El regalo de navidad perfecto: una máscara contra la polución.
20 enero, 2014 (08:27:46)Estas pasadas navidades recibí un regalo muy distinto: una mascara contra la polución.
Ya las había visto en la televisión y en la calle, pero nunca había tenido la oportunidad de probar una. Hasta entonces había asumido que eran simples mascarillas hechas con una capa de celulosa como las que compramos en la farmacia para evitar contagios.
La realidad es que estas mascarillas son mucho más complejas de lo que aparentan ya que incorporan un bolsillo interior con ranura lateral para insertar filtros acordes con el tamaño de las partículas presentes en el aire. Ademas se ofrecen en una gran variedad de diseños, contrariamente a la tradicional mascarilla blanca o ¨verde quirófano¨ española.
Uno de los factores mas influyentes en el éxito de un hostelero internacional es su capacidad de adaptarse al país que le acoge. Esta adaptabilidad no debe limitarse a la puramente epidérmica o superficial sino también y, sobre todo, a saber emplear efectivamente la empatía cultural en el marco de las interacciones personales y profesionales.
Mi reacción ante este regalo navideño tan diferente podía haberse situado en cualquier punto de la escala, desde el rechazo más absoluto hasta una ferviente aceptación…
…Por eso elegí aceptar el regalo de mi anfitrión chino. El país lleva mucho tiempo expuesto al problema de la contaminación y las mascarillas forman parte de su cotidiano. Adoptar una postura occidental de sorpresa y rechazo ante algo que nos parece extraordinario y negativo hubiera causado decepción y un desencuentro con mi anfitrión chino.
La empatía cultural es la habilidad de identificar y respetar aspectos de una cultura que nos son extraños sin entrar en juicios de valor. No supone la adopción de esas pautas culturales como propias sino simplemente su aceptación como inherentes a la cultura en cuestión y, por lo tanto, inevitables.
La inexistencia de ese juicio de valor es crucial ya que desde el momento en que uno juzga una cultura ajena, se esta erigiendo en juez y por lo tanto es incapaz de tener una visión imparcial. El problema de la parcialidad es que, tal como lo estableció Isaac Newton, toda acción conlleva una reacción igual pero en dirección contraria. Dicho de un modo más coloquial, todo comentario contrario o negativo sobre otra cultura dará lugar a una respuesta de rechazo por parte de los locales.
Todos los países y civilizaciones evolucionan y pasan a través de distintas fases dentro del ciclo de auto-rechazo y posterior afianzamiento de la cultura indígena, local.
En la primera fase del ciclo hay una devaluación de la cultura local en favor de un intento de acercamiento al modelo americano-occidental de desarrollo. Se evalúa la evolución o el grado de civilización de un país en base a su cercanía a este ideal. Desde mi punto de vista esta homogeneización lleva a la pérdida de señas de identidad y, por lo tanto, a un empobrecimiento cultural con repercusiones negativas locales y mundiales.
En la segunda fase del ciclo de evolución hay un retorno a los modos y costumbres tradicionales en un intento de afianzar la cultura propia. Este proceso es generalmente fruto de una nueva situación de crecimiento económico y de la lógica de la pirámide de Maslow. Habiendo sido cubiertas las necesidades básicas, de seguridad y las sociales, por fin se puede dedicar energía a las necesidades de estima (cultural).
Si tomo el ejemplo de China, el país se encuentra probablemente en el final de la primera fase del ciclo. Se produce un auto-descubrimiento, en gran medida equivalente a los años 90 en España, en los que las Olimpiadas de 1992 nos dieron una cierta auto-confianza y estima, aunque no dejábamos de mirarnos en el espejo de la prensa y opinión pública extranjera.
Por lo tanto, al recibir el regalo, hice uso del proceso de empatía cultural: estoy en China; el país está en fase de auto-descubrimiento; no serían capaces de entender lo extraño que se me hace que me regalen una máscara anti-contaminación; sonrío, acepto el regalo y valoro el gesto de mi anfitrión chino.
¿Una máscara anti-contaminación? ¡Justo lo que todo hotelero internacional le pediría a Papá Noel!
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