Dejarte explotar SI, pero solo lo necesario
31 mayo, 2011 (18:29:04)Dejarte explotar SI, pero solo lo necesario.
El pasado 11 de abril, Estefanía Alfonso publicó para el VII Foro Hosteltur 2011 Buscando la Competitividad, el post Así que esto es ser competitivo..., que mereció el Premio Comunidad y que alcanzo nada menos que 57 comentarios, de los que los números #10, #13, #23, #34 y #45 fueron de mi cosecha, y de los que alguno se mueve en el terreno de los sentimientos como el #10, otros como el #23, #34 y #45 responden a comentarios de otros bloggers tratando de transmitir los sentimientos que el post y sus comentarios me están transmitiendo, sin embargo en el número #13, incluyo una vivencia personal, que por lo relacionada que está con el fondo de lo que se trata en el post y los sentimientos que transmiten muchos de los comentarios, pienso que merece la pena recuperar para dar forma a un nuevo post, que nos vuelva a enfrentar al problema que nos plantea Estefanía en el suyo.
Al escribir el título del post, sospechaba que a más de uno le sonaría bastante mal, pero no he encontrado mejor forma de definir lo que siempre he sentido, por los abusos que se cometen por parte de un determinado tipo de empresas y empresarios, de los que puedo terminar por entender sus razonamientos, que no sus razones, ya que en la mayoría de los casos éstas no existen, por muchos razonamientos con los que quieran justificarlas, sin embargo nunca podré justificar que esos abusos se realicen por parte de personas trabajando por cuenta ajena, por muy altos que se encuentren en el escalafón de esas empresas, teniendo que defender esa posición explotando a los trabajadores, en lugar de hacerlo consiguiendo que los mismos sean rentables para la empresa y para si mismos.
De poco sirve teorizar sobre la importancia del personal en empresas de servicio como las del turismo, si no somos capaces de conseguir por un lado, que muchos empresarios, además de hablar de ello, se lo crean, y por el otro, que los trabajadores no esperen que les vayan a reconocer fácilmente lo que valen, mientras ellos mismos, no se lo crean de verdad, y consigan cambiar los términos de la ecuación, de forma que en lugar de ser ellos los que necesiten el trabajo que ofrece el empresario, sea este último el que necesite los servicios del trabajador, y para eso, no vale ser uno más, tiene que ser el mejor, y tiene que creerlo firmemente, porque hasta donde he podido comprobar en cincuenta y tres años de vida profesional, la mayoría de ellos por cuenta ajena, si no eres uno de los mejores, y si tu mismo no crees que lo seas, tu destino es la más dura explotación, y en las actuales circunstancias, prolongadas etapas de paro, y grandes dificultades para regresar a la vida laboral si has cumplido los cuarenta y cinco años de edad.
Así que para aquellos que no hayan leído el post de Estefanía y los 57 comentarios del mísmo, aquí va lo que escribía en el comentario número 13.
“Estefanía, estando de acuerdo con el sentimiento de tomadura de pelo, que se desprende del párrafo “Hablan los de la CEOE y otros, que también dicen "es que estás en el paro y no quieres trabajar", no señor, sí quiero trabajar, pero con unas condiciones dignas y en un sitio en el que me respeten”, en el que creo que tienes toda la razón, sin embargo, te diré que es más fácil conseguir un trabajo digno, desde una posición de empleo, que desde la de desempleo, ya que al conocer esa situación tratarán de abusar más de ti.
Sin que pretenda que sea un ejemplo a seguir, te voy a poner una experiencia personal que quizá hayas leído en otro comentario hace algún tiempo, y que puede demostrar lo poco que se ha avanzado en el terreno de la más descarnada explotación del trabajador, y lo poco que han aprendido las empresas sobre lo que significa el termino competitividad.
En 1959 con 23 años, quise conocer la Costa del Sol que empezaba a sonar como destino turístico, sin embargo la situación familiar, no me permitía dejar el trabajo que tenía en Madrid y poder desplazarme a Málaga a buscar trabajo allí, así que tuve que esperar hasta encontrar un anuncio en que ofrecían un trabajo como administrativo de una obra de carretera en San Pedro de Alcántara en aquellos momentos una barriada de un pueblecito pesquero denominado Marbella, que todavía no sonaba como destino turístico, siendo Torremolinos una barriada de Málaga capital, el núcleo poblacional que empezaba a sonar.
Me presente para dicho puesto y fui seleccionado para ocupar el mismo, con un salario de 62,50 ptas. diarias y el pago de los gastos de viaje hasta el lugar del trabajo, al preguntar dónde podría hospedarme, me dijeron que en San Pedro había una fonda en la que la pensión completa me podría costar 65,00 pesetas día, si bien el salario era menor al que ganaba en Madrid y no me alcanzaba ni siquiera para pagar la pensión, no deseche la oferta, pensando en que mis padres no podían ayudarme a sufragar los gastos de viaje y la estancia en Málaga hasta que pudiera encontrar trabajo, sin embargo si podrían ayudarme con UN DURO (cinco pesetas) diarias hasta que pudiera encontrar otra cosa, y con esas cinco pesetas, completaba el coste de la fonda y me quedaba para tomar un café, así que acepte el trabajo y me presente en San Pedro de Alcántara empezando a trabajar en aquella obra, recorriendo diariamente los diez kilómetros de la misma tomando nota del trabajo que se iba desarrollando.
A partir de la semana de mi llegada una vez terminado mi trabajo, empecé a recorrer la distancia entre San Pedro y Marbella para buscar trabajo como camarero o cocinero, y antes de un mes y medio, estaba trabajando en un restaurante cercano a Marbella, con alojamiento y manutención, y unos ingresos que entre sueldo inicial, porcentaje de servicio y propinas oscilo en los meses que trabaje allí, hasta terminar la temporada a principios de septiembre, entre 8.000 y 10.000 pesetas mensuales, lo que nunca hubiese logrado, ni hubiese conocido en aquel verano Marbella, Torremolinos y Málaga, si no hubiese aceptado aquel contrato, máximo ejemplo de explotación que he conocido, pero que fue la puerta de entrada al trabajo posterior en la que ya era mi profesión.
En el poco mas de mes y medio que trabaje en aquella empresa, hice un buen trabajo, estaban muy contentos conmigo, pero lógicamente, yo no con ellos, así que una vez logrado mi objetivo, los dejé, ¿Crees que esa empresa tenía sentido de la competitividad? Me ayudaron a llegar a Málaga y encontrar un buen trabajo en Marbella, y ellos en poco más de un mes se vieron obligados a buscar de prisa y corriendo alguien para sustituirme.
Desde entonces he pensado que "dejarte explotar si, pero solo lo justo, y explotándoles a ellos, en lo que sea posible, porque aunque no era mi profesión, aprendí en poco más de un mes, bastante sobre sistemas de control."-
Espero que a algunos pueda serviros esta experiencia personal, para que por un sentido de autoestima, quizá no bien valorado, podáis perder alguna buena oportunidad.”
Hay momentos en que me invade un cierto sentimiento de rubor cuando escribo experiencias muy personales de mi vida profesional, sintiéndome más libre y ágil, cuando simplemente trato problemas organizativos o de gestión y control, pero al final, pienso que son esas experiencias personales las que pueden dar valor a lo que escribo, porque en ellas no se teoriza, en ellas está la verdad de lo que se trata de transmitir.
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