Consideraciones personales sobre la gestión de la crisis COVID19
1 junio, 2020 (06:12:43)Los avisos ignorados
Una imagen viene a mi mente: en una playa, un día de verano, un grupo de veraneantes toma el sol. Al rato, un grupo de socorristas, conocedores del mar y sus peligros, avisa a los turistas de que “viene la ola”. Los turistas explican que ha habido otras olas en el pasado y que están preparados para cuando llegue; saben nadar, al fin y al cabo. La diversión continúa, los turistas disfrutan de un día de sol en la playa ignorando los avisos de los socorristas y dándole la espalda al mar. Entonces, una ola gigantesca se divisa en el horizonte.
Cuando a principios de enero comenzaron a llegar las noticias de la expansión de un nuevo virus en China pocos, o muy pocos responsables políticos estimaron necesario alertar sobre ello y tomar precauciones. La consigna general consistió en mantener la calma y no generar pánico. En febrero, los avisos de atención de las autoridades sanitarias se transformaron en explícitos mensajes de alerta. En Francia y España la consigna general continuó siendo la de mantener la calma para no generar el pánico. Nuestros sistemas estaban supuestamente preparados y nuestros profesionales suficientemente protegidos. No hacía falta, aparentemente, extremar las precauciones ni anticipar la compra de equipos de protección. Y luego llegó marzo.
Mascarillas no… pero sí
Si no fuera porque nuestros profesionales sanitarios se están dejando hasta la piel, porque los negocios están sufriendo de lo lindo y porque las familias han visto recortadas sus libertades como nunca antes desde que estamos en democracia, lo ocurrido con las mascarillas en estos meses ha sido de sainete. Recuerdo aquellos días en que nos decían que no hacían falta, que su uso era poco menos que ridículo. Recuerdo también las largas semanas que tardaron en llegar los pedidos realizados. Contemplamos hoy su uso obligatorio en el transporte público y en comercios de muy diversa índole. Cómo ha cambiado el mundo en cuestión de semanas.
Lo grave del asunto es que países como Francia o España han estado en condiciones de proporcionar mascarillas a su personal sanitario casi cuatro meses después de las alertas de las autoridades sanitarias internacionales. No soy capaz de estimar cuántas vidas humanas podrían haberse protegido si se hubiesen escuchado los avisos de las autoridades sanitarias. Lo que sí sé es que no se han escuchado esos avisos. En términos de tiempo se ha llegado tarde. En términos de vidas humanas, con más de 27.000 fallecidos sólo en España, creo conveniente afirmar que sencillamente no se ha llegado.
Tests para nadie… tests para algunos… ¿tests para todos?
Algún día se hablará de los tests para el COVID19. Dejando al margen si se ponen de acuerdo sobre su obligatoriedad y su utilidad -algo sobre lo que, como con el uso de mascarillas, tampoco existe un acuerdo- ha sido vergonzoso ver que se compraban tests que no llegaban, o que no estaban convenientemente homologados.
Me imagino que las autoridades sanitarias establecerán de qué manera hay que hacer los tests, a cuánta gente debe hacerse y con qué fiabilidad pueden tenerse en cuenta los datos. Sobre eso tampoco existe una opinión clara. Puedo entender que el desarrollo de una vacuna lleve tiempo. Lo que no puedo entender es que existan tantos problemas para ponerse de acuerdo sobre la utilidad de un test.
La responsabilidad de China
El primer caso detectado de COVID19 se produjo en la localidad china de Wuhan. Lo que no está tan claro es cuándo se produjo la expansión del virus, cuándo salió el país, y por supuesto, si ese primer caso es de verdad el primero o bien el gobierno comunista chino ha ocultado esa información, entre otras.
Cuando lo que le interesa a un gobierno es preservar su poder más que proteger a su población, se produce lo que se produjo en la dictadura china: se silencia al crítico. Quedará pendiente para la historia que China reconozca si transmitió con la debida transparencia la información relativa al COVID19. Como también queda pendiente que la OMS aclare por qué en un principio se halagó el comportamiento de las autoridades chinas. Todo eso, sin entrar en detalles como que sea la misma China quien sigue proporcionando en muchos casos material de protección.
Cuarentena no… pero al final sí. ¿Era necesario cerrar los alojamientos turísticos?
A mediados de marzo, el cocktail era perfecto. Un virus desconocido andaba suelto, el país que tuvo el primer caso no transmitió la información con transparencia, los dirigentes de países como España o Francia no estimaron necesario anticiparse y tomar medidas de prevención. Así, la vida siguió su curso hasta que una mañana de lunes Europa se despertó confinada, con su economía detenida, la salud de sus ciudadanos en grave peligro y las libertades individuales restringidas.
Las medidas restrictivas no se han aplicado de la misma manera en todos los países. Por ejemplo en España el cierre de hoteles ha sido por decreto, no en el caso de Francia donde los hoteles han cerrado por falta de negocio. ¿Era el cierre algo que había que obligar por decreto? Habida cuenta del desplome en las reservas y la parada total de la economía, ese cierre iba a producirse tarde o temprano. Sin embargo, ¿podía haberse hecho algo más antes de parar totalmente la economía? Creo que si se toman medidas restrictivas “de fuera hacia adentro” se limita el impacto económico siempre y cuando la amenaza sea exterior. Me parece lógico pensar que de haber comenzado cerrando las fronteras a tiempo podía haberse disminuido la duración de cierre de los comercios, y quién sabe, también quizás el efecto propagador del virus.
Un sector estratégico sin apoyo gubernamental
Sea lo que sea lo que pensemos de la gestión de la pandemia, si algo ha quedado claro en estos últimos meses es que el turismo no es la prioridad del Gobierno. Una pena, tratándose de un sector que pesa un 12% en el PIB español y que da empleo a más de 2 millones de personas.
Hay mucho trabajo que hacer, eso está claro. Por ejemplo, profesionalizar el sector, asegurar la formación de los empleados, mejorar las condiciones de trabajo y asegurar el respeto de las mismas en todos los establecimientos. Pero también desarrollar nuestra marca y vender el valor de España como destino. Asegurar la desestacionalización, por ejemplo, pasa por contar con la ayuda de las autoridades públicas sin esperar a que se produzcan crisis como esta.
El turismo se levantará, como todos los sectores, porque siempre lo ha hecho. Pero esta vez el Gobierno tiene demasiado que ver en esta crisis como para que ahora no se pueda contar con él. Claro que es muy difícil contar con un Gobierno que en realidad no sabe contar ni sus muertos. Pero ese es otro tema del que hablarán en otros sitios.
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