Distopía: ¿Y si no se hubiera reactivado la demanda?
26 septiembre, 2022 (05:16:37)La figuración de una situación histórica alternativa a la actual derivada de haber concurrido determinadas circunstancias (figuración introducida por el condicional “y si……”) es un recurso usado por los historiadores de forma muy restrictiva, ya que no es un método riguroso. No obstante, a veces es útil para valorar la presencia, o ausencia, de un factor que se considera determinante para configurar la realidad analizada. En este caso, la pregunta es: ¿Cuál sería la situación presente del turismo español si no se hubiera reactivado tan fuertemente la demanda?
La pregunta, inquietante en extremo para nuestra industria turística, y en general para el turismo mundial, me la planteé en el curso de la primera sesión de la serie que, con el nombre de “El turismo: la industria de la felicidad”, organiza el presidente de HOTUSA, dando continuidad a los encuentros que impulsó a lo largo del período de crisis pandémica.
En esta ocasión, los CEO de Barceló y NH han ofrecido un panorama de nuestro sector turístico muy positivo y esperanzador, a pesar de las incertidumbres que todavía pesan sobre el turismo mundial: crisis económica mundial que ha desembocado en un proceso de alta inflación e invasión de Ucrania desencadenada por Vladimir Putin, factores que, sin duda, pueden incidir en la demanda turística. Ambos intervinientes aseguraron que la temporada turística ha sido satisfactoria, con una reactivación no sólo de la demanda vacacional sino también del turismo de negocios y corporativo, y sus previsiones es que se mantendrá un elevado nivel de demanda y de actividad del sector turístico.
Pero no se trata de hacer la crónica de esta interesante reunión. Seguramente a la misma asistieron periodistas profesionales que lo harán mucho mejor que este comentarista. No obstante, si merece la pena resaltar algunos puntos de las intervenciones que afectan significativamente al inmediato futuro de nuestro turismo. Se señaló la insuficiente recuperación de la conectividad aérea, tan relevante para nuestro turismo (el 85% de los viajeros a España lo hacen en avión). En este sentido un estudio recientemente publicado muestra durante el período entre mayo y agosto de este año se anularon 24.107 vuelos en Europa. También se puso de relieve la preocupación por la alarmante carencia de personal, tanto cualificado como sin cualificar, en aeropuertos, hoteles y hostelería, aunque este problema no es exclusivo de España.
Lo que se pretende en este artículo es considerar cual hubiera sido la situación de nuestro sector productivo en el caso de que no se hubiera reactivado tan espectacularmente la demanda, mientras que las empresas turísticas habrían tenido que hacer frente a los incrementos de costes de suministros de todo tipo: energía eléctrica, combustibles y productos alimenticios. Afortunadamente no se ha producido este escenario, de modo que, según los datos publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística, ha sido el sector exterior, y, dentro de él el turismo, el que ha resultado fundamental para conseguir en el segundo trimestre del año un crecimiento del 1,5% del PIB nacional. ¿Si se hubiera producido esta situación catastrófica el Gobierno habría sido capaz de diseñar un PERTE para el sector turístico, o ni siquiera así?
En fechas próximas se va a celebrar en Barcelona la II Convención de TURESPAÑA, dedicada, muy acertadamente, a la “Gobernanza del Turismo”. Es de esperar que no se repitan las manidas, por repetidas y vacías, apelaciones al cambio de modelo, “paradigma” se dice ahora, de nuestro turismo. Se ha especulado con una transformación radical del comportamiento de la demanda turística a raíz de la pandemia, pero la realidad es que no se ha producido. Los cambios sociales suelen ser progresivos. Y así es como se está haciendo en el turismo español. Esta transformación ya se está haciendo de forma progresiva mediante la diversificación y el incremento del valor añadido del producto, así como la evidente elevación de la calidad de nuestra oferta, que permite incrementar la rentabilidad y atraer nuevos segmentos de la demanda. En el debate sobre el futuro de nuestro turismo no son útiles las apelaciones generales sino abordar problemas concretos, entre los cuales el aparentemente incontenible aumento de los pisos turísticos. Los pisos turísticos han sido un factor fundamental en el incremento de nuestro turismo, pero su falta de regulación ha producido efectos secundarios indeseados, como elemento decisivo en la masificación y en la escasez y carestía del alquiler residencial, como, con remordimiento, ha reconocido el Gobierno balear, y que, en gran medida, favorece el rechazo al turismo por la población local. Se acaba de hacer público que en Málaga la oferta de pisos turísticos ha crecido desde 2019 un 25% mientras que las plazas hoteleras lo han hecho en un 10%, representando las viviendas de uso turístico en Málaga más del 50% del total de plazas en Andalucía.
La transformación del sector turístico también se está produciendo en el proceso de digitalización, en especial del sector hotelero, como en su día lo hizo el transporte aéreo. La digitalización es el instrumento fundamental tanto para satisfacer mejor las necesidades y expectativas del cliente como para gestionar más eficientemente los costes empresariales, así como para facilitar la comercialización directa y alcanzar un mayor equilibrio con la distribución, que tiene ciertos rasgos monopolísticos. Este proceso lo están llevando a cabo las grandes empresas, pero es más difícil para las medianas y pequeñas, y la asignación de fondos europeos, cuya gestión pública está resultando muy poco ágil y eficiente, habría de ser un instrumento fundamental.
El sector turístico español ha sabido gestionar el fuerte aumento de los costes, y basándose en la recuperación de la demanda, se encuentra en mucha mejor situación que otros sectores productivos de nuestra economía, que incluso en algunos casos se ven obligados a interrumpir temporalmente su actividad. Una vez más el turismo es un motor fundamental de la economía española, y, tal como señaló el presidente español de IAG en una reciente conferencia, es el máximo distribuidor social de la riqueza.
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