Entrevista a Joan Molas, presidente de la Mesa del Turismo

Unidad de criterios para recuperar la competitividad turística de España

“Las Administraciones deben gestionar los fondos con los objetivos propuestos por el sector”

Publicada 12/01/21 -Actualizada 05/02/21 02:03h
Unidad de criterios para recuperar la competitividad turística de España
  • Molas advierte que "el turismo necesitará ayuda para ir recuperándose poco a poco durante el tiempo que haga falta"
  • El presidente de la Mesa llama al sector público a invertir para recuperar un sector fundamental para nuestra estabilidad económica y social
  • El cambio de modelo turístico obliga a destinar los fondos europeos a aspectos diferenciales como la formación y la digitalización

Entrevista/El primer año de Joan Molas al frente de la Mesa del Turismo ha coincidido con el peor de la historia para el sector pero, según ha advertido, esto no acaba aquí, ya que “el turismo es un enfermo que está en la UCI, muy enfermo pero estable, se le está haciendo un tratamiento con el que no se recupera pero no se muere… de momento. En los brazos tiene sendas vías que se llaman ERTE e ICO, y por mascarilla la reducción de impuestos, lo que permite tener al enfermo controlado. Cuando se cure, gracias a la vacuna, no podrá caminar solo tras un año y medio en la cama. Necesitará ayuda para ir recuperándose poco a poco durante el tiempo que haga falta, con el fin de recuperar la competitividad turística de España. Porque se ha demostrado que sin el turismo la caída de la actividad económica y social del país es tremenda. Por ello hemos de invertir para recuperar un sector fundamental para nuestra estabilidad económica y social”.

Siguiendo con el símil, ¿qué medicina le damos a ese enfermo para que pueda recuperarse?

En primer lugar hay que definir qué es lo prioritario para prepararnos para este reinicio, porque va a haber 140 millones de euros de fondos europeos, aunque una parte de ellos en créditos que habrá que devolver. Un reinicio en el que el modelo turístico habrá cambiado completamente, para el que contamos con la ventaja competitiva del amplio abanico de posibilidades turísticas que en términos generales tiene el destino España, aunque algunas de ellas habrá que mejorarlas. Porque el cliente también tiene mucho más conocimiento, ha vivido una situación que jamás había conocido, por lo que hay una serie de valores que adquirirán un significado que antes de la COVID19 no teníamos tan interiorizados, como la sostenibilidad, que impondrá un cambio de modelo en los destinos maduros. Algunos de hecho ya están trabajando en ello, como Benidorm, Lloret y Calviá, entre otros, ejemplos de destinos sostenibles.

¿A qué aspectos por tanto se debe destinar esa inversión?

Debemos prestar especial atención a qué tipo de proyectos dedicamos los fondos europeos porque no vamos a tener otra oportunidad como ésta. El cambio de modelo, provocado también por ese cliente más exigente, obliga a dedicar el dinero a aspectos que realmente sean importantes, como al talento a través de la formación, y la digitalización, de manera que todas las empresas turísticas españolas estén preparadas tecnológicamente, para lo que hay que implantar wifi en todo el territorio nacional y el 5G en un máximo de cinco años, porque te lo va a exigir el propio cliente. A ello se suma la necesidad de invertir en personalización, atención al cliente, optimización de la relación calidad-precio, etc. Porque nos va a costar muchísimo poder volver a recuperar un nivel de competitividad tan elevado como el que teníamos. Hemos tardado 60 años en pasar de miles de turistas a 83 millones y no es fácil mantener este listón tan alto.

"Hay que saber diferenciar entre resistir, que es lo que estamos haciendo ahora, y evolucionar, procurando aplicar esos fondos con la suficiente inteligencia para que invirtamos en aquello que realmente nos haga diferentes del resto"

Joan Molas, en una de sus múltiples intervenciones en este primer año al frente de la Mesa del Turismo, asociación decana del sector que nació en 1986 y que reúne a representantes de 17 subsectores turísticos.

¿Qué cambios estructurales hemos de aplicar por tanto para adaptar nuestro modelo turístico a lo que va a exigir el cliente?

Hemos de aprovechar el momento porque en el futuro una gran concentración de visitantes en un periodo de 100 días puede provocar determinados rechazos, por lo que hemos de abrir la temporada antes y después del verano con total seguridad. ¿Significa que el sol y playa desaparecerá? No, ni mucho menos. Sigue siendo el eje vertebral del turismo español, pero precisamente hay que potenciar el resto de productos turísticos imbatibles que tenemos (cultura, gastronomía, climatología, comunicaciones, sanidad pública) de una manera muchísimo más concienzuda. Nos lo tenemos que creer mucho más. Y no se trata de promoción sino de comunicación y comercialización, de innovar con soluciones tecnológicas de vanguardia. Debemos evolucionar porque con toda seguridad a partir del pos-COVID cualquier tipo de marca blanca tiende a desaparecer, ya sea un destino o una empresa, porque habrá tantas alternativas de destinos turísticos con un apetito voraz para captar al cliente que tendrán que ofrecer algo más, un atractivo diferencial, para atraerlos.

¿Qué ha aprendido el turismo español de esta pandemia?

Que hemos de ser mucho más resilientes y exigir a las Administraciones públicas que cumplan con los compromisos de atender a un sector que en sólo 10 meses ha pasado de representar el 12,4% del PIB directo y el 18% si sumamos el indirecto al 4%. Hemos retrocedido 50 años. De hecho para febrero o marzo tendremos terminados unos estudios realizados por la Universidad Nebrija donde se verán las Cuentas Satélites y sobre todo cómo ha afectado la caída del turismo a otros sectores. La solución por tanto pasa por una colaboración público-privada en la que el sector privado marque muy concretamente la necesidad exacta y específica de la aplicación de esos fondos, y sobre todo de su gestión. La Administración pública por tanto está llamada a gestionar aquello que el sector privado le demande. Sus integrantes son los que tienen que ejecutar y gestionar siguiendo las normativas, porque están puestos ahí por los ciudadanos. Hemos de rechazar y denunciar que haya prioridades políticas o determinados acuerdos que no repercutan exactamente en el beneficio del sector. También creo que las Administraciones habrán aprendido que esto ha cambiado mucho o lo va a hacer.

¿Y cuál es el papel del sector privado ante esta nueva etapa?

Ahora viene un momento en que hay que ser muy determinante en definir cuáles son las prioridades y ahí nos tenemos que poner de acuerdo el sector para tener la fortaleza y la influencia suficientes ante las Administraciones públicas, con el fin de poder diseñar una política turística adecuada de cara al futuro con unos criterios muy definidos y claros. La Mesa del Turismo se brinda a desempeñar ese papel porque representamos a 17 subsectores turísticos, pero también puede ser cualquier otro organismo. Cuando ganamos las elecciones para presidir la Mesa hace ahora un año nuestro programa recogía claramente el objetivo de unificar los criterios de todos los subsectores para remar todos en la misma dirección. Hemos avanzado en ello porque ahora mismo no hay otro organismo, asociación o entidad que aglutine a todos los sectores turísticos; y seguimos trabajando, porque el 21 de enero cogimos la Mesa con 44 miembros, cerramos el año con 68 y muy probablemente en los próximos tres meses se incorporen entre 10 y 15 nuevos socios. Estamos muy satisfechos de lo que hemos hecho este año tan complicado, pero también somos conscientes de que nos queda mucho por hacer. Por eso nuestro deseo, nuestro trabajo y nuestro enfoque es que esa unificación de criterios de todo el sector se articule a través de la Mesa del Turismo, donde estamos todos juntos para conocer con detalle la problemática de cada uno de los subsectores y así aunar al máximo todo aquello que nos une. El problema es hasta cuándo podrá aguantar el sector.

Sí, porque habéis fijado el 1 de abril como el día D para la recuperación, ¿no?

Fijamos el 1 de abril como el día D, no tanto por la seguridad de que ésa sea la fecha sino por la necesidad de que lo sea porque, en términos generales, el sector no puede aguantar más de un año en esta situación que se generó a mediados de marzo de 2020, a pesar de las medidas de ayuda establecidas. Ahora hay que ayudarle para salir adelante, para volver a ser competitivos. Y si para ello es necesario bajar el IVA, aunque eso afecte a los Presupuestos Generales del Estado porque va a haber menos recaudación, habrá que destinar menos recursos a otros menesteres si queremos recuperar una balanza de pagos de 40.000 millones de euros de saldo positivo como la que tuvimos en 2019. Para ello hemos de hacer un esfuerzo todos. Por eso pedimos asimismo a los miles de ciudadanos que para Semana Santa ya habrán sido vacunados sean valientes y que viajen, al igual que los más de tres millones de funcionarios que no han visto afectados su economía ni su status, que sean solidarios y hagan lo mismo. Y si la Administración tiene que adelgazar, tendrá que hacerlo. Porque para que haya redistribución de riqueza primero hay que generar esa riqueza. A ello pueden contribuir otras medidas como bajadas de impuestos o la eliminación de las tasas aeroportuarias, también por una cuestión de imagen.

"Necesitamos un Gobierno valiente, muy capacitado, y sobre todo que de una vez por todas conduzca con luces largas, mire a varios años vista y no piense sólo en las próximas elecciones"

Vuestras peticiones a las Administraciones públicas están claras, pero ¿qué le pedís al sector privado?

Quiero hacer una llamada de atención porque hemos estado durante muchos años construyendo un modelo de éxito que hemos exportado a muchos otros países. Ahora como sector hemos de ser capaces de diseñar un proceso de recuperación suficientemente sólido e inteligente para ponernos de acuerdo en las medidas a adoptar y tener la fuerza, la determinación y sobre todo el convencimiento para que las Administraciones públicas sean gestoras de aquellas líneas que propongamos; en lugar de la división sectorial que durante años aparentemente ha habido y que a las Administraciones les ha venido muy bien, siguiendo el tradicional lema de divide y vencerás. La Mesa no es un contrapoder contra nadie, sino que queremos ser, dentro de lo que cabe, un poder en sí mismo con la capacidad de influencia en los ámbitos donde se debaten y se deciden los temas importantes que afectan al sector.

¿Y veis receptivas a las Administraciones ante vuestras propuestas de cara a esta siguiente fase que se nos abre ahora cuando lleguen los fondos europeos?

Unas más que otras. En términos generales vemos muy receptivos a los municipios turísticos, muy concienciados y preocupados, pero al mismo tiempo muy esperanzados por que esto sea parte de la solución; algunas comunidades autónomas y con el Gobierno central tenemos una excelente relación con la ministra y con el secretario de Estado, como no puede ser de otra manera, pero sí hemos echado de menos una clara influencia de un Ministerio determinante. Hasta el punto de que ahora sí estoy convencido de que sería absolutamente prioritario tener un ministro o ministra sólo del ramo y mejor si dependiera directamente del presidente del Gobierno. Porque se ha demostrado que la caída del turismo ha provocado una situación absolutamente catastrófica en términos generales en el país. Por ello creo que un ministro de Turismo capacitado, conocedor del sector, con capacidad de negociación, voluntad y sobre todo muy de la mano del sector privado, ahora sería fundamental, estrictamente necesario y determinante. Es un momento en que la única ideología que hay se llama España. Somos de un partido político que se llama turismo y nuestra prioridad es volver a ser atractivos como destino turístico internacional. Y en este sentido queda mucho por hacer y por exigir, porque desde aquí exigimos a las Administraciones públicas el cumplimiento de sus funciones, y sobre todo que sepan escuchar y dialogar, porque hemos dado una imagen de descoordinación entre el Gobierno central y las Comunidades que ha sido penosa. El 15 de marzo, cuando se cumple un año del estallido de la pandemia en el país, debemos tener una hoja de ruta clarísima con el número de puntos que haga falta ordenados por prioridades.

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