Un post de Eva Diz

El nuevo turista

Campaña #ministeriodeturismoya

Publicada 19/10/11 -Actualizada 15/07/18 23:22h
El nuevo turista

¿Conocen los políticos al turista del siglo XXI? ¿Saben cómo ha cambiado, cuáles son sus hábitos de compra, sus preferencias? ¿Saben lo que busca y espera de un destino, de un hotel, de una ciudad? Eva Diz plantea en este post que difícilmente un Ministerio de Turismo o una Secretaría de Estado, o ni siquiera una Secretaría General, podrán hacer mucho por la industria turística española y por España como destino si no saben lo que ocurre en el sector.

Los turistas están cambiando. Para bien y para mal, son diferentes a los de hace años y piden cosas distintas, cada cual las suyas. Elegir y adaptarse, esa es la cuestión. Y hacerlo de forma urgente, ese es el truco.

Si, finalmente, el nuevo gobierno que salga de las urnas el 20-N quisiera crear un Ministerio de Turismo, esta premisa sería una de las primeras necesidades del sector que debería atender, entre otras muchas, claro.

Ya lo apuntábamos hace unos días en Contenido SEO, cuando hablábamos de los deberes del turismo para este nuevo curso, que empezará tras las elecciones generales del 20-N. El modelo de turista está cambiando y hemos de saber llegar al que realmente merece la pena y darle lo que busca. Convencerlo, fidelizarlo. Competir y ganar.

El turista, al contrario que la familia, sí que se puede elegir: todo depende de la oferta que se presente, de cómo se haga y de a quién se dirija la promoción. Los tiempos cambian, los viajeros también. Los perfiles son muy variados pero, si me lo permitís, hagamos una breve clasificación, para entendernos: Tenemos a los nuevos turistas, a los buenos y a los malos.

Exponiéndolo de forma tan simple no cabe duda de que el turismo mundial se está peleando ahora mismo por los dos primeros, los nuevos -exigentes y espontáneos- y los buenos -los que saben gastar y son fieles- y que los malos se están quedando allí donde les dejan. ¿Aquí? Sí, aquí tampoco nos libramos.

Los nuevos turistas. Son exigentes, piden calidad y tienen muy desarrollada la intelegencia turística (buscan destino, hotel y oferta complementaria por internet, sin ayuda, y crean su propio viaje), han recorrido muchos lugares, pueden comparar, comparan… y no perdonan.

Este perfil, que se enmarca directamente en el del nuevo consumidor mundial, busca disfrutar de sus hobbies -deporte, cultura, fiesta, gastronomía- y sus estancias suelen ser más cortas, pero más frecuentes si la opción realmente le ha convencido.

Con estos turistas más innovadores y tecnológicos nacen conceptos nuevos como el enoturismo, el turismo de aventura, el de bienestar… Toda una serie de versiones especializadas que coinciden con la propuesta de crear nuevas experiencias, una necesidad que se apuntaba desde el Foro de Turismo organizado por Hosteltur, el diario de noticias de turismo, este año en Madrid.

La exigencia de adaptarse, de ser competitivos ante estos nuevos turistas no es de ahora. Ya en 2002 se podían leer en Hosteltur noticias de turismo en las ya entonces se palpaba un cambio en las rutinas vacacionales Era la llegada del turista de camping, el de alojamiento en apartamento de amigos y disfrute de las experiencias complementarias que se puede encontrar en el destino. Pero, había más.

Los españoles que deciden irse a otros países de viaje se parecen mucho a los extranjeros que nos visitan ahora y piden algo más que sol y playa. Los que vienen buscando paisajes, momentos, gastronomía, arte y todo lo que puede ser auténtico, diferente. Siguen un mismo patrón: la exigencia, la novedad, la experiencia real. Y, aún así, ellas y ellos son diferentes y buscan cosas distintas, incluso cuando viajan en pareja.

Y es que cada uno somos como somos y el turismo ha de ver esas tendencias y crear ofertas versátiles en las que estos grupos tan diferentes y aparentemente alejados encuentren su sitio. Añadir valor. Dar algo más.

Y ese algo más no es una reducción de precios (y su consecuente bajada de calidad), no es una planta hotelera que hace décadas que no se renueva, no es dar la espalda al desarrollo de una auténtica y potente oferta complementaria colgando en la puerta el cartel de Todo Incluido.

No. Eso es lo que nos llevará a quedarnos con el turista malo, el turista de borrachera, el que no pide calidad porque él mismo no la ofrece, el que si sale del hotel es para tomarse veintiocho cervezas, liarla parda y comerse unos espaguettis de 6 euros. Sin dar ni siquiera las gracias.

Si el sector no es capaz de entender eso, si las instituciones no lo apoyan en este cambio imprescindible para mejorar la oferta turística española acabaremos quedándonos con los malos, regalando a los nuevos y ahuyentando a los buenos, a esos que vienen cada año, a los que saben lo que gastan, pero gastan bien. ¡Seamos competitivos, desestacionalicemos!

Estamos ante un turista en construcción, es cierto. Pero sabemos lo que quieren y tenemos que empezar a elegir, si no, será demasiado tarde.

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