Sentimientos que afectan a la competitividad de nuestro turismo
3 abril, 2011 (22:16:14)Sentimientos que afectan a la competitividad de nuestro turismo
La lectura del post de David Camps ¿Alguien me oye?.Un post sin palabras., publicado en el grupo del VII Foro Hosteltur 2011, en el que refleja los sentimientos, emociones, pensamientos y reflexiones de unos hipotéticos clientes, que muy bien podrían ser las de cualquiera de los que en la lectura de ese post, nos podamos sentir identificados con los mismos. Así tomando como base el comentario que con esta misma fecha he realizado en el citado post, me gustaría poder expresar mis propios sentimientos, emociones, pensamientos y reflexiones sobre el importante tema que se pretende tratar en ese Foro: la COMPETITIVIDAD.
Hay cosas que no se entienden en comentarios de personas que se supone están vinculadas al turismo, y que de alguna forma como consultores, formadores, proveedores de servicios, etc., pretenden vivir del mismo, así me llama la atención, por cuanto afecta a la competitividad de nuestro turismo:
El comentario #3 de Emilio cuando escribe “las sensaciones y emociones se las busca uno mismo si tiene ganas” porque al contrario que él, pienso que sensaciones y emociones no se buscan, son inducidas por el medio ambiente en que se desenvuelve nuestra vida en un momento dado, que hace que experimentemos agrado o rechazo por los estímulos que recibimos durante el desarrollo de una determinada experiencia, que esa si la hemos buscado, normalmente con el deseo de que pueda resultar gratificante, sin lograrlo en muchas ocasiones.
Estando mucho más de acuerdo con el sentimiento que creo detectar en sus dos preguntas del comentario #8, porque la respuesta a las mismas podría ayudar a que mejorase nuestra competitividad, no por la vía de la bajada de precios, si no por la más deseable de la diferenciación y la calidad de nuestros servicios.
Así tengo que estar mucho más de acuerdo con el sentimiento que se deriva del post de David y los comentarios #1 y #2 de Magdalena y Jesús, en cuanto al comentario #5 de Santiago, estando de acuerdo con el mismo a partir de donde escribe “se ven potenciadas si la interacción con el destino es positiva...”creo que en el inicio del mismo matizaría en el mismo sentido que hago en el párrafo anterior sobre el comentario de Emilio.
Debo expresar mi acuerdo con lo expresado por María Luisa #6, Daniel #7 y Javier #9.
Con respecto al comentario #10 de Belén, por su perfil no puedo deducir cual es su relación con este mundo del turismo, ni siquiera su edad, que por la fotografía que ofrece en el mismo, debe ser algo superior a los 27 días de vida que se podrían desprender de una fecha de nacimiento 7 de marzo de 2011, porque siendo sincero, no puedo entender que no le parezca necesario, ni siquiera deseable, al tiempo que podría demostrar un escaso nivel de implicación en el correcto desarrollo de las misiones que en el desempeño de sus funciones pudiera tener encomendadas.
El que el personal relacionado con el turismo, se pueda interesar por lo que puede sentir el cliente turístico de la experiencia vivida, transmitiendo a ese cliente el sentimiento de que se preocupan por darle el mejor servicio posible, sin que sea necesario que conozca ni sus motivos, ni sus aspiraciones, y sobre todo sin que eso, tenga relación alguna con la categoría del establecimiento, ni del precio pagado, ya que la educación, las buenas formas y la capacidad de empatía, no tienen coste alguno para la empresa, siendo igual de necesarias en una taberna o fonda, que en un hotel de la máxima categoría, porque la competitividad del turismo no es inherente a los establecimientos de máxima categoría, correspondiendo al complejo entramado de servicios del conjunto de un país y la aceptación del mismo por su población.
Por otra parte, ni largos horarios, ni el trato desconsiderado que pueda existir de ciertas empresas hacia sus empleados, justifica que no se atienda debidamente a los clientes, lo que si justificaría, es abandonar esa empresa lo antes posible, lo que normalmente puede conseguirse sin mucho problema si se es un buen profesional, posiblemente le sea necesario cambiar de empresa si se encuentra en esas circunstancias, pero al final, su valía, si realmente la tiene, será reconocida.
En lo que estoy de acuerdo con Belén es en que tanto la precariedad laboral, como los abusos de horarios a que pueden estar sometidos algunos trabajadores, como consecuencia de la falta de capacidad organizativa de algunos jefes de departamento, directores y empresarios, podría ser origen de un interesante debate, que pudiera lograr hacer conscientes a empresas y administración de la importancia de una formación adecuada del personal de base de nuestros establecimientos, sin embargo, ésta no tendrá efecto alguno sobre la competitividad de nuestra industria, si no se acompaña de una implicación mucho mayor en la formación de los equipos directivos de nuestros grandes hoteles y de los directores y empresarios de todo el complejo entramado de la gran cantidad de pequeñas y medianas empresas que constituyen la mayor parte de la oferta de servicios vinculados al turismo, porque es de ellos de quienes realmente depende que la formación del personal de base, quede debidamente potenciada por medio de una organización que la respalde de forma adecuada.
Cuando escribimos sobre la necesidad de mayor formación de los equipos directivos y empresarios del sector, no nos estamos refiriendo a formación universitaria, ni a que lleguen a disponer de mayor formación de posgrado y máster sobre variados temas relacionados con la comercialización y gestión de las empresas que regentan, ni siquiera a que tengan el conocimiento de dos o tres lenguas diferentes a la materna, si no de la formación de base de la que en más de un caso adolecen, y que hace que:
a) Dilapiden fuertes sumas de dinero sea público o privado en formar a trabajadores, a los que no están dispuestos a ofrecer un trabajo estable, pagarles de acuerdo a su productividad, en lugar de hacerlo por unas tablas de convenio que en ningún caso han tenido ésta en consideración, u ofrecerles una razonable posibilidad de conciliar su vida familiar y profesional.
b) Busquen un imposible objetivo de plena ocupación, por medio de suicidas guerras de precios, en lugar de adaptar su comercialización a las posibilidades del mercado mediante la diferenciación, en lugar de hacerlo sobre una homogenización de servicios a la baja, que no pueden satisfacer las expectativas de los clientes que les visitan, haciendo estériles los esfuerzos de promoción realizada tanto por la Administración del Estado Central, como por parte de Comunidades Autónomas, Ayuntamientos y las propias empresas, sin garantizar a los receptores del mensaje promocional, la calidad y veracidad de las ofertas que sus campañas promocionales les hacen, quedando, en la práctica, como único argumento promocional, los bajos precios que se ofertan.
c) Paguen por que les certifique la calidad de sus servicios una determinada empresa, en lugar de obtener la calificación de calidad gratuita que les pueden ofrecer sus propios clientes.
La COMPETITIVIDAD requiere alejarse de la especulación y aplicar tarifas de precios transparentes, y no sujetas a la evolución de la demanda, bajando los precios según la demanda existente en cada determinado momento, porque en un mercado de oferta, la mayor parte de los clientes terminarán entrando en el establecimiento por los precios más bajos y menos rentables.
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