Todo sector turístico se ve condicionado por la violencia y la inseguridad, pero los procesos de promoción y comercialización, se ven doblemente afectados. Los procesos técnicos en estas áreas, tanto en el sector público como en el privado, se basan en realzar aquellos elementos que, por su alto grado de singularidad y exclusividad, atraen la curiosidad de los clientes y turistas.
¿Qué ocurre cuando estos recursos o atractivos conviven y/o coinciden con situaciones de violencia e inseguridad? De entrada, se ven ensombrecidos y pierden el brillo y las propiedades que se les suponen. En esos momentos, la capacidad de actuación de los agentes encargados de la promoción y la comercialización se ve lastrada por los siguientes motivos:
- Carecen de capacidad de interlocución ante este tipo de situaciones, lo cual aumenta el grado de inestabilidad e inseguridad.
- Dudan de la fiabilidad de los procesos técnicos que ellos mismos desarrollan.
- Consideran que el país-destino turístico no cumple en su totalidad con las expectativas de promoción, comercialización y marketing que se emiten.
- Tienden a minimizar y ocultar ciertos hechos que, en muchos casos, se vuelven en contra de sus intereses y procesos técnicos. En este sentido, incorporan en ocasiones argumentos contradictorios.
- A menudo consideran en el mero incremento de los fondos en materia de promoción y comercialización, es suficiente para recuperar la percepción e imagen del destino.
- La utilización estratégica de nuestra violencia e inseguridad por parte de la competencia, les hace sentirse más injustamente tratados, más indefensos y vulnerables.
Teniendo en cuenta este panorama, es aconsejable que las estructuras de promoción y comercialización, tanto públicas como privadas, interioricen los siguientes aspectos:
- Buscar la colaboración con otras áreas, internas y externas, evitando con ello la soledad y el aislamiento, tan propias de las áreas y de los procesos de promoción, comercialización y marketing.
- Dotarse de un discurso argumental más sólido y transversal, y no exclusivamente mercantilista.
- Lograr que la promoción, comercialización y el marketing sean percibidos como una herramienta puesta al servicio de los intereses turísticos nacionales, y no que se conviertan en un fin en sí mismos.
- Comprender que los intereses de los clientes y turistas han de coincidir con los intereses de nuestro sector, y que todo cliente busca la seguridad en el destino al que viaja.
- Invitar a colaborar a otros sectores sociales y económicos especialmente interesados en el buen funcionamiento del sector turístico.
- Buscar la excelencia corporativa turística, a través del desarrollo e implementación de procesos de seguridad turística.
En definitiva, la particularidad de “trabajar hacia el exterior” tan propia de los agentes de promoción y del marketing, se debe de ver reforzada por un aumento de las relaciones y compromisos internos, dentro de sus propias empresas o instituciones, para que adquieran un mayor empaque y consistencia ante unos mercados emisores de turistas, cada vez más exigentes en todo tipo de relaciones y negociaciones.
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