sobre el cerro de La Muela y bañada por las aguas del caudaloso río Ebro se encuentra la localidad de Frías. Enclave estratégico de paso de dicho río desde la época romana, como atestiguan los restos de una calzada utilizada para unir la meseta con la costa cantábrica, éste y otros factores dotaron a esta localidad de una notable prosperidad que se vio reflejada en el importante patrimonio monumental que podemos admirar en la actualidad.
Al norte de la provincia de Burgos, en la comunidad autónoma de Castilla y León, se encuentra la que está considerada como la ciudad más pequeña de España. Los 32 kilómetros cuadrados de su municipio se extienden por el conocido como Valle de Tobalina, en la histórica comarca de Las Merindades. “Aguas Fridas”, nombre del que proviene su actual denominación. Frías tuvo su auge en tiempos de Alfonso VIII, aunque la primera mención la encontramos en la segunda mitad del siglo IX, época a la que pertenecen los sepulcros rupestres que encontraremos en los alrededores de la iglesia de San Vicente.
Ese genuino sabor medieval es posible disfrutarlo todavía hoy paseando por sus empinadas calles que nos acercarán a las casas colgadas, construidas en toba y madera en los mismos extremos de la roca sobre el reducido espacio que brinda La Muela; el recinto amurallado citado en un documento del Monasterio de Vadillo del año 1211 y que defendía toda la muela de la ciudad hasta la iglesia de San Vicente y las tres puertas que daban acceso a la ciudad: la de Medina, la más cercana al castillo; la del Postigo, una portezuela baja y estrecha utilizada para salidas nocturnas y la de la Cadena, unida al Paseo de Ronda y entrada principal del centro de la ciudad.
Este extraordinario viaje en el tiempo se completa con las visitas a la iglesia de San Vitores, en la que sobresale la portada gótica del sur y la espadaña de dos cuerpos y que en el pasado fue utilizada como cilla para almacenar los gramos de los diezmos; los conventos de San Francisco, destruido por un incendio en la década de los años 30 del siglo pasado y del que hoy sólo se pueden admirar los sepulcros góticos situados en los muros del interior, así como la sillería que actualmente se encuentra en la iglesia de San Vicente y el de Vadillo, fundado en el siglo XIII por don Diego Faro, canónigo de Burgos y arcipreste de Frías como hospital para caminantes, pobres y enfermos y del que se conserva parte del claustro, varias capillas y una gran iglesia de época gótica. Por último, tenemos el lavadero medieval situado junto al río Molinar y al comienzo de la colina de San Roque donde nacen unas fuentes de aguas claras y abundantes que reciben el nombre de “Las Fuentecillas”.
Una de las características más interesantes de esta fortaleza tiene que ver con el acceso al recinto interior que tiene forma de recodo, copiado de modelos utilizados en fortalezas musulmanas y muy extendido en los reinos cristianos durante la Reconquista. Dicho acceso se realiza a través de una puerta ojival de reducidas dimensiones para una mejor protección, defendida por almenas y troneras y precedida por un puente levadizo de madera. Llegamos así al patio de armas, en el pasado parcialmente cubierto y en el que se sitúan la crujía de servicios, los graneros y la bodega, así como un aljibe que se conserva en la actualidad. Al sur, las dependencias de los nobles en las que se conservan capiteles románicos decorados con figuras de caballeros y otras mitológicas. La visita al castillo se completa con un adarve que recorre las almenas hasta llegar al último reducto de defensa del castillo, la torre del homenaje que es independiente del resto de la fortaleza.
En un extremo de La Muela, junto al cortado rocoso, se encuentra la IGLESIA DE SAN VICENTE. Con un origen románico, la caída en el año 1906 de la torre original dotada de almenas de defensa dio lugar al templo que podemos admirar en la actualidad, caracterizado por una diversa combinación de estilos en el que resalta el barroco. Pero lo que se más se echa en falta de la construcción original es el pórtico trasladado al Museo de Claustros de Nueva York.
Nuestra siguiente parada es Tobera donde nos esperan unas atractivas sorpresas en forma de piedra y agua. Como si estuviera tallada en la misma concha de piedra que la cobija, la ermita de Nuestra Señora de la Hoz, gótica del siglo XIII, sirvió en la Edad Media de lugar de descanso para los peregrinos que descendían el Portillo del Busto; en su interior se guarda la imagen del Santo Cristo Auxiliador visible desde la calle a través de un arco enrejado. A los pies del templo descansa el puente medieval que durante siglos ha servido para salvar las aguas del río Molinar.
También las fiestas ocupan un lugar destacado dentro de las propuestas que nos hace la ciudad de Frías. Celebraciones religiosas como las Fiestas Patronales de San Sebastián y San Vicente en enero, la Fiesta de la Cruz en mayo, San Juan en junio, San Vitores en agosto y las Fiestas del Cristo en septiembre; así como otras con una temática histórica como la Fiesta del Capitán, declarada de Interés Turístico Regional y que coincide con las de San Juan. En esta fiesta se conmemora el acuerdo alcanzado en la población fredense y el Duque de Haro a mediados del siglo XV, sin olvidarnos de las Jornadas Medievales que se celebran cada mes de agosto.
La oferta turística que se completa con las propuestas de los diferentes mesones y restaurantes en los que disfrutar de las mejores viandas de la zona; casas rurales, apartamentos y parking de caravanas; empresas especializadas en deportes de naturaleza y aventura y diferentes tiendas de artesanía donde encontraremos ese recuerdo que llevarnos a nuestros hogares. Aunque sin duda alguna, el mejor recuerdo que podemos llevarnos no lo podemos tocar, quedará impreso en nuestra memoria durante largo tiempo