Los pasaportes falsos
26 diciembre, 2021 (12:20:36)Es bien sabido que los intelectuales orgánicos conservadores solo ven por el ojo derecho, lo que no sabíamos es que, además de tuertos, son sordos, porque para oír algo necesitan que sea un clamor, clamoroso o se lleve a cabo clamorosamente, como escriben en todos sus artículos. El clamor suele ser "generalizado", inútil insistencia, puesto que por definición es un conjunto de voces proferidas con vehemencia por una multitud, que debe ser chillona vocinglera y gritona, pero también puede ser silencioso, el "clamoroso silencio", en general del Gobierno, o ausente: "la clamorosa ausencia de la OMT".
La afición que tienen por el uso del adjetivo y a veces del adverbio les hace olvidar lo que su maestro le decía a Vargas Llosa sobre cómo evitar el uso de ambos.
Viene esto a cuento de la exigencia del uso generalizado del “pasaporte COVID“ que hace el más cualificado de ellos, precisamente unas horas antes de que en la reunión de Jefes de Estado y Gobierno de la UE, varios países certificaran su inutilidad al exigir pruebas negativas, para acceder a ellos, se esté o no vacunado.
Sin distinguir entre pasaporte y certificado, asegura que la difusión del primero facilitaría el acceso a actividades de alojamiento y restauración, como si el certificado emitido por las autoridades sanitarias no fuera suficiente y hubiera que utilizar un documento internacional para su uso doméstico.
Una vez que tenemos constancia de que solo las vacunas de Pfizer y Moderna ofrecen una buena protección frente a la variante ómicrom, pasaportes y certificados reducen su valor. El argumento de que las exigencias del pasaporte para ciertas actividades incentivarían la vacunación de los que aún no lo han hecho, queda anulada por la falsa confianza que genera en algunos la vacuna, que no evita ni la infección ni el contagio.
Desde que estableció el “Digital green certificate” la Unión europea insistió en que no se trataba de un pasaporte, puesto que no puede ser exigido para viajar, sino de un documento que facilitaría el movimiento. Fue bonito mientras duró. La insistencia en que son muchos los países que han implantado el pasaporte para acceder a actividades colectivas no se compadece con la realidad de que lo exigen algunos es una prueba de vacunación, como la que se emite en todos los lugares al vacunarse.
Se mofa del secretario general de la OMT, por asegurar éste que el pasaporte no minimiza el riesgo de contagios (por una vez estoy de acuerdo con él, quiero decir con el secretario general), limitándose a repetir lo afirmado por la OMS.
Como el Gobierno no se ajusta a sus instrucciones le califica de "pertinaz" recordándonos lo que decía el NODO de la sequía. Quizás el calificativo usado fuera el de "contumaz" que significa lo mismo en la segunda acepción: obstinado.
Una vez embalado asegura que "el Gobierno sigue desconociendo que sin la recuperación del turismo no será posible la recuperación de la economía nacional… a causa del aumento de la fiscalidad". Ese es un gran desconocimiento, casi tan grande como el de confundir a Montero con Montoro que fue el que subió los impuestos.
Pero siguiendo la norma periodística que prohíbe que la realidad estropee una buena noticia, sigue adelante, apropiándose incluso del “sentido común” que piden al Gobierno, pero del que ellos quedan exentos.
Fallaron al exigir la apertura al turismo extranjero en el verano del 20; repitieron error cuando aseguraban que la OMT se iría a Riad con lo que Madrid dejaría de ser “la capital mundial del turismo“ y vuelven a hacerlo al exigir un pasaporte falso incluso para su uso dentro de nuestras fronteras.
Los pasaportes son un invento moderno. Durante la segunda mitad del sXIX y hasta la primera guerra mundial se viajaba por toda Europa sin necesidad de poseerlo y desde hace unos años también se puede viajar sin él dentro del espacio Schengen. Por favor “un poco de sentido común". Llamemos al pan, pan y al vino, vino “es decir al pasaporte, pasaporte, y al certificado, certificado".
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