El turismo chino: potencial y precaución.
30 diciembre, 2022 (04:30:04)El Gobierno chino, en un radical cambio de su estrategia sanitaria, ha decidido levantar las rigurosas restricciones que implicaban el confinamiento de poblaciones enteras ante la aparición de casos de infección de Covid 19. Las razones tanto de la rigurosa estrategia de confinamiento, como la actual basada en su radical e inmediata eliminación, sin ningún grado de progresividad, no han sido de carácter sanitario sino de naturaleza política. Los dirigentes chinos han tenido que hacer frente al cansancio de la población, expresado en manifestaciones populares, insólitas desde hace décadas en ese país, y en el grave impacto en la economía, que puede enfrentarse, por la disrupción en el proceso productivo, a una drástica caída del producto interior bruto, que podría llegar incluso a registrar índices negativos. Además de las implicaciones políticas internas, este cambio radical también tiene una traducción en el ámbito internacional, ya que es un duro golpe a la pretensión china de que un régimen autoritario sabe gestionar mejor que otro liberal una amenaza como es la de la pandemia.
Este cambio de la política sanitaria china incluye la apertura de las fronteras a los viajes internacionales. La información disponible pone de manifiesto una fuerte demanda de viajes al exterior de la población china, en una reacción similar a la de otros mercados turísticos. La radical diferencia con éstos es la preocupante situación sanitaria en China, en la que se está produciendo, según todas las fuentes informativas exteriores, una ola imparable de nuevos contagios de la pandemia. A ello se añade el riesgo de que este rebrote pueda propiciar nuevas variantes del virus, que escaparían a la protección que ofrecen las vacunas utilizadas hasta ahora. Es muy posible que pueda volver a repetirse la situación original en la que el foco inicial de la pandemia se difundió desde China a través de los viajeros, siendo determinante para su extensión imparable la lentitud con la que reaccionaron los destinos receptores. En Europa, solamente Italia ha sido capaz de aprender la lección y ha puesto condiciones a la llegada de viajeros procedentes de China. Lo mismo está haciendo una lista creciente de países entre los que encuentran Estados Unidos, India, Japón y Malasia. Contrasta con esta rápida y prudente reacción, la indecisión de la Comisión de la Europea (CE) que se ha limitado a una “vigilancia activa”, signifique esto lo que signifique.
España, después de plegarse inicialmente a la posición de la Comisión Europea, ha reaccionado en el día de hoy, alineándose con la postura italiana y proponiendo a la CE la adopción de medidas de control concretas y comunes para toda la UE. España, según la declaración oficial de esta mañana, exigirá a los viajeros procedentes de China una PCR o haber completado la pauta de vacunación. Debería eliminar esta segunda opción, ya que la situación de la pandemia en China se debe en buena parte a la limitada eficacia de las vacunas chinas, del tipo de virus atenuado, además de que el índice de vacunación ha sido relativamente bajo, habiendo favorecido a la población en edad de trabajar, por razones productivas, en detrimento de los segmentos de población de más edad y, por tanto, más vulnerables. El Gobierno ha de adoptar, también, medidas efectivas en los aeropuertos, ya que sin que esa amenaza pandémica se haya materializado, padecemos ya problemas agudos de gestión del control de fronteras. Así mismo, ha de alinearse con Italia exigiendo a la CE que adopte una política más rigurosa y común para toda la Unión Europea, ya que de otro modo los miembros quedarían igualmente expuestos puesto que el viajero chino visita diverso países cuando viaja a Europa. El turismo español, y el turismo mundial, no pueden permitirse que una repetición de la pandemia provoque otra situación como la de estos últimos años catastróficos para la actividad turística.
Se ha argumentado que el turismo chino es marginal para los destinos españoles, señalando que incluso es incierto el número de turistas chinos que nos visitan, y poniendo de relieve el fracaso de las líneas aéreas españolas que han querido asentarse en el mercado emisor chino. El primer argumento es el resultado no querido de la transferencia de la competencia estadística del Instituto de Estudios Turísticos al Instituto Nacional de Estadística, idealmente coherente, pero que se ha traducido en una insuficiente atención del INE a la actividad productiva que supone el 13% de nuestra economía. A la vez, este argumento contrasta con el hecho cierto de que el turista chino tiene una capacidad de gasto muy superior al proveniente de otros mercados emisores, y que, desde siempre, uno de los objetivos de la política turística española es crecer no tanto en número como en rentabilidad. Afortunadamente y gracias al dinamismo de nuestra oferta, disponemos de productos (centros comerciales, alojamiento, restauración y ocio) muy atractivos para el turista con alta capacidad de gasto. En cuanto a las líneas aéreas no podemos pretender que el emisor chino, además muy fuertemente intervenido desde el sector público, tenga un comportamiento distinto al de nuestros tradicionales mercados emisores europeos, donde durante décadas los grandes protagonistas han sido los operadores de dichos mercados y las líneas aéreas integradas en ellos. Sólo el proceso de maduración y la iniciativa de los actores españoles ha permitido la evolución progresiva de aquella situación inicial de monopolio.
En resumen, estimo que el mercado emisor chino tiene un gran interés para el turismo español, por su potencial de crecimiento y por su capacidad de gasto, y, a la vez, y ambas cosas son perfectamente compatibles, que la situación coyuntural de la pandemia exige una actitud de control temporal muy determinada y efectiva que evite la repetición de una situación que supondría una grave amenaza para la supervivencia de un sector cuyo dinamismo ha permitido que la economía española recupere progresivamente su nivel de actividad.
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