La competitividad del turismo en España

Este verano ha sido bastante convulso tanto en el terreno económico como en el político en España y en general en toda Europa. Junto a la cuestión de confrontación entre los mercados (iniciativa privada) y los poderes públicos (gobiernos europeos) ha vuelto a resurgir otra cuestión que es la competitividad del turismo en España. Los datos de este verano han sido diversos según dónde se ponga el foco de análisis: las grandes cadenas hoteleras han tenido resultados positivos en general, con alguna caída y el crecimiento de otras, mientras que el turismo rural se ha resentido de su temporada baja como es el verano. Por otra parte el número de turistas a aumentado en términos generales. Pero mucho analistas achacan estas cifras a los problemas de estabilidad política de países competidores y se preguntan qué sucederá cuando se estabilice la situación y puedan volver al mercado en términos incluso más ventajosos, como son el coste. En este sentido lo único que nos queda para diferenciarnos, ya que el coste no es un criterio en el que basarnos, es en establecer ventajas competitivas y es ahí donde entran elementos como la innovación, aunque también la calidad, la sostenibilidad, la accesibilidad, la cualificación y la responsabilidad social. Todos estos son elementos que suponen un valor añadido que justifica el coste más elevado de nuestros servicios. Pero también hay que tener en cuenta que existen factores exógenos que no dependen de nosotros pero tienen un peso específico enorme en la decisión del turista y en su satisfacción como es el tiempo atmosférico. Por último habría que reflexionar sobre ese intento de substituir el malogrado sector de la construcción por el sector turístico, que aunque tiene elemento comunes no es en absoluto comparable y por tanto no se puede establecer como “tabla de salvación”. Con este panorama y respondiendo a la cuestión del título de esta reflexión me atrevería a decir que el turismo en España puede ser competitivo pero no es su conjunto por hechos muchas veces coyunturales y por tanto una solución puede ser utilizar a los elementos más competitivos como factores de atracción que luego “contagien” su entorno, pero eso también podría suponer un desequilibrio territorial importante y por tanto injusto desde el punto de vista de las administraciones públicas

@gersonbeltran