El turismo del gran valor añadido y la cultura hostelera que desprecia el ministro
Sería bueno que mirase hacía otros lugares, cómo pudiese ser Francia, en los que la gastronomía y el turismo es considerado de tanto valor añadido que sus gobernantes han inyectado 18.000 millones de euros. 15 mayo, 2020 (12:07:09)En 1825 publicó Fisiología del gusto un tal Jean Anthelme Brillat-Savarin.
En el tratado, que abordaba la gastronomía dejando a un lado la básica necesidad humana de comer para sobrevivir, se pueden encontrar frases tan celebres como "Una persona que recibe a amigos, y que no brinda ningún cuidado personal a la comida que está preparada para ellos, no es digna tener amigos".
Señor ministro, a buen entendedor…
También hay algunas aseveraciones que un servidor público debería tener muy presente, como por ejemplo que el destino de las naciones depende de la manera en la que se alimentan.
Quisiera dejar a un lado el peso económico del sector que el señor ministro considera de bajo valor, para destacar el turismo y la hostelería como un valor cultural y fuente de libertad. Como una de las grandes conquistas del trabajador que ha permitido que el pueblo, no subvencionado ni aforado, podamos vivir otros lugares sintiéndonos políticos con dietas pagadas (auto ahorradas claro) durante unos pocos días… y es que no todos los trabajadores/autónomos podemos irnos de luna de miel a las Sheychelles.
El turismo es democracia y nos permite a todos, libremente y con independencia de su clase social, acceder a paisajes que algunos pocos quisieran que fuese exclusivo para ciertas clases.
La Hostelería es gastronomía señor ministro. La gastronomía es felicidad. La expresión clara de cómo vive y siente un pueblo su tradición, su cultura nacida en el recuerdo de los sentidos que acaban grabándose en nuestra memoria y pervive transmitiéndose de generación en generación.
La gastronomía es verdad.
No sabría decirle si muchos de los libros que se leen actualmente han estado al servicio del poder factico de la época. Sí que tengo claro que la gastronomía de un pueblo no miente. Si hay creatividad hubo hambre.
La humildad de mi familia me ha aportado recuerdos de comidas familiares compartiendo ollas de gachas, migas… entiendo que no es el caso de otros.
Que sería sin el valor de la hostelería para mantener el recuerdo y sin el turismo para difundir la tradición de nuestros pueblos.
A tal efecto, permítame señoría si yo me siento un difusor cultural que trata de poner en valor en todos mis proyectos el impresionante patrimonio gastronómico que tiene España.
Hay quien ve en una mazamorra servida en un bar de cualquier pueblo cordobés un platito curioso sin más. Otros vemos un testigo de la cultura mozárabe que ha sobrevivido en la retina de nuestra memoria sin ayuda política. Hay quien ve el gofio en un Buffet como un suvenir. Yo lo veo como la herencia que el pueblo Guanche dejó a los canarios para que pudiesen nutrirse durante siglos. Hay quien ve las tapas como algo de poco valor añadido para el conjunto de los españoles, yo lo veo como una posibilidad de acercarse a los mesones Castellanos de la época de Alfonso X "El Sabio”…
A diferencia de los políticos, la gastronomía no excluye. Todos tenemos recuerdos gastronómicos. A Maurice Edmond Saillant (Angers, 1872 – París, 1956), que para su conocimiento fue un defensor francés de las cocinas regionales y de los terroirs, se le atribuye la descripción política –culinaria y los gustos culinarios, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda.
La osadía de la ignorancia puede ser ilimitada y a tal efecto creo que antes de opinar sobre hostelería y turismo de una forma tan frívola y generalizada debería instruirse.
Literatura gastronómica en España hay de sobra y personalmente le recomendaría leerse un poquito a nuestros ilustres Julio Camba, Emilia Pardo Bazán, Alejandro Dumas (aunque francés también escribió sobre la gastronomía española) , Manuel Vázquez Montalbán, Néstor Lujan, Josep Pla, Manuel Martínez Llopis, Mariano Pardo de Figueroa, Teodoro Bardají, Ignacio Domenech, Ángel Muro, Dionisio Pérez Gutiérrez, Manuel María Puga y Parga, Juan Altamiras, María Mestayer de Echagüe …
A muchos les resulta más fácil hablar que escuchar, pero por el bien de nuestras familias dejen a la hostelería y al turismo en paz. Hagan lo posible para que en Junio los trabajadores del turismo y de la hostelería podamos salir de los ERTES y el sector sigua siendo la locomotora economía del país.
En cualquier caso, la fortaleza de un país también se puede medir por su capacidad de sobrevivir a la mediocridad de sus gobernantes.
La clase política tiene suerte de que los “currantes” del sector no tengamos la dignidad colectiva y la gallardía de sectores como el de los transportes o el de la minería. Claro que tampoco todos tienen el coraje de Gerardo Iglesias para ser ejemplo, dejar su confortable poltrona y volverse a la mina.
Cordialmente se despide un autónomo servidor de ustedes, al que todavía no le ha llegado ninguna ayuda de las que han prometido pero al que sí le han seguido cobrando su cuota mensual.
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