"REINVENTARSE A UNO MISMO"
25 mayo, 2009 (07:11:44)Este es el título de una editorial que ha publicado la revista SAVIA, (competencia de HOSTELTUR, por mucho que Natalia, su estupendadirectora, diga que no), y que no he querido dejar de daros la posibilidad de leer porque me ha parecido francamente interesante.
El artículo esta firmado por el Director genral de Amadeus España, Paul de Villiers y creo que es una buena manera de enfocar el futuro, mirando como ya se hizo en el pasado.
(lamento que sea algo largo, pero creo que vale la pena)
“En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia hubo guerras, terror, sangre y muerte, pero surgieron Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza hubo amor y fraternidad, 500 años de democracia y paz y ¿qué tenemos?: el reloj de cuco”. La frase —probablemente la recuerden— la pronuncia Orson Welles en la película El tercer hombre. Y aunque hay que admitir que hace flaco favor a los suizos (a quienes, por otra parte, hay que reconocer el mérito de haber pasado del reloj de cuco al diseño SWATCH y del coche de importación al ultramoderno SMART), me atrevo a decir que ilustra a la perfección lo que la sabiduría popular nos recuerda con dichos como “la necesidad es la madre de todos los inventos” o como el que recomienda “hacer de la necesidad virtud”. Así lo confirmaba hace algunas semanas Jean-Luc Vincent, el fundador y presidente del Salón Internacional de los Inventos, que, curiosamente, se celebra cada año en Ginebra como queriendo poner de manifiesto que la innovación en Suiza va mucho más allá que el reloj de cuco… “Cuando el dinero escasea”, decía Vincent, “son las ideas las que ayudan a salir de la mala racha". Si inventores, cineastas y refraneros tienen razón, y las épocas de incertidumbre y conflicto son las más propensas a la creatividad, podemos asegurar que se avecinan buenos tiempos. Tiempos de cambio en los que saldremos de la inercia y la rutina, en los que seremos testigos de grandes adelantos e innovaciones y en los que nacerán o renacerán —como ya lo están haciendo— modelos de negocio y estrategias comerciales audaces y originales. Por fin buenas noticias. Ser consciente de lo positivo que tiene un contexto económico como el actual no significa ignorar ni frivolizar una situación con consecuencias tan graves en muchas empresas y trabajadores. Sí significa, sin embargo, tener en cuenta el papel de acicate que suponen los momentos difíciles, ya sean de índole privada o profesional, en las personas. Porque, precisamente, los grandes avances y muchos de los proyectos de éxito se emprenden en medio de situaciones de conflicto. Así lo afirmaba hace cuatro años Steve Jobs, fundador de Apple, en un discurso en el que explicaba a los estudiantes recién licenciados de la Universidad de Stanford su experiencia al ser despedido, con tan sólo 30 años, de la empresa que él mismo había creado: “cambiar el peso del éxito por la ligereza de ser de nuevo un principiante me liberó para entrar en uno de los periodos más creativos de mi vida”. Tanto, que en esta etapa no sólo crearía Pixar, el estudio de animación por ordenador más importante del mundo, sino que fundaría una empresa que, al ser absorbida por Apple, volvería a colocarle diez años más tarde como presidente y CEO de la misma firma que le despidió. Curiosamente, los casos como éste no son excepcionales. Abundan las personas que son capaces de dar el golpe de timón en los momentos más críticos. Y salen a flote. La propia Apple, cuando parecía que no tenía mucho más que decir en el campo de los ordenadores personales, lograba un posicionamiento con el iPod que le ha servido para lanzar con éxito su iPhone. Más paradigmático es el caso de Kodak, que en vez de limitarse a la fabricación de carretes fotográficos y de papel para una actividad caduca, ha sabido abanderar la revolución digital (en contra de lo que muchos creían) comercializando todo tipo de productos para una industria que se ha renovado radicalmente en los últimos años. Todos estos ejemplos tienen una característica en común: la innovación. E innovar es mucho más que inventar o descubrir: supone aplicar la creatividad a todos los aspectos del negocio, sin dar absolutamente nada por hecho y sin creer que las cosas tienen que seguir siendo como son. Quizás por eso Tom Peters, uno de los últimos gurús del pensamiento empresarial, insiste en lo mucho que odia el benchmarking. Recientemente, la web de Hosteltur nos ofrecía el extracto de una de sus conferencias, en la que explica lo inútil de “impulsar un plan para parecernos en cinco años al que era el líder hace cinco años”. Sobre todo, yo añadiría, en medio de una situación de inestabilidad como la actual, en la que nadie, ni siquiera los líderes, tienen la receta infalible para salir del túnel. Por eso la creatividad es imperativa. “Hay que salir del círculo vicioso de la imitación”, nos recuerda Peters, “no se puede ser brillante siguiendo los pasos del que es brillante”. Y eso no sólo es aplicable a las empresas tecnológicas que, como Amadeus, han hecho de la innovación su razón de ser, sino que es válido para cualquier negocio, por tradicional que sea el producto que vende o el servicio que presta. Innova el que se abre a nuevos nichos de mercado, el que comercializa sus productos a través de nuevos canales, el que tiende la mano a nuevos socios… Innova, sobre todo, y aunque a menudo se nos olvide, el que aprovecha los momentos de escaso crecimiento para formarse en nuevas habilidades que le colocarán en una posición de fortaleza cuando lleguen tiempos mejores. Toda innovación procede de “personas cabreadas”, dice Tom Peters en su libro Re-imagina!. No sé bien si de personas cabreadas, pero seguro, por lo menos, de individuos insatisfechos. Y nada hay que satisfaga menos que esta crisis. Así que nos conviene aplicarnos a fondo, porque igual que no hay acto heroico sin situación de máximo riesgo, no hay evolución sin crisis. Igual, después de todo, estamos de suerte.
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