Lo que importan las nuevas tecnologías
29 septiembre, 2009 (18:42:39)
LO QUE IMPORTAN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
Cuando empecé a trabajar en la hostelería, la palabra turismo no tenía existencia práctica en España, la gente no hacia turismo, los pocos que podían se iban de vacaciones o a veranear, y los clientes eran veraneantes, en ciertos lugares de sol y cercanos a la playa, como el antiguo Balneario de Aigües en la provincia de Alicante, además de los veraneantes conocían la figura de los invernantes, clientes de la temporada invernal que además del sol, aprovechaban las aguas termales de dicho balneario, figura la del invernante por la que hoy suspiramos en todos los destinos turísticos de sol y playa.
La calculadora más sofisticada era el ábaco, y las cajas registradoras, unas enormes máquinas que hoy en día algún coleccionista conserva convertidas en exótico mueble bar.
Después empezaron a aparecer calculadoras que en principio, solo sumaban y restaban para irse sofisticando para poder multiplicar y dividir, en un hotel las cuentas de clientes se llevaban mediante una “Main Courant” la Mano Corriente de mis primeros pinitos en recepción, enorme sábana de papel con múltiples casillas formadas por lineas y columnas, al igual que una actual hoja de cálculo, en las que cada línea correspondía a una habitación del hotel, y en cada columna se identificaban las habitaciones, nombre del cliente, número de personas y las diferentes cuenta de producción, seguidas de una columna para totalizar los gastos del día del cliente, otra para anotar el saldo anterior, una mas para totalizar, y luego seguían las columnas correspondientes a la contrapartida, deducciones, comisiones, Caja, terminando normalmente con dos columnas para anotar el saldo a cuenta nueva, o el paso a crédito de las habitaciones que habían salido pasando su factura a crédito.
Aquellas enormes sábanas de papel, se llenaban de gran cantidad de números, correspondientes a los cargos que se iban generando por cada cliente a lo largo del día y que al llegar la noche, debían ser sumados en líneas y columnas, y cuadrados por hojas y en la totalidad de las mismas que pudieran hacer falta de acuerdo con el número de habitaciones ocupadas en el hotel, cuadre que forzosamente debiera estar realizado antes de que pudieran empezar a pedir la cuenta desde las primeras horas de la mañana los clientes que abandonaban el hotel cada día.
Cuando aparecieron las primeras calculadoras, máquinas muy simples que sumaban y restaban, representaron una gran ayuda para aquellas personas con mas problemas para los cálculos mentales, pudiendo llegar a ser un engorro para aquellos que teníamos mas facilidades para dichos cálculos.
Y poco después aparecían las máquinas de contabilidad y las máquinas de facturación en los hoteles, una registradora que además de contar con un determinado número de teclas totalizadoras, permitía imprimir la factura del cliente, y llevar un registro de producción por departamentos, un avance tecnológico que revolucionó el trabajo en la recepción de los hoteles a lo largo de los años sesenta, consolidándose como herramienta indispensable de éstos a lo largo de la década de los setenta.
Como ocurre en la actualidad con las nuevas tecnologías del momento, no todos los grandes directores de la época, asumían con facilidad la aparición de aquellas máquinas: National, Anker, Sweda, etc., que venían a cambiar el mundo en el que ellos se sentían cómodos por que lo dominaban, la cuenta de cada cliente estaba claramente a su vista, en aquellas grandes sábanas de papel, mientras eran imposibles de ver con la misma facilidad escondidas en las entrañas de aquellas misteriosas máquinas.
Es anecdótico como Don Alfonso Font que tras dirigir hoteles de lujo en Berlín, Londres y París viene a Madrid en los inicios de la década de los sesenta para gestionar dos hoteles emblemáticos de nuestra hostelería, los hoteles Palace y el Ritz, no fue de los primeros en introducir la facturación mecánica en sus hoteles, era tanta su desconfianza ante aquellas máquinas, que en el Hotel Palace una vez se introdujo la facturación mecánica, se mantuvo en funcionamiento durante bastantes meses la mano corriente y los “main courantiers” con sus típicos manguitos de escribientes, por la escasa confianza que tales modernidades le inspiraban a Don Alfonso.
Y así llegamos a un nuevo paradigma provocado por nuevas tecnologías que representan la mayor revolución en el mundo de la gestión hotelera, y como siempre, con defensores sin mas crédito que su firme confianza en ellas, y detractores que intentan defenderse contra las mismas, refugiándose en lo que conocen y dominan, temerosos de los cantos de sirena de quienes pretenden venderles la solución a todos sus problemas, en más de un caso a precios solamente justificados por la ignorancia tanto de quién ofrece los servicios como de aquellos que los han de comprar.
La realidad es que pese a las confianzas de unos y las desconfianzas de otros, las nuevas tecnologías siempre han estado ahí, desde la invención de la rueda hasta la aparición de Internet y la TDT, para con mayores o menores problemas, ayudarnos a mejorar nuestra calidad de vida y la rentabilidad de nuestros negocios, porque el problema no esta en las nuevas tecnologías, sino en el uso inadecuado que durante su implantación y hasta estar totalmente desarrolladas se pueda hacer de las mismas.
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