El sentimiento de miedo ¿Paraliza o estimula?
23 febrero, 2012 (09:48:57)El sentimiento de miedo ¿Paraliza o estimula?
El 25 de abril de 2009 escribía en Turismo 2.0 el siguiente comentario en el post ¿Sufrimos miedo crónico? publicado por Manuel Colmenero, que os traigo aquí, como nuevo post, con la idea de que pensemos, en si el miedo a lo desconocido, a los retos a los que debemos enfrentarnos a lo largo de nuestras vidas, influye negativamente sobre nosotros, paralizando nuestra capacidad e iniciativa, o por el contrario somos capaces de transformarlo en una fuerza positiva que nos estimula para enfrentarnos a los problemas y obstáculos que podamos encontrar en nuestro camino.
A continuación transcribo aquel comentario:
“Hola a todos, como ha dicho Jordi, dejadme que comparta una intimidad con vosotros, toda mi juventud fue una etapa de miedos profundos, hasta que fui a hacer la mili; me explico:
En mi pubertad y adolescencia, pasaba un gran miedo, cada vez que hacía una "trastada" pensando en la paliza que me iba a dar mi padre cuando se enterase, paliza que nunca recibí, era incapaz de moverme en sitio alguno, por conocido que fuere con la luz apagada, o moverme con tranquilidad dentro de cualquier lugar solitario y/o desconocido, los miedos que pude pasar, por nada hasta cerca de los veinte años son casi inenarrables.
Estando haciendo la instrucción en el Ferrol, me toco una guardia en la entrada de las oficinas del comandante del cuartel de instrucción, como todavía no habíamos jurado bandera, aquella guardia la hacíamos con un viejo mauser de aquellos de la guerra de Cuba, sin balas y con la bayoneta calada.
Mi guardia empezó a las 22 horas de una cruda noche gallega del mes de diciembre, la entrada al pasillo que daba a las oficinas estaba en lo alto de una escalera de doble tiro, y tras una puerta medio entornada había un largo pasillo oscuro lleno de puertas, posiblemente alguna de aquellas puertas no estaba bien cerrada, y con las corrientes de aire, de cuando en cuando, se producía un tétrico chirrido que unido al frio de la noche me helaba la sangre. Cada chirrido, iba acompañado de un incontrolado y ridículo movimiento de posicionamiento con la bayoneta hacia la entrada de la puerta de acceso al pasillo, fueron dos o tres horas que se me hicieron una eternidad, pasando la noche más angustiosa de mi vida.
Cuando se hizo el relevo, y me tumbe en mi "coy" para dormir en el cuerpo de guardia, me fue imposible conciliar el sueño, y empecé a pensar en el enorme miedo pasado, por nada, unos simples ruidos, producto de una corriente de aire y el bamboleo de una puerta o ventana mal cerradas, en el miedo que había pasado pensando en posibles palizas que nunca recibí, y llegue a la conclusión de que no se podía vivir en miedo permanente, decidiendo que a partir de aquella noche, no volvería a sufrir por hechos que todavía no habían sucedido.
El resultado de aquella decisión fue que poco a poco me fui convirtiendo, en un profundo analista de todo lo que podía llegar a producirme miedo, enfrentándome a esa sensación de forma inmediata, buscando una explicación y posible solución, si esta existiese a mi alcance, la verdad que con gran éxito, a partir de entonces puedo enfrentarme a cualquier situación, convirtiendo lo que anteriormente era angustia, en un proceso de análisis que me permite ir haciendo frente, debo reconocer que a veces de una forma un tanto insensata, a cualquier situación o hecho que empiece a producirme sensación de angustia, cualquier amenaza real o ficticia, genera una respuesta inmediata de enfrentamiento que haga desaparecer, de la forma más rápida posible, cualquier sentimiento de miedo; así ahora, si lo conozco bien, puedo recorrer un hotel a oscuras, igual da vacío que lleno de clientes, sin necesidad de llevar una linterna, puedo moverme con soltura por lugares desconocidos, y en lo referente al trabajo de gestión, en cuanto detecto algún problema en el horizonte, analizo todas las posibles causas y busco soluciones teóricas al mismo, que puedan tener en el futuro un encaje práctico que solucione la amenaza latente.
Esto me ha hecho moverme a partir de los veinte años, con un enorme sentimiento de seguridad, en el trabajo, buscando la mayor polivalencia posible, que me pudiera abrir puertas fácilmente, nunca he tenido miedo a dejar un trabajo para iniciar otro, lo que si he cuidado ha sido el progreso, he podido dejar un trabajo como Maitre d'Hotel, por otro con menos sueldo como cocinero, pensando que eso podía mejorar mi currículum, pero nunca lo hubiera dejado para ir a trabajar de camarero, o como Maître con menor sueldo del que dejaba.
No me ha preocupado dejar la dirección de un Hotel, en que el reto de sacarle de una situación de crisis, había terminado, y sin embargo no encontraba, la respuesta de la Dirección General o el empresario, para hacer frente a nuevos retos que mejorasen la rentabilidad del establecimiento.
Más de un hotel, lo he dejado en pleno éxito, porque recibía una oferta que implicaba hacer frente a un reto más estimulante, o por no permitirme implantar la política de personal que entendía apropiada para mejorar su comercialización y rentabilidad, nunca lo he dejado por un problema salarial propio, y sin embargo lo he hecho por no permitirme subir el sueldo a empleados que entendía lo merecían.
He dado la máxima importancia a mi preparación y formación, tratando de trasladar ese sentimiento a todo el personal bajo mis órdenes, haciéndoles sentir que la seguridad en el empleo es una ficción que coarta su libertad y capacidad de mejora. Nunca he podido asumir el sentimiento de haber alcanzado la meta, porque siempre he visto una nueva que alcanzar, un nuevo reto al que hacer frente.
El ansia de alcanzar la seguridad del funcionario, que según las encuestas, sienten la mayoría de los españoles, nunca ha ido conmigo; trabajé para la administración americana en Torrejón, para el Ministerio de Trabajo como Monitor del PPO, he dirigido un hotel de quinientas habitaciones de una corporación de derecho público propiedad de las extintas Cámaras Agrarias y dependiente del Ministerio de Agricultura; en todos los casos los he dejado para volver a la empresa privada; nunca tardé más de quince días en encontrar un puesto de trabajo, cuando decidía que el objetivo correspondiente a la etapa que vivía, había sido alcanzado sin ver nuevos retos en el horizonte cercano; el no tener un reto o meta en el horizonte me hace sentir inseguridad, y me impulsa a buscar nuevos objetivos.
Como conclusión creo que:
- Las crisis y los miedos que estas puedan generar, no son más que oportunidades de mejora y éxito para los que se atreven a hacerles frente.
- Un sentimiento de excesiva seguridad, me produce miedo, y necesito analizar si detrás de esa seguridad hay alguna amenaza escondida.
- Saber que hay respuesta a posibles amenazas latentes, me tranquiliza y me permite trabajar con prudencia hasta alcanzar los objetivos previstos.
Un saludo”
Al recuperar este comentario de mis archivos, he pensado que podía ser oportuno volver a publicarlo en este momento, en el que la crisis que azota las economías de prácticamente todo el mundo, me hace sentir la sensación de que el miedo paraliza la capacidad creativa y de decisión de un gran número de responsables políticos y empresariales, y lo que es casi peor, de una gran parte de la sociedad, en lugar de convertirse en fuerza estimuladora, que ponga en juego las mejores capacidades de todos ellos.
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