Revolución en el turismo

Los Gobiernos no saben cómo domesticar (aún) a la economía compartida

Bruselas ha abierto una consulta pública para regular este fenómeno

Publicada 29/10/15 -Actualizada 06/09/23 17:51h
Los Gobiernos no saben cómo domesticar (aún) a la economía compartida

El rápido desarrollo de la economía compartida ha sacudido los cimientos de la industria turística pero también ha cogido desprevenidos a los gobiernos locales, regionales y nacionales de muchos países. Y parece que el debate se centra en resolver una pregunta aparentemente sencilla pero diabólica: ¿Regular o prohibir? Incluso en Estados Unidos -el país donde han nacido las compañías líderes de este sector- surgen serias dudas acerca del impacto de esta actividad sobre la economía y el empleo.

Hillary Clinton, aspirante del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de 2016, tiene en su punto de mira a las nuevas compañías intermediarias cuyo modelo de negocio se apoya en el trabajo desarrollado por miles de empleados autónomos.

“Muchos ciudadanos americanos están ganandoun dinero extra alquilando habitaciones en sus casas o incluso conduciendo su propio coche. Pero esta nueva economía, al mismo tiempo que crea oportunidades emocionantes y da rienda suelta a la innovación, también está planteando serias preguntas acerca de la protección laboral y sobre cómo será un buen puesto de trabajo en el futuro”, declaró Clinton en un discurso en Nueva York, un destino estratégico para Airbnb.

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De hecho, en EEUU se han presentado ya varias demandas contra empresas basadas en la economía colaborativa por parte de antiguos trabajadores,que reclaman ser considerados como empleados en lugar de autónomos.

Por ello, los planes de Hillary Clinton pasarían por forzar a las compañías basadas en la economía compartida para que cambien su relación con los trabajadores que prestan los servicios.

Tres ventajas básicas

De hecho, los nuevos operadores digitales que intermedian en la venta de servicios turísticos entre particulares tienen tres características básicas: son firmas muy ligeras en activos al ser sólo propietarias dela plataforma de ventas, pero no de los recursos; traspasan la responsabilidad legal a los proveedores particulares; y pueden operar con costes muy bajos, reventando precios de mercado.

Pero debido a estas credenciales, algunos gobiernos se han planteado directamente prohibir las nuevas plataformas.

China, por ejemplo, quiere promover el uso de apps y tecnologías móviles para sus taxis, pero teme una invasión de coches privados por sus calles. Por ello quiere forzar a apps como Uber a usar sólo vehículos con licencia de transporte de pasajeros.

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La regulación en la Unión Europea, a la espera

También en Europa se debate sobre cómo regular un fenómeno que crece de manera exponencial.

“Uno de los objetivos de la UE es crear un mercado sin barreras y en este sentido el consumo colaborativo puede reimpulsar la economía transnacional”,dice Joanna Drake, presidenta del grupo de trabajo sobre economía colaborativa, nuevos modelos de negocio y pymes, de la dirección general de Mercado Interior, Industria y Pymes de la Comisión Europea.

Drake participó en el seminario de innovación turística INTO celebrado en Mallorca el pasado mes de octubre y explicó que Bruselas todavía no ha emitido ningún dictamen o recomendación sobre la economía compartida.

Ahora bien, Bruselas ha abierto una consulta pública precisamente para marcar unas pautas a los países de la UE.

“Desde la Comisión Europea tenemos la responsabilidad de considerar todos los ángulos de la economía colaborativa: queremos asegurar que se cumplen las expectativas de los consumidores y también nos interesa saber qué puede hacer esta actividad por la creación de puestosde trabajo", dice Drake.

Así que por un lado la Comisión Europea“está a favor de modelos innovativos que sobre todo puedan crear nuevos puestos de trabajo a nivel transnacional”, pero por el otro lado “tampoco queremos que retrocedan valores europeos, como los derechos de los consumidores y de los trabajadores…”.

Por todo ello, concluye esta representante de la Comisión Europea, “la economía colaborativa puede ser un incentivo para las economías locales, ¿pero va en la dirección correcta, creando beneficios, valores,a medio y largo plazo? Este sector tiene un impacto directo en la calidad del empleo, en la distribución... Y queremos los mejores efectos sobre la economía, pero manteniendo estándares europeos”.

Dilema

Por su parte, el secretario general de la Organización Mundial del Turismo, Taleb Rifai, dice comprender que los gobiernos quieran regular la economía compartida pero realiza una serie de advertencias.

“Este fenómeno va a afectar a todos los países y va a continuar creciendo rápidamente. Pero la pregunta es cómo repercute esta tendencia en cada destino, de modo que puedan beneficiarse de los mejores elementos de este fenómeno y evitar los efectos negativos”.

Y es que según añade el secretario generalde la OMT, “es necesario aproximarse a este fenómeno desde una visión muy equilibrada, porque la economía compartida tiene partes positivas. Por ejemplo, ha popularizado aún más los viajes, puede contribuir a prolongar las estancias en un destino y repartir los ingresos del turismo a más capas de la sociedad…”.

Pero al mismo tiempo, el boom de la economía compartida presenta aspectos “sobre los que debemos ser muy cuidadosos, como la equidad entre los diferentes prestadores de servicios", apunta Rifai.

"Si los hoteles pagan impuestos, debe haber también algún tipo de fiscalidad para estos alojamientos, así como ciertos estándares -aunque sean unos mínimos- de calidad, seguridad, etc”.

Por todo ello, concluye el secretario general de la OMT, “será necesario regular este fenómeno de una manera inteligente, imaginativa, justa, sin matarlo. Ese será el reto para los países".

Este reportaje forma parte del tema de portada de la revista HOSTELTUR de diciembre sobre la economía compartida. La versión completa puede descargarse a través de este enlace como documento PDF.

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