Todos somos turistas
6 mayo, 2015 (12:21:44)"Por favor, toma nota de estos mensajes, ¡no de mi! Piensa y asegúrate que dan la vuelta al mundo antes de que sea tarde. Este virus se escampa más rápido que el fuego y destruye todo en su camino".
Y eso fue lo que hice. Fotografiar ese cartel con piernas o humano con mensajes. Como si de una tortuga se tratara, Don. Cartel recorría el casco antiguo de Barcelona cargando notas en su espalda. Locales y turistas quedábamos estupefactos ante el paso lento del reptil y todos nos apresurábamos a leer cuidadosamente cada frase escrita en inglés.
El mensaje central, el que ocupaba toda la espalda, decía: "Los turistas deben quedarse en casa y hacer el lugar donde viven más bueno, más vibrante, lo cual nos dejaría libres para recuperar nuestros más preciados espacios y hacerlos más buenos y más vibrantes para vivir". Alguien dijo que si Dios hubiera querido que nos quedáramos siempre en el mismo sitio, nos habría creado con raíces. Una quimera: si no quieres turistas, tampoco puedes serlo, algo que ni los detractores a la concesión de licencias de apartamentos turísticos aceptarían. Además, todos los viajes tienen sus ventajas: visitando otras ciudades podemos aprender a mejorar la nuestra, y si la fortuna nos lleva hacia peores destinos, quizás aprendamos a disfrutar de lo que tenemos en casa.
A la altura del cuello: "Soy más importante que la Sagrada Familia ¡Y tu también! Ni que fuera el Camarlengo del Papa difundiendo la misiva de Dios. Aunque no me imagino largas colas de turistas esperando ansiosos por conocerme, ¡gracias! Sigo el día con el ego más subido que la torre más alta del Templo de Gaudí.
Y por encima de su cabeza, 9 mensajes más, quizás menos importantes por su tamaño. Debido a su inglés incomprensible me veo incapacitada de traducirlos todos pero echándole mucha imaginación he podido transcribir algunos:
"Los locales están muy contentos con lo que estoy haciendo. Yo defiendo activamente nuestros lugares públicos de nuestra ciudad". Supongo que se podría aplicar aquí el dicho: dar la razón como a los locos. Aunque hubo quien los hizo, yo no le agradecí su trabajo pero confieso que pasear tranquilamente por las calles de la ciudad Condal sin tropezar con decenas de turistas en cada esquina, sería magnífico. Creedme, ¡lo sé! Ya sea en verano o en invierno, ir al mercado arrastrando el carro de la compra se convierte en una carrera de obstáculos, un deporte de riesgo. Entre tanto visitante te conviertes en un extraño en tu propia ciudad.
"Por qué no habéis empezado a construir los deseos de la humanidad? Yo lo he hecho". Vaya, pues gracias de nuevo. Yo creo que de momento seguiré aportando mmi granito de arena para que los turistas puedan cumplir su deseo de conocer una de las ciudades más bonitas del mundo y se sientan cómodos paseando por sus calles. Y mientras la montaña no vaya a Mahoma, también seguiré ejerciendo de turista y haciendo realidad mis deseos.
"¡El turismo de masas destruye!" ¡Sí, y practicar balconing mata! Es verdad que ciertas áreas se han convertido en un parque temático y que se hace complicado captar la esencia, el alma de la ciudad entre hordas de turistas, pero propongo mirarnos más al ombligo y, tal vez, descubramos que los hechos incívicos no son solo aportaciones extranjeras. Todos somos turistas.
Mark Twain dijo que viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente. Pero lamentablemente, hoy en día no hace falta viajar para tener todo eso y para muestra, el mensajero protagonista de este escrito.
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