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Cómo es la China de Xi Jinping, la superpotencia del siglo XXI

Julio Aramberri, exdirector de Turespaña, ha escrito una obra esencial para comprender el presente y futuro del gigante asiático

Publicada 12/01/20 -Actualizada 05/02/20 02:04h
Cómo es la China de Xi Jinping, la superpotencia del siglo XXI
  • Este fascinante libro permite al lector deshacerse sin problemas y rápidamente de su mochila de tópicos respecto a China
  • China es un país férreamente controlado por un partido único cuyo objetivo prioritario es perpetuarse en el poder
  • El ensayo de Julio Aramberri también es muy revelador acerca de los problemas estructurales que tiene la China actual

En la hemeroteca de Hosteltur, la etiqueta de noticias “China” muestra más de 1.250 resultados. No cabe duda de que el gigante asiático es un actor de primer orden en el escenario mundial del turismo, pero al mismo tiempo continúa siendo un gran desconocido para la mayoría de los occidentales. El libro “La China de Xi Jinping” (Ediciones Deliberar), obra del autor español Julio Aramberri, es una obra esencial para comprender el presente y futuro de este país.

Julio Aramberri fue director general de Turespaña entre 1987 y 1989, posteriormente impartió clases de Turismo en Universidades de EEUU, China y Vietnam. Sus vivencias en Asia le han permitido conocer de cerca la región económica más vibrante del mundo e interpretar lo que está sucediendo allí, con repercusiones sobre la geopolítica global y la industria turística.

La gran virtud de este ensayo de Julio Aramberri es que permite al lector deshacerse sin problemas y rápidamente de su mochila de tópicos respecto a China. Tópicos que más o menos todos tenemos en la cabeza del tipo “China es un país teóricamente comunista pero capitalista en la práctica”.

Lo que importa de verdad

En realidad, nos explica Julio Aramberri, lo que de verdad importa y lo que cuenta es que China es un país férreamente controlado por un partido único cuyo objetivo prioritario es simple y llanamente perpetuarse en el poder.

Para lograr ese objetivo, el Partido Comunista de China no tuvo reparos en abrazar, a partir de 1979 y bajo el liderazgo entonces de Den Xiaoping, una serie de reformas económicas encaminadas a lograr un crecimiento del PIB y de la renta por habitante sin parangón en la historia de este país.

El llamado "socialismo de rasgos chinos" ha impulsado el crecimiento económico pero el Partido Comunista mantiene un férreo control sobre el país

Unas reformas económicas que se tradujeron en dar vía libre al ahorro particular y a la empresa privada, si bien limitando sus actividades a ciertas áreas como los servicios, el comercio, las manufacturas, la fabricación de bienes de consumo, el turismo, etc.

El Estado chino, por su parte, retuvo el control sobre un gran número de empresas públicas o semi-públicas consideradas estratégicas (grandes infraestructuras, banca, energía, etc).

A este sistema económico se le conoce como "socialismo de rasgos chinos” o “capitalismo rojo”.

El "contrato social"

En resumidas cuentas, según nos explica Julio Aramberri, el crecimiento económico que se logró a partir de la década de 1980 fue la clave para establecer un “contrato social” no escrito entre el Partido Comunista (78 millones de militantes) y la sociedad china (1.380 millones de personas).

Y básicamente lo que dice ese contrato vendría a ser algo así como: los dirigentes os garantizamos un progreso económico, pero a cambio olvidaros de la democracia.

Al fin y al cabo, el propio presidente Xi Jinping, ha declarado solemnemente: “La característica definitoria del socialismo de rasgos chinos es el liderazgo del Partido Comunista Chino (…) El Partido impone su integral liderazgo en todas las áreas de actividad y en todas las partes del país”.

En efecto, el libro nos recuerda, entre otras cosas, que en China no existe la separación de poderes; que todos los medios de comunicación son del Estado; y que el Partido Comunista controla -normalmente a través de comisarios políticos, delegados, etc- cualquier entidad o asociación de lo que vendría a ser el tejido social del país, desde las cámaras de comercio hasta los clubes de petanca.

Estos tentáculos del PCH también llegan hasta las grandes compañías privadas chinas. Sin olvidar internet, controlado férreamente a través de una “gran muralla digital”.

Portada del Diario Popular, el órgano oficial del Partido Comunista de China (de lectura obligada para sus 78 millones de militantes) de octubre de 2017, tras la celebración del congreso nacional del partido. En la foto principal de la portada, el retrato del presidente del país, Xi Jinping.

Debilidades

Ahora bien, el ensayo de Julio Aramberri también es muy revelador acerca de los problemas estructurales que tiene la China actual, como la desaceleración económica debido a grandes inversiones poco rentables por parte de las empresas públicas; los problemas socio-demográficos generados a raíz de la política del hijo único; una deuda creciente; y la corrupción sistémica.

Y ante esos problemas, es muy probable que los dirigentes del país opten por un “frenesí nacionalista con el que tapar todas esas vergüenzas”, según expone el autor del libro.

Corrupción, problemas demográficos, tensiones geopolíticas con los países vecinos y nacionalismo pujante pueden definir también la China del siglo XXI

Un nacionalismo que puede traducirse, por ejemplo, en un aumento de las tensiones geopolíticas en el Mar del Sur de China, con especial foco de interés en Taiwan (llamada la “provincia rebelde” por el régimen chino) y Hong Kong.

A todo ello debe sumarse el rol que está adquiriendo el actual presidente Xi Jinping, que concentra cada vez más poder y está sentando las bases (a través de reformas constitucionales para alargar sus mandatos, culto a la personalidad, purgas de políticos rivales…) para seguir liderando el país a lo largo de esta década, advierte el autor.

En suma, estamos ante una lectura fascinante desde la primera hasta la última página.

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