Los republicanos de la vieja guardia siempre han tenido una relación especial con el hotel Watergate, de Washington. Bien por nostalgia a Ni-xon, porque tiene buenas vistas sobre el río Potomac o porque está bien localizado, o por las tres cosas, lo cierto es que han reservado todas las habitaciones para la semana próxima, cuando se inicien los festejos para celebrar al nuevo presidente.
Por este motivo, el restaurante del hotel, el Aquarelle, uno de los más elegantes de la ciudad, ha fichado al cocinero favorito de los Bush, David Garrido, que trabaja en el Jeffrey's de Austin. (La Vanguardia)
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